La Risa, revista de Humor
Capitulo I
A modo de introducción
Bienvenido a este nuevo número de El Boletín. En el que les brindo la posibilidad de reencuentro con una de las publicaciones de humor más populares de los años 50: La Risa, aunque (en los distintos capítulos) sólo trataremos de la que se denominó como segunda época.
Tal vez usted no la conozca absolutamente de nada. Quizá nunca haya escuchado su nombre ni el de los dibujantes que colaboraron. Puede que nunca haya visto un sólo número de la revista, pero para el lector de las décadas señaladas, La Risa y muchos de sus colaboradores, son elementos de grato recuerdo.
Lo primero que debo decir para no dar lugar a equívocos, es que reconozco que siento cierta debilidad por algunos de los autores de La Risa, en concreto por los E. Boix, Martínez Osete, Ayné, Darnis, y algún otro que no relacionamos por no hacer interminable la relación de ellos.
La verdad es que no tengo muy claro de donde me viene esa predilección: ¿quizá por la trivialidad y sencillez de sus historietas o por el peculiar estilo de dibujo de sus principales colaboradores?. Analizando la cuestión con detenimiento, existen razones más que suficientes por las que deba destacarse a La Risa aunque aparentemente no difiera, en lo esencial de las características generales de algunas de sus compañeras: Jaimito, TBO, Paseo Infantil ……
Existe una serie de constantes en La Risa que no sólo sirven como denominador común para todo el material que aparece en el semanal, sino que además lo diferencia nítidamente de otro tipo de productos: Pulgarcito, Nicolás.
Con toda esta disertación preliminar no pretendo sino resaltar que La Risa, a pesar de sus defectos, es un producto con suficientes puntos de interés como para justificar el acercamiento del lector.
Sobre análisis….más o menos objetivos
Lamentablemente en nuestro país el término historieta ha quedado relegado, y casi maldito, a favor del extranjerismo cómic, fue en los años de la llamada Transición en las que para diferenciar el antes del después, y en un alarde de desmemoria histórica, se desterró el clásico término historieta para sustituirlo por el de cómic y tebeo por el más respetable de revista.
Quizá resulte repetitivo, pero quiero recordar que el punto de vista de mis reseñas son las de lector y no de profesional. Por ello, se intenta siempre respetar a los autores de los trabajos reseñados no cuestionando su profesionalidad, que es, para mí, altamente respetable.
En su contra puede estar el hecho de que este estilo de tebeos esté un poco fuera de lugar en la época actual, pero tampoco, pienso, es algo por lo que haya que rechazarlos
En mis colaboraciones para el Boletín, aparecen paulatinamente comentarios sobre aquellos tebeos que de una forma u otra me han marcado. Por lo que debe advertirse que todo es, obviamente, desde el punto de vista del que suscribe el artículo, y que, además, en este caso, la percepción del tebeo comentado puede verse seriamente afectada por la nostalgia o los recuerdos de otros tiempos, con lo que el análisis más o menos objetivo del mismo será matizado por dicha nostalgia, ya que cuando me embarqué en este trabajo, fue con la intención de recuperar y dar a conocer las historietas y personajes que recordaba de mi infancia y adolescencia.
La Risa, un tebeo popular.
Algo, aparentemente, tan sencillo como unos dibujos impresos se ha convertido, hace ahora más de 100 años, en algo tan valioso como es la historieta. Durante estos más de 100 años, la historieta ha desarrollado la imaginación y la creatividad de miles de personas que sentían, y se sienten, identificados con este medio de comunicación.
En España los inicios de la historieta fue allá por 1904, en la publicación "En Petufet" de Barcelona y el suplemento de "Gente Menuda" del diario ABC en 1906. Algunas de las revistas, entre otras, más importantes han sido: TBO, Pulgarcito, Jaimito, DDT y Tío Vivo.
La historieta se convirtió en un género popular desde las páginas de las numerosas publicaciones específicas del género. Sus personajes, que protagonizaban las situaciones más dramáticas o ridículas, cautivaron a cientos de miles de personas.
Con estas líneas pretendo dar a conocer a una de esas publicaciones: La Risa y a algunos de sus colaboradores. Dibujantes que, la gran mayoría de ellos, son desconocidos por los lectores de los tebeos actuales.
La lectura, hoy, de esos cuadernos, nos remontan a las andanzas de nuestra juventud, de nuestras vivencias en uno de aquellos colegios de curas y esa experiencia, que casi todos hemos vivido, y que solía servir para conocer la mayoría de las cosas prohibidas. El descubrimiento del amor y el sexo de la forma en que la mayoría, de esa época, lo hemos hecho.
Finalizada nuestra Guerra Civil, poco a poco, se va configurando lo que será una época dorada, en cuanto a su aceptación, de las revistas de humor infantiles y juveniles y que duraría hasta mediados de la década de los 60. Las revistas de humor alcanzaron niveles de venta extraordinarios en esos oscuros años, en los que la historieta ejerció de catarsis amortiguadora de la afirmante y gris realidad que presidió la vida de grandes y pequeños.
En una época en que la censura impedía hablar de ciertos temas, fue quizá La Risa la revista cuyo humor fuera más blanco, sus personajes eran mucho más amables que, por ejemplo, los de Pulgarcito. Aún así, de tocar algún tema conflictivo, éste era desdramatizado mediante el humor.
La Risa, al igual que los Pulgarcito, Jaimito, Tebeo, etc., pertenece a la misma estirpe que esas publicaciones que, en uno de los momentos más críticos de nuestra historia, nos ofrecieron un humor desenfadado y siempre liberador. Quizá sea por eso, que en lo más recóndito de nuestras olvidadizas seseras, es donde se nos han colado esos tebeos; quizá sea esa la razón por la cual, para muchos, es parte de nuestro desarrollo sentimental, de nuestra ética y nuestra estética.
Muchas veces, es este árido y ya tan dilatado periodo que nos separa de los años 40/50, a lo largo del cual el tebeo infantil ha venido orientando y condenando sus preferencias con progresiva y alarmante monotonía, ora hacía la ñoñez ora hacía la violencia, nos hemos preguntado qué habría sido sin aquellos tebeos de humor.
Puedo decir, sin el menor asomo de retórica, que el reencuentro con algunos números de La Risa, me devolvió un tramo perdido de mi infancia, cuando acurrucado en el portal de cualquier escalera me sentaba a leer tebeos y cuentos y a soñar prodigios, a los siete, a los ocho, a los nueve años……
Durante más de dos décadas, la historieta gobernó en silencio los hábitos culturales de millones de españoles. La historieta, medio impreso de comunicación masiva por excelencia, se nos reveló como un instrumento de penetración que rebasó todos los lugares comunes, y que seguramente tuvo una capacidad de movilización semejante a la que el proyecto de la televisión privada ha instrumentado, hoy, en nuestro país.
El papel de la historieta en la vida cotidiana, la economía y los hábitos culturales de nuestro país tras la guerra civil, requiere, desde hace mucho tiempo, de mayor atención y análisis porque la historieta fue, para muchos, el único alimento cultural y de esparcimiento al que tuvieron acceso.
La historieta, pues, no fue solo ese mundo de humor, aventuras, romances, fantasías, violencia y melodrama que aparecía en las viñetas, sino que su fuerza se extendió a otros ámbitos. Lo que sí es claro es que no sólo se trató de un medio de "entretenimiento". Fue un medio que durante años, funcionó como opción ante la escasez de lugares de esparcimiento y recreación, que resultaba más económico que los libros.
Para entender este fenómeno cultural hay acercarse a él desprejuiciadamente. La mayoría de las opiniones que se vierten sobre la historieta se refieren al pobre contenido que éstas ofrecen. Habría que preguntarse: ¿por qué, estos contenidos? ¿De dónde y de quiénes venían? ¿Por qué se leyeron tanto?.
No tengo respuesta clara para esto, por eso vuelvo ahora a recuperar uno de los tebeos que leí, un tebeo que he hecho mío, que me proporcionó ilusión, esperanza y que me fue útil para la vida de un tiempo gris y autoritario, y que sea el lector actual el que saque sus propias conclusiones.
Cuando se escribe la historia de las publicaciones infantiles de humor, se tiende a seguir una especie de línea recta en la cual sólo caben las más directamente celebradas en el mundillo, y tiende a obviarse una inmensa corriente en absoluto desdeñable, de heroicas publicaciones desarrolladas -al menos en lo relativo a los años cuarenta/cincuenta- al margen de las emblemáticas Pulgarcito, Jaimito, TBO o Pumby. Se olvida, por ejemplo, LA RISA que llegó a conocer tres series distintas.
Y es una lástima, porque La Risa Infantil fue una de las más populares publicaciones que han existido en el panorama del tebeo patrio. Sin embargo, una serie de circunstancias la han relegado a un olvido, creo yo que interesado, de forma concienzuda y absolutamente injustificada, como si el hecho de haber funcionado durante años y (doscientos seis números) al margen de Bruguera-Valenciana hubiese sido un pecado mortal absolutamente imperdonable, causa de la pérdida de la Gracia Divina y, repito, un olvido sistemático que se traduce incluso en la práctica ausencia de reseñas escritas que acrediten su existencia. En efecto, encontrar un número suelto de La Risa es una tarea prácticamente imposible, y más aún en los cauces habituales.
En La Risa de la Editorial Marco colaboraron una pléyade grandes autores como Ayné, Boix, Martínez Osete, Darnís, etc., nombres que ya forman parte de la historia de la historieta española por derecho propio.
Entre la diversidad de temas que abordaron los mismos, el humor provocaría innumerables seguidores ávidos de ese momento de evasión que ofrece lo satírico y lo burlón, bordado de toques costumbristas y localistas muy allegados a lo que fueron las primeras historietas gráficas aparecidas en las primigenias publicaciones humorísticas, entendidas ya como tales, del panorama historietístico autóctono.
En la España franquista la desvalorización y desprestigio de la historieta por parte de los demás sectores de la cultura fue algo vergonzante. Esta intelectualidad, o pseudointelectualidad, sobre todo la relacionada con la literatura, consideró el género "bastardo", "infantil" (lo que revela un profundo desconocimiento del mismo) y "marginal", indigno siquiera de ser tenido en cuenta.
Los dibujantes y guionistas nacidos en este suelo tuvieron que luchar contra eso y, además, con las limitativas presiones gubernamentales y de las editoriales y aún así, fueron alcanzando niveles cada vez mas estilizados de realización y un estilo propio, un estilo español, que convirtió a la historieta en un género popular desde las páginas de las numerosas publicaciones específicas del género. Sus personajes cautivaron a cientos de miles de personas.
El humor en España proliferó en aquellos tiempos llenos de dificultades A pesar de que el humorista era un ser casi marginado, salvo honrosas excepciones, las revistas de humor florecieron y se multiplicaron como los hongos sin esperar a tiempos mejores. El humor cumplió una gran misión social, como catarsis de los negros nubarrones que se cernían sobre el ciudadano medio, era la válvula de escape que transformaba la desesperanza en esperanza o, al menos, en serenidad.
De estos años han quedado excelentes logros en el campo de la historieta humorística. Estas historias suelen ser de corta extensión, una página o menos, excepcionalmente dos o tres páginas. Si en ocasiones sus temáticas no dejan de ser sencillas anécdotas de ambiente cotidiano, los dibujos alcanzarán un estilismo y gracia peculiares.
La Risa, una de las muchas revistas humorísticas para niños, se convierte en el gran éxito comercial de la Editorial Marco. Este enorme interés popular puede entenderse por diversas causas: ofrece a los lectores un amplio contenido de historietas, su precio es bajo, y como ya hemos señalado cuenta con un excelente elenco de autores. La Risa, sin caer en la vulgaridad, consigue distraernos y expansionarnos. Un algo superficial, fácil, alegre y chistoso
De unos años a esta parte se han reeditado una gran cantidad de tebeos, de grandes tebeos. No es algo espectacular No se trata de una bomba que haga que nos demos cuenta del gran potencial que tiene como medio la historieta clásica, algo que por otra parte está ya más que superado. No, se trata de algo mucho más sutil, está en un estadio menor, subterráneo casi. Pero se están recuperando muchos tebeos buenos y lo que es mucho más importante, de muy diversas temáticas.
Recuerdo cuando compraba tebeos. Recuerdo cuando los tebeos era nuestro único plato de esparcimiento y diversión. Puede parecer una tontería, pero somos muchos los lectores que, todo sea dicho, esperamos con avidez el que alguien se decida a reeditar esos semanarios. Eran unos tebeos estupendos y pusieron el listón muy alto, y muy pocos artistas actuales pueden rebasarlo o como poco igualarlo
Y es La Risa donde pudimos disfrutar del mejor trabajo de uno de los más dotados artistas del tebeo español, cuyo estilo fue evolucionando y perfeccionándose, a la vez que desarrollaba un lenguaje gráfico muy personal: Emilio Boix.
Directamente nos adentramos en la narración, en la composición de la página y ahí es dónde brilla su genio. Las páginas de Boix son narrativas en toda su extensión, con un absoluto dominio del lenguaje gráfico, sorprendiendo en cada número.
La lectura de las historias de Boix ha sido mucho más estimulante de lo que recordaba. El dibujo puede parecer simple, infantil, pero estamos delante de un autor con una gran capacidad de síntesis y con un gran talento humorístico.
Sus páginas desencadenan una serie de situaciones graciosas que llega a conseguir arrancarnos una risa sana, de estas que tan a menudo nos hacen tanta falta. Queremos más tebeos como este.
No somos unos estudiosos o entendidos del genero para hacer afirmaciones. Nos limitamos a dejarnos llevar por nuestro instinto. Las gentes de nuestra edad hemos aprendido a leer con los Hipo, Monito y Fifí, Carpanta, Pumby, El guerrero del antifaz, Juan Centella o Roberto Alcázar y Pedrín y muchos otros.
Pero…. doctores tiene esta iglesia, como todas las iglesias, y yo me limito a expresar la admiración que me han suscitado estas páginas que ahora dejo en manos del lector; con la recomendación implícita de que tenga en cuenta como era el panorama español de los tebeos en la España Una, Grande y Libre; eran los años de la "autarquía económica, del intervencionismo estatal sobre literatura, cine e historieta".
Con el mercado negro funcionando a todo vapor. El racionamiento no se levantará hasta 1952. El turismo y los bikinis estaban muy lejos de la reserva espiritual de Occidente.
Cuando la historieta española se puso de largo
Década de los 50. En ese marco, las revistas cómicas y de aventuras van afianzando su presencia en el mercado editorial. Ase multiplican las publicaciones con suerte diversa. El éxito de las historietas nacionales en detrimento de los tebeos particularmente norteamericanos y europeos aumenta la demanda de dibujantes y guionistas.
A finales de los años 60 empiezan a declinar las ventas. Y después: el silencio. ¿Qué había pasado? El auge de las importaciones agrede la producción local, incluyendo a la industria editorial, acción combinada con cierta modernización de la cultura basada en modelos universales de procedencia bien definida. Pero otro hecho clave vinculado estrechamente a lo anterior contribuye al retroceso del tebeo español: el avance de la televisión.
A esta competencia arrolladora hay que sumarle la indiferencia y a veces el desprecio que sectores consumidores de cultura literaria sintieron por la historieta, a la que consideraban un género menor, reduciéndola a un divertimento para infradotados. Porqué, si divierte, si entretiene, no puede ser algo serio. Si lo lee todo el mundo, no puede ser bueno. Pero no es difícil adivinar por debajo de esta obsesión contendista, una profunda desconfianza por lo popular.
Hasta aquí, la historia, los datos anecdóticos. El tebeo (como el cine o la televisión) es, básicamente, el escenario de una mezcla. Una mezcla de géneros, estilos, recursos y estrategias, que no persigue, necesariamente, la obtención de un efecto estético, ni pretende circular como un valor, ni monumentalizarse como un fetiche.
Cada individuo tiene su edad de oro de la fantasía: el periodo de su desarrollo en el que entra en contacto con el mundo de la imaginación y que puebla con los mitos existentes en tal lapso de tiempo. Nuestra edad de oro se sitúa entre 1948 y 1958, con lecturas retrospectivas, lo que quiere decir que nuestros héroes eran "El Guerrero del Antifaz", "El Hombre de Piedra", "El Pequeño Luchador", "El Inspector Dan", "El Capitán Coraje", "Rayo Kit", "El Jinete Fantasma", “El Cachorro”, “El Capitán Trueno” etc., en medida bastante menor, "El Jabato", "Roberto Alcázar y Pedrín" …… Y en cuanto a semanarios "Pulgarcito", "Jaimito", "Nicolás", "La Risa", y el inmortal "TBO".
Debo confesar que la duda me asalta al afrontar la tarea que me he encomendado: Intentar la aproximación a una de las revistas infantiles que compitió con las populares "Pulgarcito" y "Jaimito": La Risa Infantil, una publicación que forma parte de una preciosa e irrepetible etapa del tebeo español. ¿He de escribir, a modo de reseña, un breviario crítico sobre lo que harían falta varios libros y documentados y sesudos estudios para desarrollarlos, cosa para lo que no tengo tiempo ni capacidad? Así qué me limitare a homenajear a esa revista y a algunos de sus personajes y autores en particular. Pese a la inmediatez de cada una de las reseñas de que se compone este número, con las historietas que se reproducen, podremos verificar, como ha señalado Jesús Cuadrado, que los autores de antaño, no hacían un chiste, hacían una página bestial que tenía un chiste, lo que hacían era un planteamiento gráfico, una puesta en escena salvaje, brillante, exquisita. Los clásicos dibujaban, sabían crear atmósferas.
El material exhibido ejemplifica el desarrollo de unas publicaciones, que tuvieron uno de sus niveles más interesantes de desarrollo gráfico en los años posteriores a la Guerra, y que crearon sus personajes más populares justo durante el periodo en que más se vieron constreñidas sus posibilidades creativas: la dictadura de Franco.
No creo que se pueda hablar de una publicación a recuperar, porque me gustaría pensar que nunca se ha perdido. Pero si es cierto que es un trabajo a descubrir por muchos, una muestra de lo que fue la historieta de los 40/60. Son unas historietas de humor, mucho humor.
Manuel López