Memoria sentimental en blanco y negro
Manuel López
Pero quien salvó almas fue la Iglesia. Nos salvó de pensamientos impúdicos y de tentaciones libidinosas y carnales. En las playas las mujeres estaban obligadas a llevar bañadores con faldas. Los varones tampoco podían permanecer en la arena en "bañador", debían ponerse unos calzones cortos mientras no se estuviera dentro del agua, la Guardia Civil velaba por su cumplimiento en aras de la moral y urbanidad.
La iglesia velando por nuestras almas, impuso la pena de excomunión para el que bailara agarrao, que estuviera más pendiente de ciertos frotes al ritmo musical. Y muy bien hecho, porque como luego hemos oído hasta el cansancio, de la libertad viene el libertinaje.
Como señala Antonio Guerrero, las costumbres foráneas forzaban al cambio, pero algunas reminiscencias patrióticas -afortunadamente- se mantenían. Mientras al gran tupé con que se peinaban las mocitas se le llamaba "Arriba España", estas soñaban con usar bolsos de plexiglás -los primeros y horrorosos plásticos brillantes que se fabricaban- y "medias de cristal" cuyas continuas carreras tenían que ser "cogidas" por el sistema Vitos. (No es de extrañar que estos establecimientos crecieran como el jaramago).
Por más que la Sección Femenina en sus demostraciones sindicales y gimnásticas usaran "pololos" (que eran como unos calzoncillos blancos y largos, con pasacintas, que se ataban justo por encima de las rodillas) para preservar la visión de los muslos, como en todas las épocas, el descarrío de algunas jóvenes fue inevitable. A ellas se les llamó "las niñas NO-DO", porque al igual que aquellos noticiarios cinematográficos obligados del Régimen, "estaban al alcance de todos los españoles".
Y la degradación moral llegó a alcanzar cotas inverosímiles cuando se permitió el estreno de la película "Gilda" en la que Rita Hayworth, para más vergüenza hija de un bailaor español, desnudaba sus antebrazos quitándose de forma voluptuosa y pecaminosa sus largos guantes negros, mientras cantaba "Amado míooo..." En justo desagravio, manifestaciones de fervientes católicos se situaron frente al cine, rezando el rosario, mientras algunos más impulsivos tiraban tinteros llenos de tinta a las carteleras.
Hasta el final del franquismo se defendió a ultranza la trama ideológica de los llamados principios del Movimiento: unidad e integridad de la patria, confesionalidad del Estado, la monarquía tradicional como forma de gobierno (aunque en la práctica no apareció la figura del monarca) y el corporativismo que defendía la representatividad a través del municipio, el sindicato nacional (nacionalsindicalismo, algo que también haría Hitler) y la familia.
Pero en esa España de confesión y misa diaria, se sucedieron una serie de geniales historietistas, que hicieron las delicias de los amantes del tebeo desde los años 40 hasta finales de los 60. Y es mi sincero deseo, desde estas páginas, rendir homenaje a uno de estos autores que dieron su vida entera quemándose las pestañas en un tablero de dibujo.
Darío Rafael Gordillo
Homenaje
Comprensión pragmática
Así nos encontramos con la absurda tesitura de tener que agradecer a todo autor de cierta categoría por el mero hecho de que siguiera permaneciendo en activo en nuestro país.
En suma, si hacemos un breve recuento de los verdaderos pesos pesados (sin entrar en consideraciones cualitativas individuales) de los historietistas que permanecieron más o menos ligados al medio, el resultado no puede ser más desalentador: apenas un puñado de "grandes" autores continuaron realizando tebeos con una cierta frecuencia y, por desgracia, de esos pocos, menos aún les dejaron realizar en su trayectoria algo mínimamente parecido a una curva evolutiva
Gordillo es uno de ellos, este autor se había ido confirmando de forma paulatina como uno de los autores españoles más genuina y tangiblemente comprometidos con la realidad del medio, su obra rezuma amor por la historieta en cada una de sus esquinas. Ya sólo por eso, la figura del autor merecería un respeto enorme. En cuanto a su dimensión como dibujante, no cabe duda que, Gordillo en esos años se ganó un lugar de honor entre los más grandes creadores de la historia del tebeo español.
El humor de Gordillo siempre actuó como puente entre el arquetipo y la realidad, como un signo de definición expresiva. La relectura de estas pequeñas historias cortas donde las cosas suceden porque tienen que suceder, nos resultan una pequeña joya que nos muestran a un autor que domina los recursos de la historieta, donde se nos muestra como el más genuino heredero de la tradición satírico/costumbrista inaugurado por los clásicos de nuestra historieta.
Pepote, su personaje más entrañable, es el ejemplo perfecto de que la historieta es un medio, tan bueno como otro cualquiera, para que un autor llegue a su público.
No me equivoco, sin duda, si digo que éstas son unas de las mejores historietas de humor, que he conocido durante mi adolescencia, con unos diálogos frescos y divertidos. Una buena prueba de mis afirmaciones, es el hecho de que la obra de Gordillo resiste el paso del tiempo no ya con creces, sino ampliamente ofreciéndonos aún hoy un producto que contiene la calidad suficientemente cautivadora como para deleitarse con ella.
¿Cuantas veces mientras leía estas páginas no me habré reído al sentirme identificado con una u otra actitud del protagonista? Que no le quepa duda a nadie de que Gordillo es de lo mejor que hemos tenido en nuestra historieta. Fue capaz de abrir nuevas vías de expresión tanto parodiando como homenajeando un genero, como se puede comprobar en algunas de las historietas que se reproducen en este número.
Gordillo con unos excelentes guiones y un mejor dibujo, nos presenta unas historias plagadas de crítica social, ironía, imaginación
desbordante y una corrosiva mala leche sobre el colonialismo, la religión, la guerra, el policíaco, el western, el medievo, etc. Es en la parodia donde sus historietas son increíblemente buenas, y eso que son tan sólo de una página.
Inteligencia, frescura, originalidad, ternura, humor y un grafismo de los que perduran como reconocible pasado el tiempo, se dan la mano en una obra exquisita, que refleja como pocas la época contradictoria y compleja que nos tocó vivir.
Martínez Peñaranda establece los auténticos comienzos, con personalidad propia, de Gordillo en las páginas de la revista Chicos, hacía el final de su primera época, entre los años 1948 y 1950, con Taruguito (1948) especie de Tarzanito, el que se convertiría en su personaje más querido, hasta el punto de desarrollarlo en varias ocasiones, hasta el punto de que su última obra conocida, realizada para Trinca, titulada Zongo, era una nueva versión de Taruguito con ligeras variaciones.
Hemos tenido ocasión de visualizar algún trabajo de su personaje "El Agente Secreto X-Pepe (parodia del género policíaco y de misterio), y "Mariquita Cataclismo" y su perrito "Pulgas", en las que Gordillo expresa, en esas páginas, su maestría como historietista y su particular vía cómica, cercana al non sense ingles.
Cualquiera de sus páginas demuestran que Gordillo fue un maestro del dibujo humorístico, un dibujo dinámico y expresivo, cuya trama se sitúa muy cerca de la parodia, a base de acumular tópicos, absurdos y guiños al lector. Gordillo ejecuta un dibujo modélico, limpio y equilibrado, que se ajusta a la perfección al tono de aguda sátira que recorre cada una de las historietas, que nos configuran una obra verdaderamente singular en un panorama dominado por moldes mucho más rígidos.
Si bien es cierto que los valores varían con el tiempo, las historietas de Darío Rafael Gordillo mantienen una indiscutible vigencia, es el suyo un humor adaptable a cualquier época.
Como para los gustos se hicieron los colores, habrá quien no comparta mis opiniones, pero quizá, habrá quien por medio de mi opinión descubra a un autor que no conocía…
Los episodios de PEPOTE, siguen manteniendo la frescura de antaño, continúan ofreciéndonos una sabrosa crónica de aquel Madrid desaparecido y de aspectos de la vida y costumbres españolas de entonces, con un estilo adaptable al publico actual. El cuidado que puso en el acabado visual, hacen pensar que disfrutaba con la realización del personaje, con el que experimentó con el ritmo narrativo de cada gag, y trató con un especial cariño al protagonista.
El guión es un ejemplo perfecto de cómo se debe contar bien una historia. Y el dibujo de Gordillo está como era habitual en él, a la altura del guión. Su estilo se revela como personal e intransferible y destaca especialmente del resto de sus coetáneos, tanto en el trazo como en la composición, una lectura, pues, que me ha confirmado ese flechazo que tuve con el personaje sin apenas saber nada de él.
siendo hora que del mismo modo que hay tebeos considerados clave de un determinado momento, género o autor, se empiece a reconocer los méritos de Gordillo, a quién, muy acertadamente, Luis Conde ha definido “como el cronista del mundo bobo de la burguesía madrileña de los inicios de la década (años 50).
Absténgase los que no gusten del cáustico, porque la obra de Gordillo lo es hasta la médula. A los que sí, que disfruten con este soplo de aire fresco que vino del centro.
de la burguesía madrileña
Gordillo ha representado una grata sorpresa. Lo recordaba de las historietas de su personaje Pepote que había leído en los almanaques de Aventuras del FBI, Jeque Blanco y Mendoza Colt y quizás fue por eso que me atraía tanto una relectura de esos almanaques. Luego las historias resultaron ser muy entretenidas y su tratamiento y el de su protagonista mucho más interesante que lo que recordaba.
Está fuera de toda duda que Gordillo es uno de los dibujantes
más atractivos de cuantos han surgido en el mundo del tebeo humorístico autóctono en nuestra posguerra.
A la efectividad del dibujo hay que añadir la de la planificación de las páginas, que confiere el ritmo adecuado a la narración, y la elección de los planos que proporciona fuerza a la misma.
El humor de Gordillo está muy alejado del que practicaba Bruguera, de lo que se denominó Escuela Bruguera, es un humor más castizo, en algunos aspectos, a mí me recuerda al practicado por Rojas de la Cámara con algunos de sus personajes. Incluso se permite un ligero toque de ironía no exenta de cierta mala leche en sus historietas, agazapada ésta, perversamente, entre las imágenes de un estilo visual pulcro y eficaz, capaz de hacer parecer fácil lo que es realmente difícil.
Las historietas de Gordillo, son originales y ostentan cierto toque de distinción, con unos diálogos francamente divertidos cuando hace falta. Gordillo, crea sus propias reglas en cada trazo. El rasgo característico de Gordillo es su enorme personalidad, lo exageradamente reconocible de su huella.
Entre los numerosos hallazgos de su personaje: Pepote, está la amplia gama expresivo-gestual del que ha sabido dotarlo su creador que, en ocasiones, constituye un auténtico gag por sí misma. Desgraciadamente, cualquier obra perteneciente a esos años, está condenada a una observación y valoración minoritaria. Lástima. Sí, lástima; porque de esa forma un personaje como éste habrá pasado desapercibido a la actual generación de lectores de tebeos. Y de personajes como éste se hicieron muy pocos.
En definitiva cualquier análisis confirma la originalidad y la importancia de las propuestas de este historietista. Un trabajo, de cualquier forma, imprescindible, modélico en ocasiones, con un personaje memorables en el que además comprobamos hasta qué punto Gordillo es un excelente dibujante.
Un historietista genial
Después de varios meses sin leer un tebeo, vuelvo a sentarme frente a un teclado para darme un gusto. El gusto de tener que releer unas historias espectaculares de Gordillo, de intentar analizarlas, de buscar los detalles para poder comentarlos a muchos de los lectores, que probablemente no hayan leído nunca una sola historieta de Gordillo y es que éste no es un artista tan popular como Karpa, Ibañez, por citar solo dos ejemplos. Quien después de estas líneas, acometa la lectura de las historietas de los mencionados almanaques, y después de disfrutarlas tanto como yo las he disfrutado, coincidirán conmigo en que sus tebeos no se leen solo una vez. Gordillo forma parte de aquellos alquimistas del humor que intentaban ante todo conseguir divertir a una gente en unos tiempos en los que había poco de lo que reírse.
En lo que respecta a la crítica, sería deseable pudieran recordar aquellos trabajos de los autores de la edad dorada del tebeo cómico español que hicieron las delicias de MILES de lectores en los años 50, 60 y 70. TEBEOS de consumo rápido y carcajada sincera. TEBEOS como los que ya NO se hacen, basándose en unos criterios y líneas editoriales menos elitistas. Los análisis sobre cualquier obra de la época deberían entenderse fácilmente, evitando que ningún don nadie se crea importante por el mero hecho de descalificarlos. Decir siempre lo que se piensa, siempre que no se insulte a quienes no piensen como ellos. Todo debería argumentarse.
Va siendo hora de tomarse la historieta como lo que es, una distracción y nada más. No es necesario escribir largos ladrillos interminables llenos de vacuidad para engordar su propio ego, ni es necesario faltar el respeto al trabajo de cualquier tipo de profesional que se ganaba su pan haciendo tebeos, ni generalizar con total desconocimiento sobre el tebeo clásico humorístico.
Y que quede bien claro: nosotros no consideramos que algunos críticos sean una especie de sodomitas insaciables a los que haya que repudiar. Pero sí que consideramos que las actitudes radicalmente anticlásicos de algunos son francamente impresentables.
Obviamente no quiero decir con esto que a esos tebeos no haya que criticarlos o que hayamos de adorarlos (no!!!!) pero si me gustaría que por lo menos entre nosotros, entre los que QUEREMOS a los tebeos, clásicos o no, nos apoyaremos por lo menos, por lo menos... un poquito... sería curioso... no?
Y es que ya no queda tiempo en nuestra vida para la sonrisa sincera y para las obras agradables, aunque no trascendentales. Yo sin embargo aún nos reímos con algunos TEBEOS, y nos gusta dedicarle nuestro tiempo a una obra divertida
Gordillo hace de sus historietas un ejercicio de estilo, logrando una historias basadas única y exclusivamente en la narrativa, despojada de todo artificio que pueda imponer el dibujo.
Directamente nos adentramos en la narración, en la composición de la página y ahí es dónde brilla su genio. Las páginas de Gordillo son narrativas en toda su extensión, con un absoluto dominio del lenguaje gráfico, sorprendiendo en cada número.
La obra de Gordillo no debiera precisar presentación alguna. Es posiblemente uno de los autores de tebeos más importante de la historia de nuestro país, con una obra que se cuenta por aciertos y genialidades. Es una auténtica desgracia que no exista una edición digna y unificada de la obra de quien ha sido, sin atisbo de duda, uno de los más grandes historietistas autóctonos. Gordillo: dibujante superdotado, narrador puro y mágico
En la obra de Gordillo brilla una imaginación formidable y un espíritu lúdico y juguetón. Exponente de esta segunda línea de trabajo son las divertidísimas y parodicas historietas que reproducimos. Se trata de unas historietas que acumulan gag tras gag, tanto visuales como verbales, si bien destacan éstos últimos con delirantes diálogos y personajes cuyas vicisitudes rozan constantemente el capricho surrealista, con la subsiguiente sensación de libertad creativa
Pepote
¿Qué se puede decir de este personaje que no se haya dicho ya? Posiblemente, una de los personajes de más calidad que se han visto y, sin duda, de los más geniales que ha dado nuestra posguerra. Gordillo ha sabido adentrarse como nadie en ese particular mundo de la burguesía madrileña. Dotando de una extraordinaria consistencia al protagonistas. Sus historietas narran con brillantez historias que rozan el más absoluto surrealismo, dejándonos sin embargo el más fiel reflejo de una típica sociedad de posguerra. Una de esas obras atemporales que debe ser considerada desde ya como una gran obra maestra.
Entre 1940 y 1960, España conoció una época de oro en lo que se refiere a historietas. Se publicaban gran variedad de revistas de diversas categorías: infantiles, de humor…. Las Editoriales en esos años, producía en sus talleres decenas de títulos.
Había historietas para todos los gustos: Oeste; Selva; Espionaje, etc. Su tiraje era espectacular para la época. Eran dibujadas totalmente por españoles
A finales de los sesenta nuestra historieta conoció lo que hemos dado en denominar "Los años difíciles", Muchos dibujantes partieron al exterior; otros se dedicaron a profesiones afines como publicidad y diseño; sólo unos pocos pudieron seguir en lo suyo. Gordillo fue de estos últimos, se quedó.
Pero nos estamos desviando del camino…. Gordillo, significó el descubrimiento de otro tipo de humor, un humor diferente al que nos venían dando la editorial Valenciana y Bruguera.
Concretamente con Pepote un original retrato de la burguesía madrileña, pero no solo Pepote, las historietas de Gordilla nos impactaron al igual, suponemos, que a miles de personas que leyeron sus historietas. Ese humor, ese realismo, esa personalidad en los personajes, esa imaginación en tantas situaciones, hacen de las historietas de Gordillo un interesante e imprescindible divertimento.
Manuel López.