domingo, 29 de marzo de 2009

El Guerrero del Antifaz francés


Valeriano Belmonte.

Manuel Gago García nació en Valladolid en 1925 y murió en Valencia a finales de los 80. El famoso guionista y dibujante de tebeos creó en nuestra ciudad, mientras convalecía de la tuberculosis, El Guerrero del Antifaz. Su padre, que había sido comandante republicano, cumplió condena por motivos políticos y se trasladó a Albacete con su familia. Aquí encontró Manuel un nuevo hogar y el trabajo que marcaría su vida.

Con alguna frecuencia he contado en estas páginas la vida y la obra de Manuel, su lucha contra la enfermedad que le acosaba, su empleo en un taller mecánico y su esfuerzo personal como dibujante genial, en un ambiente de fuertes restricciones y consagrado por entero a una labor que habría de reportarle grandes éxitos. Gago, con sólo diecisiete años, publicó en 1942 su primer tebeo, El espíritu de la selva. Más tarde comenzó a trabajar para Editorial Valenciana con las series Niño Gonzalo y Richard y Bakutu. Dos años después nacía el personaje que lo haría famoso, El Guerrero del Antifaz, cuaderno de aventuras ambientado en la España de los Reyes Católicos e inspirado en una novela de Rafael Pérez y Pérez. Es posible encontrar información sobre el autor y su obra, y no faltan biografías detalladas del artista. Los primeros guiones de El Guerrero los realizó Manuel aquí con su hermano Pablo y su cuñado Pedro Quesada. La serie se publicó hasta 1966, a veces con una espectacular tirada de 200.000 ejemplares. En 1946 Gago se trasladó a Valencia donde dio a conocer Purk, el hombre de piedra, ambientada en la prehistoria, con guiones de su hermano, Pablo. En 1950 crea una empresa propia, junto a sus hermanos Pablo y Luis: Editorial Garga, proyecto que fracasa y en el que figuraban los dibujantes José Ortiz, Luis Bermejo -autor de la portada de mi libro El patio, que actualmente reside en Palma de Mallorca y que presentó recientemene en Albacete una exposición-, y Pedro Quesada. Leo que Manuel Gago llegó a dibujar cinco series a la semana. Son suyos los tebeos El pistolero justiciero, El as de espadas, El defensor de la cruz, El capitán España, El paladín audaz, Puño de hierro, El Aguilucho, El cruzado negro, El guerrillero audaz y finalmente El mosquetero azul, éste con guiones de Ledesma, que editó Bruguera.
Cuando abandona este fascinante mundo en 1966 ha dibujado más de 27.000 páginas. Pero como los grandes toreros, vuelve en 1973, y cinco años después, comienza a publicar las Nuevas Aventuras del Guerrero del Antifaz, en formato vertical y en color. Aparecen 110 números. La muerte interrumpe esta empresa entusiasta.

Versión francesa

Hay, sin embargo, en la historia del Guerrero, una curiosa y excepcional novedad. Se trata de la versión francesa de las aventuras, publicada en los años 1972 a 1980 en París con carácter trimestral. El caballero del antifaz pierde su nombre y se convierte en Le masque noir -La máscara negra- mientras que la colección se llama expresivamente ¡En garde! -¡En guardia!- un aviso propio de los espadachines. Otro protagonista esencial, el moro Ali Kan, es en este cuaderno Ali Ben Ali. La historia completa se desarrolla a través de 385 páginas, y las dos últimas encierran una sorpresa porque el héroe ha rescatado a María de su cautiverio y la chica le confiesa a su padre: «Ha sido Máscara Negra quien nos ha salvado, es maravilloso. Y, ¿quieres que te diga quién es?.. Es el hijo del Conde de Roca y me ha pedido la mano...»
La última viñeta es sólo de texto, y se refiere a la boda.

Podemos encontrar un muy detallado estudio de la edición francesa de El Guerrero del Antifaz en la página web de nuestro amigo Mariano Bayona haciendo clic en el siguiente enlace:

sábado, 28 de marzo de 2009

Más fotografías de la Exposición Gago-Ambrós





Sobre la exposición dedicada a los maestros Manuel Gago y Ambrós en Gandía a la que nos hemos referido en dos ocasiones, hemos encontrado más fotografías de los paneles que conforman la colección de dibujos. Para verlos haced clic aquí:http://kraustex.blogspot.com/2009/02/exposicion-homenaje-dos-grandes.html


viernes, 27 de marzo de 2009

La página de Manuel Gago Quesada



Nos congratulamos en anunciar que la página web que Manuel Gago Quesada dedica a su padre vuelve a estar operativa.


Un lugar de visita obligada para los amantes de los tebeos de Manuel Gago.

Escribir sobre tebeos


















Los Fotogramas de la memoria
“Escribir sobre tebeos”

El escritor Claudio Magris ha escrito que la adolescencia es la verdadera estación filosófica. Es la etapa en la que nos cocemos a preguntas y tratamos de comprender ese mundo adulto edificado con muchos entuertos éticos y bastante hipocresía moral. Se trataba de de sobrevivir como se podía. Yo, como otros muchos, lo hice a través de la lectura. Me quedaron algunas cicatrices en el alma de mi aventura adolescente, pero todo ese mal rollo pertenece a la numismática del recuerdo. Mis lecturas adolescentes eran desordenadas, tebeos, novelas, libros…. Leía sin un plan preestablecido; sólo quería evadirme de la vida absurda, aburrida que me rodeaba. Los adolescentes de aquellos grises años necesitábamos héroes y como en la cotidianidad inmediata escaseaban tratábamos de encontrarlos en la lectura y donde más abundaban los héroes, aunque fueran de papel, era en los tebeos y en aquellas novelas de a duro.
Una novela imprescindible en mi adolescencia fue la Romana de Alberto Moravia, prohibidísima por estos lares. Comprendí que hay libros cuya lectura va más allá de sus páginas. También descubrí, aunque de esto no me di cuenta hasta muchos años más tarde, que el humor era el lenguaje del desencanto, pero con todo nunca acabe de abandonar la lectura de tebeos.
Hacer un recorrido por las historias que me formaron como lector sería retroceder muchos años, además hoy quiero hablar de tebeos, (no puedo negar que éstos acompañaron mi formación como lector), no de libros leídos. Los tebeos… lecturas inolvidables, que de cuando en cuando regreso a ellas, como regreso a otras más nutritivas. El retorno a El Guerrero del Antifaz, El Capitán Trueno, etc. es el otro lado de la moneda.

Estas son las lecturas que aún acompañan mi vida, tan intensas, tan permanentes como la de los libros.
Aunque mi pasión por los tebeos se fue haciendo menos compulsiva con el transcurso de los años, aún hoy me es difícil imaginar un placer más completo que el que me producían su lectura. Los tebeos siempre habían estado cerca de mí como una promesa, como una puerta, como un cofre. Siempre fue una lectura compartida con mi hermana, quizá por esto tuvo tanto peso. Era como una ceremonia en la que pactábamos un armisticio temporal. Leí tebeo hasta el comienzo de los primeros amores….
Pero muchos años después aconteció un hecho fundamental que devolvió mi antigua relación con los tebeos. Se reeditó, en formato vertical y todo color, El Guerrero del Antifaz. Le siguieron las reediciones de El Hombre de Piedra, El Pequeño Luchador, Yuki, el temerario, Piel de Lobo…. A la moda de las reediciones se sumaron otras editoriales y así pudimos recuperar El Capitán Coraje, Rayo Kit, Flecha Negra, El Hijo del Diablo de los Mares, Dick Relámpago … Todos esos perso-najes, y muchos más, son los héroes de papel de nuestra infancia y adoles-cencia. Todo un mundo reproducido en una secuencia de viñetas, todos los sueños imposibles reproducidos y recuperados con esos tebeos.

¡Tebeos! una palabra mágica. A menudo me pregunto cómo es posible que el tebeo no tenga mayores índices de lectura en España o al menos los niveles de lectura de otros países. La nostalgia es sin duda mala consejera, pero cuántas sonrisas les debe nuestra infancia a esos maestros del pincel y la tinta china.
Con el rencuentro de esos retazos de la infancia y la adolescencia, apareció la necesidad de la escritura, de escribir sobre esos tebeos, iconos populares de varias generaciones que hoy son en su mayor parte papel mojado a quienes la injusticia de la historia les ha pasado por alto.

Manuel López

jueves, 26 de marzo de 2009

El Halcón Trovador 2


Si ayer comenzábamos con la presentación del personaje llevada a cabo por Manuel Gago Quesada, hoy terminamos con un artículo firmado por Manuel López. Ambos artículos referidos a El Halcón Trovador son complementarios ya que el primero trata sobre todo, de las circunstancias vitales que rodearon al autor de esta obra y el segundo analiza con más detalle el argumento y el estilo de la misma.

El Halcón Trovador

El Halcón Trovador, obra póstuma de Manuel Gago y que fue finalizada por su hijo, M. Gago Quesada, es quizá el único trabajo que el autor pudo realizar sin sufrir las trabas de la censura a la que estuvo sometido por las autoridades del Régimen anterior, y aún las del propio editor.

La desaparecida Editorial Valenciana, siguió ejerciendo una ridícula e hipócrita acción censora en las Nuevas Aventuras del Guerrero del Antifaz, hasta el extremo de obligarle a transformar al monje Cicuta en un suplantador que se hace pasar por inquisidor, quedando así a salvo tan excelsa institución.
El Halcón Trovador fue concebido por el autor como una serie de fascículos de dieciséis páginas cada uno, en episodios no conclusivos; Manuel Gago tenía intención de publicarlo en la única editorial que él fundó: Ediciones Isval, en 1979.

El verdadero leitmotiv de la saga no es otro que presentarnos las aventuras amorosas del Halcón Trovador, de quién todas cuantas féminas se cruzan en su camino quedan prendadas de sus irresistibles encantos, deseándolo ardorosamente y no cejando hasta llevárselo al lecho para gozar de sus atributos, no haciendo éste ascos a ninguna beldad, ya sea plebeya o dama de alta alcurnia. Con la lectura de El Halcón Trovador se nos hace patente la irónica parodia del cómic erótico “made in Italia” que se venía publicando por aquellos años, quizá como desquite de los muchos años en los que tuvo que inhibirse de lo que verdaderamente hubiera deseado contar.

Sinopsis
En la Hungría de la Edad Media donde los señores feudales tenían a sus vasallos subyugados y atemorizados por medio de injustos y despóticos inquisidores, es donde transcurren las aventuras de Diekog Klaus, “El Halcón Trovador”, joven apuesto y dotado de una envidiable capacidad para seducir a cuantas mujeres se cruzan en su camino. Ninguna logra evadirse de sus encantos, todas ellas acaban sucumbiendo a su simpatía y atractivo por lo que en más de una ocasión debe salir por piernas de un pueblo o villorrio ante la furia de un marido o novio burlado.

Junto a la caravana de gitanos que le recogieron siendo niño, vuelve al condado donde se crió con el ánimo de vengarse de ulios Dimitri, Gran Inquisidor, y del Duque Boskof quienes condenaron a su padre a la hoguera. A su entrada en la ciudad Diekog se topa con Rosko, compañero de la infancia, quien resulta ser el líder del grupo revolucionario que pretende terminar con la tiranía del Duque ulios Boskof y sus inquisidores, el cual trata de, recordándole lo acaecido con sus padres, atraerlo a su causa, tras un encuentro con un oficial inquisidor, y ya en el domicilio del líder revolucionario, éste le presentará a su esposa Kornelia, quien resultará ser una antigua compañera de juegos de nuestro héroe, y que siempre ha estado enamorada de él. Finalmente Diekog llevará acabo su venganza no si antes haberse acostado con Kornelia, con la esposa del Duque y cuanta mujer se cruza en su camino.

Si a las relaciones hombre-mujer mostradas se las ha acusado de ser éstas de un sublimado amor platónico, visto a través del prisma deformado de mentes reprimidas y enfermas que abogaban por la eliminación del atractivo sexual, llevando la caballerosidad, el respeto, el honor y el cariño, a tales extremos de integridad moral, que se confunde con algo aberrante propio de seres asexuados, en El Halcón Trovador Manuel Gago, en socarrona pirueta, que se evidencia incluso en los nombres dados a los personajes, nos presenta unas relaciones hombre-mujer en las que no existe amor sublimado ni platónico, nos presenta unas relaciones de seres sexuados para los que no cuenta ningún tipo de integridad moral, seres para lo que únicamente cuenta la satisfacción sexual.

Gráficamente nos encontramos con el mismo estilo que el de Las Nuevas Aventuras del Guerrero del Antifaz, con un lenguaje narrativo que es exponente claro de lo que fue llamada la Escuela Valenciana, sin intelectualismos, sin complicaciones, si se quiere con un cierto maniqueísmo, que hace que los malos sean muy malos y los buenos muy buenos, pero que consigue atrapar al lector.
Habrá sin duda alguna, como en toda obra de Manuel Gago, quienes harán otra lectura. El Halcón Trovador es una obra intranscendente y desenfadada en la que su verdadero valor intrínseco radica principalmente en ser una de las escasísimas obras inéditas de este autor. Suponemos que esta vez tampoco tendremos paciencia para anotar las descalificaciones absurdas, contradictorias, vulgarmente ofensivas y tan poco serias que pronunciaran un grupo de diversos críticos, que descalificaran cuanto hemos dicho.
Por tanto el lector debería reflexionar. ¿Sobre qué? ¿Sobre lo que ha dicho cada uno y sobre quién tiene razón?

Seamos serios, en la inmensa mayoría, pese el bombardeo de palabras de gloriosa exaltación o de radicales descalificaciones, nos dejamos llevar por aversiones o por simpatías, por prejuicios, por emociones o por fidelidades

Manuel López

Como curiosidad final una breve reseña de la obra publicada en el Diario de Avisos de Santa Cruz de Tenerife el 6 de Junio de 1993.

miércoles, 25 de marzo de 2009

El Halcón Trovador 1



A continuación os ofrecemos en dos partes sendos artículos relacionados con esta obra póstuma de Manuel Gago; "El Halcón Trovador". En primer lugar, la presentación del libro que fue editado en 1992 por El Boletín, donde Manuel Gago Quesada, hijo de Manuel Gago García nos revela los pormenores del mismo y denuncia el sometimiento que su padre padeció durante toda su vida profesional tanto en el ámbito censor como en el de la titularidad de sus creaciones.

Mañana completaremos la información referente al "Halcón Trovador" con un excelente artículo de nuestro amigo Manuel López

Ficha técnica:Título: El Halcón Trovador
Guión y dibujos: Manuel Gago Garcia. Las 10 últimas páginas son de su hijo Manuel Gago Quesada.
Edita El Boletín.
Año 1992

El Halcón Trovador
El presente volumen, editado doce años después de que falleciera su autor, es de inestimable valor para todo aficionado a la historieta de los Grandes Maestros del Tebeo Clásico español, principalmente por dos Razones: en primer lugar es una de las escasísimas obras que de Manuel Gago quedaron inéditas, y en segundo término, el autor trabajó a su entero gusto, sin sufrir las trabas de la censura a las que se vio sometida toda su producción, tanto por parte de las autoridades del régimen político anterior competentes en la materia, como de la empresa que tuvo la suerte de editar (y apropiarse) de sus mejores obras; tal empresa, la desaparecida editorial Valenciana, siguió ejerciendo una ridícula e hipócrita acción censora ya en tiempos del llamado estado de derecho que quedó plasmada a lo largo de las “Nuevas aventuras del Guerrero del Antifaz”; en esta serie, desaparecida la censura del sistema político anterior, Manuel Gago quiso ya expresarse libremente a través de sus personajes, lo que tan sólo consiguió parcialmente, debido a las restricciones que el director de la citada empresa le imponía, en aras del catolicismo, moral y rectas actuaciones hipócrita-conservadoras que los personajes”buenos” tenían que seguir exhibiendo.

El Inquisidor es obligado a convertirse en un "falso monje".

El autor quiso humanizar más a sus personajes, restándoles buenas dosis de fanatismo y concediéndoles su derecho a cuestionarse cualquier principio personal, político, social,...Así, vemos aparecer a Ramiro, el nuevo escudero del Guerrero, que, enamorado de la esposa de éste, llega a albergar sentimientos del todo contradictorios; o al mismo Guerrero del Antifaz, al que es fácil suponer unido sentimentalmente a Li Chin, pero sintiéndose atado a la Condesa de Torres y al hijo de ambos, Adolfito. Otro ejemplo de humanización del personajes nos lo muestran sus relaciones con Mohamed Kan, el hijo del peor enemigo que tuvo el Guerrero del Antifaz. También aparecen con claridad las injusticias de los Reyes Católicos, y de muchos señores feudales de la época.
La idea original de Gago y la portada definitiva. El título ha sido cambiado y los símbolos religiosos eliminados.


Pero hay un punto en que el editor le dice al autor;”Basta ya de inmoralidad”, e impone sus virtuosos criterios, cargados de humanidad y catolicidad medievales, y le explica a Manuel Gago que la Santa Inquisición no podía ser una institución malvada, que caballeros feudales de malévolos sentimientos no podían lucir cristianas cruces en sus yelmos, que los Reyes Católicos encarnaban las más tradicionales virtudes y bondades que el ser humano alberga en su alma... y un sin fin de etcéteras, lo que trae como consecuencia que los inquisidores hayan de ser transformarse en falsos inquisidores, por ejemplo en el monje Cicuta, que es malvado porque se hace pasar por inquisidor, suplantando así a tan excelsos y virtuosos personajes. Hay más ejemplos, que el aficionado que siguió las “Nuevas Aventuras del Guerrero del Antifaz”, posiblemente recuerde.

Una escena inequívoca. Lichín y El Guerrero vistiéndose.
El presente volumen de El Halcón Trovador que llega alas manos de los aficionados de la historieta clásica con doce años de retraso, fue concebida por el autor como una serie de fascículos de dieciséis páginas cada uno, en episodios no conclusivos; Manuel Gago tenía intención de publicarlo en la única editorial que é fundo, Ediciones Isval en 1979 (aclaro a quien no sepa que Editorial Maga fue un medio de vida que Manuel Gago proporcionó a sus hermanos, que así pudieron salir muy bien en aquella España difícil de los cincuenta.




































Los cuatro fascículos de “El Halcón Trovador” que el aficionado tiene ahora mismo en sus manos, fueron realizado en el verano de 1980, pocos meses antes de la muerte del autor; están realizados con esmero e ilusión, sin prisas. Manuel Gago era un ser humano de talla excepcional que, ni enfermedades ni las bajezas humanas más ruines podían hacer mella en él; pocos meses antes, en enero de 1980, el autor de “El Guerrero del Antifaz” tuvo que romper un contrato que había firmado con la empresa cinematográfica Globe Films, tras escuchar telefónicamente, por parte de quien dirigía entonces la Editorial Valenciana las siguientes palabras:”Usted no puede firmar ningún contrato con nadie porque el personaje lo tengo registrado yo a mi nombre”. Aún así, Manuel Gago siguió dibujando semanalmente un episodio de dieciséis páginas y portada, durante los escasos doce meses que le quedaban de vida. La retribución de cada episodio era de 27500 pesetas; cantidad con la que se tenía que conformar si quería seguir dibujando las aventuras de su personaje predilecto, ay que éste le había sido sustraído, sin que mediara venta ni contrato alguno, en 1946 por Juan Bautista Puerto Belda, que registró título y dibujo a su nombre.

Los originales de la obra de Manuel Gago fueron hechos desaparecer por los herederos del mencionado individuo, con lo que desapareció la posibilidad de instituir un museo que albergara la extensísima producción de este autor.

En la actualidad, ellos siguen poseyendo el registro legal de los principales personajes creados por Manuel Gago. Los daños causados, primero al autor, y luego a sus herederos legales, por Juan Bautista Puerto y sus herederos son incalculables, e irreparables desde mi punto de vista, pase lo que pase en cuantos pleitos puedan ser entablados contra esto individuos. Aquí se impone aquello de “confiar en la justicia divina”.

Para acabar con esta introducción que no he podido evitar que sea algo extensa, tan sólo me queda informar al lector que la historia quedó inacabada a causa de la muerte de autor, un doloroso 29 de Diciembre de 1980; por ello, el guión y dibujo de las diez últimas páginas los he realizado yo, antes que nada como homenaje a mi padre, y para posibilitar al aficionado el conocimiento de esta obra inédito de Manuel Gago, tan distinta de su producción conocida, absolutamente toda ella sometida a los estragos de los censores, tanto profesionales como aficionados.

Manuel Gago Quesada

domingo, 22 de marzo de 2009

El Guerrero y sus amiguetes en las Fallas



El Guerrero del Antifaz, Roberto Alcázar y Pedrín, Bartolo, Jaimito, Trompy...
Esta comisión fallera ha conseguido el quinto premio y el mejor ninot con Pumby. Su artista Jose Luis Perez.
Plaza de la Tienda de Benimamet.

Perspectiva completa


El Soldadito Pepe y Pumby


Pumby en primer plano


Blanquita




Boceto de la maqueta


Niño leyendo un Pumby
Para mayor información sobre el tema:

viernes, 20 de marzo de 2009

El Capitán Valiente



El Capitán Valiente

Ficha técnica:
El Capitán Valiente
Editorial Maga 22 ejemplares
Formato 17x 24
Año de edición del primer número: 1957
Dibujante: Manuel Gago
Guionista: Pedro Quesada

Epoca: Año 1520
Protagonista:
Santiago Valiente, capitán del ejército de Hernán Cortés
Personajes históricos:
Hernán Cortés (1485-1547) conquistador de México
Pedro Alvarado
Guatemocín o Cuauhtemoc (1502-1525), rey de los aztecas (1520)
Doña Marina (Malintzin, Marina o Malinche)
Carlos I (1500-1558), rey de España (1516-1558)


El análisis de la vasta producción de Manuel Gago, nos lleva implícitamente a la Editorial Maga donde volcó su prolífica imaginación, creando una buena cantidad de títulos, muchos de ellos con guión de Pedro Quesada. Y de unas de estas colecciones de la que hemos querido tratar en estas líneas: El Capitán Valiente.
Al igual que los del Wendigo, siempre he mantenido la teoría de que lo que se ha de analizar a la hora de valorar una obra es la obra en sí, lo demás es anecdótico y recurrible. Es indudable que las vicisitudes y vivencias por las que pasa a lo largo de los diferentes periodos de su vida, tienen enorme influencia en ella, para magnificarla o empobrecerla, pero no deben ser un factor a ponderar a la hora de analizar la bondad de una de sus creaciones, de su obra. Ciertamente los personajes de Pedro Quesada son unos personajes siempre trágicos y atormentados. Sus guiones son siempre portadores de un trasfondo moralista y religioso, pero no es menos cierto que siempre resultan interesantes. Pedro Quesada recreó el estilo del folletín, trasladándolo, con indudable acierto, a la historieta, fue uno de los mejores guionistas de la historieta española de posguerra. Desde los inicios de su carrera, jamas dejó de ocupar uno de los primeros puestos.
Las aventuras de Santiago Valiente se sitúan, en sus inicios, en la época histórica de la conquista de México por Hernán Cortés. Y aunque el guión está basado en lo que se nos decía sobre la conquista del nuevo mundo, éste está bien dosificado, estructurándose a través de acciones paralelas que van surgiendo a lo largo de la acción para más tarde ir encajando unas en otras, hasta hacer un todo común de excelente valor narrativo. Pedro Quesada demuestra, como en sus mejores obras, su exacto conocimiento del ritmo, su dominio económico del diálogo… En resumen, su talento como guionista.
Referente a los dibujos, estos reúnen el suficiente atractivo estético y son muy adecuados narrativamente, tanto es así, que el mayor elogio que se les puede dedicar pensamos que es el de que pasan totalmente desapercibidos en una primera lectura. Son dibujos verdaderamente funcionales con la historia que se cuenta. Sus personajes, dotado de un exceso de dinamismo que con frecuencia le lleva a adoptar posturas imposibles, pero que el pincel de Gago hace creíbles. El Capitán Valiente es todo agilidad, movimiento constante, Sin embargo, éste es el calificativo que mejor podría definir la labor de Gago.
Porque el estilo de Manuel Gago, creo un estilo de enorme repercusión en el campo de la historieta autóctona, seguido y asimilado por un elevado número de autores. Por eso Manuel Gago fue, y sigue siéndolo, una de las más rutilantes estrellas del universo de la historieta española.
En cuanto a la credibilidad de los hechos históricos que se nos relatan… la problemática que se nos plantea consiste en el adecuamiento a la realidad social imperante en la época de la creación de la historieta.
En aquellos años, nuestra historia desde la óptica del Gobierno Franquista, está tan llena de mitos que a veces no se pueden distinguir de la realidad. Febrero de 1956, constituyó el punto de arranque para una radicalización profunda y que pone fin al aperturismo de Ruiz-Giménez y, consiguientemente, a toda esperanza de modernizar la fachada cultural sin reformar las estructuras sociales y políticas. En la prensa las repercusiones fueron muy fuertes, fueron prohibidas numerosas publicaciones.
El control sistemático de toda expresión cultural, resulta equiparable al de su primera fase, con los mismos métodos totalitarios que antaño. La censura se recrudece, no de forma transitoria sino como constituyente de los planteamientos morales de la Nueva España.
Es perfectamente lógico, por ello, que cualquier tebeo que tuviera un trasfondo histórico lo hiciera de acuerdo con la historia de España pregonada por el franquismo. Después de todo el tebeo era la aventura, héroes aguerridos y escenarios de cartón piedra, continuarás improbables y villanos de una pieza y novias eternas que despertaban pasiones que no comprendían y jamás eran capaces de encadenar para siempre los sentimientos de sus enamorados y estaban dirigidos a un público infantil y juvenil.
Decíamos que los inicios de la colección están situados en la conquista de México por Hernán Cortés y más concretamente en el episodio conocido como "La noche triste", con todas las licencias que permitía la historieta y la censura.



La noche triste
Ausente Hernán Cortés, en Tenochtitlan los mexica se preparaban para celebrar la gran fiesta del mes "toxcatl" en honor de sus dioses principales, autorizada por Cortés a cambio de no realizar sacrificios humanos. Los españoles comenzaron entonces a sospechar que la fiesta podría ser el comienzo de una rebelión, posiblemente alentados por sus aliados indios, y así, el mismo día de la fiesta, cuando toda la nobleza mexica se hallaba reunida, Pedro Alvarado ordenó el asesinato de más de seiscientos señores principales. La respuesta indígena no se hizo esperar, y al regreso de Cortés a la ciudad se encontró a sus hombres cercados, hambrientos y desesperados. Intentó calmar la situación obligando al tlatoani Moctezuma a dirigirse a la multitud desde el balcón de palacio, pero resultó asesinado sin que las crónicas acuerden si fueron las pedradas o flechas de la multitud o el puñal de un español. Hostigados y hambrientos, los españoles y sus aliados resuelven abandonar cautelosamente la ciudad siete días más tarde, la noche del 30 de junio de 1520, no sin antes repartir el oro entre los hombres y apartar el quinto para el rey. Puestos en camino por la Calzada de Tacuba, los primeros en salir consiguieron hacerlo sin ser advertidos, llevando consigo puentes portátiles de madera para cruzar los canales. Al llegar al cuarto canal, una mujer que sacaba agua los vio y dio el grito de alarma. Inmediatamente se corrió la voz y multitud de barcas y guerreros a pie se dirigieron hacia el canal para cortarles la retirada, pertrechados los mexica con escudos, macanas y lanzadardos. Una multitud de flechas y piedras cayeron hacia los españoles, quienes respondieron a golpe de ballesta y arcabuz. Los muertos caían de uno y otro lado, mientras los supervivientes españoles intentaban avanzar a duras penas. El peso del botín de oro hundió a muchos en las aguas. Al llegar al llamado canal de los toltecas, perseguido por los mexicas, numerosos españoles, indios y caballos se despeñaron, quedando el canal cegado por los cuerpos. Apoyándose en las víctimas consiguieron atravesarlo y llegar hasta Popotla. Tras una breve pausa, hasta allí llegaron "dando alaridos, hechos una bola en torno de ellos los mexicanos", apresando y matando a los españoles y a sus aliados. Estos se ven obligados a seguir huyendo, perseguidos, hasta Tacuba, donde muere el hijo de Moctezuma atravesado por un tiro de ballesta.

Pero de todos aquellos héroes de papel que creara Gago, unos tuvieron mejor fortuna que otros. El éxito y la permanencia de todos ellos no fue uniforme. El Capitán Valiente no fue de las más afortunadas en cuanto a la aceptación del público lector, de ahí su corta duración: 22 números. Sin embargo, que nadie se llame a engaños, El Capitán Valiente es un tebeo entretenido, con una historia sugerente y que proporciona un buen rato de lectura.

Manuel López (Dibujos Olalla)

miércoles, 18 de marzo de 2009

El Hijo de las Galeras

















Memoria sentimental
en blanco y negro

1939 es un año clave que supone el inicio de una nueva etapa en nuestra Historia. En todos los planos de la vida (económico, político, social, espiritual…) se viven las consecuencias de la guerra, y el mundo de la historieta no es una excepción.
La actitud predominante durante los primeros años se caracteriza por la intransigencia, la instrumentalización apologética de la historieta, la exaltación patriótica, la reivindicación de un nacionalismo trascendente y confesional, la erradicación de casi todo procedente anterior, la importancia de la censura, etc.
Ahora bien, la nueva cultura no puede partir de cero. Se intenta rescatar una tradición anterior en la que predomine la idea tradicional de lo español, se acude, así, a la España Imperial del siglo XVI, época en la que se encarnan los valores de heroísmo, catolicismo, centralismo, nacionalismo y proyección universal.
Otros rasgos historietisticos que definen estos primeros años de posguerra serán el desarrollo de una corriente belicista, la exaltación del destino trágico y noble de una generación abocada al autosacrificio, la exaltación política y propagandística, y, en menor medida, el cultivo de una historieta de humor.
Si bien ni considerado por la crítica literaria, para los que nacimos en los '40, los tebeos eran ilusión y evasión. Es difícil concebir el pasado sin las previas imágenes que nos transmitieron esos tebeos. Cuando al entornar los ojos trato de adivinar como eran los lugares de mi niñez, y es que todo ha cambiado mucho, quizás demasiado. Por esta razón es que hago ejercicios periódicos de memoria; los rescoldos del pasado no pueden borrarse y caer en los abismos fríos del olvido.
¿Cómo olvidar el barrio de la ciudad en que nací? Los amigos, los familiares y el marco en el cual crecí... ¡Imposible! Además, el recordar un pasado bastante difícil en la existencia cotidiana, me hace recordar tantos libros y tantos tebeos que, hoy, están invadidos por esa nostalgia gris y melancólica del ayer… Escribo y siento que estoy volviendo a mi adolescencia.
Sin duda, las experiencias de la infancia con aquellos tebeos mágicos, marcaron indelebles trazos en lo más profundo de mí. O, tal vez, debería expresarlo de este modo... aquellos tebeos reunieron los elementos necesarios para dar rienda suelta a la capacidad de soñar y evadir la realidad.
Sentados a la puerta de la escalera del Siscu donde leí una ingente cantidad de tebeos, mis sentimientos son de agradecimiento, ya que fueron para mí la base de mi posterior afición a la lectura.
Tal vez sea la nostalgia de los años perdidos lo que me ha llevado a escribir estas líneas sobre tebeos para el Boletín, de tebeos que cruzan por mi memoria, lejanos tebeos que hasta yo juraría estaban olvidados. Unos tebeos que al acercarme a sus páginas me invade esa sensación milagrosa del dibujo. Unos tebeos que me sumergen en el torbellino de la lectura.
Así me propongo, aunque sólo sea a modo de pinceladas, dejar plasmado como recuerdo uno de aquellos tebeos de aquella infancia ya tantos años perdida.
Tras una de esas impactantes portadas a las que nos tenía acostumbrados Gago, se escondía el primer número de:

El Hijo de las Galeras

El Hijo de las Galeras
Editorial Garga - 1950
16 ejemplares de 24x17
Dibujo Manuel Gago
Guión Pablo Gago

Como homenaje a los tebeos de El Hijo de las Galeras y a su autor Manuel Gago, que tantos momentos inolvidables nos hicieron pasar en los lejanos días de 1950, hagamos un breve comentario de aquella colección. Debo confesar, que al rencontrame de nuevo con el personaje, con motivo de estas líneas, me provocaba cierto temor, temor a destrozar uno de los muchos recuerdos queridos de aquellos ya lejanos años. Afortunadamente ha valido la pena y, aunque, naturalmente, no se puede ya ver las cosas con los mismos ojos de antaño, sigue pareciéndome una serie destacable.
El popular dibujante Manuel Gago, fue el creador de las series de mayor calidad media, dentro del limitado terreno del tebeo popular, durante los años 40/50 en España. Manuel Gago creó para el aficionado lector adolescente una serie de personajes, quizá irrepetibles hoy, pero… el sabor insustituible de aquellos relatos de los años 40/50, leídos en su tiempo con mentalidad juvenil, fascinada por aquella lectura, jamás podremos olvidarlos, quedando la deleitación de su recuerdo. El dinamismo del dibujo en El Hijo

de las Galeras, otorga a la serie una valoración positiva que se añade a la amenidad y brillantez narrativa.
El Hijo de las Galeras es una de las obras más brillantes publicadas en la España postbélica. Las razones van desde la presencia de una historia interesante y que se traduce en un guión técnicamente correcto hasta un dibujo que supera las limitaciones de trabajar con aquellos plazos de entrega. A esto hay que añadir el cariño puesto por Manuel Gago en su trabajo, Los números de la serie son un autentico compendio de virtudes, de sintetización, de narrativa, de resultados máximos con económicos medios, una vez más asoma la mano del artista que interpreta y deja su sello en cuanto toca.


Hablar de Manuel Gago es hacerlo de uno de los grandes del tebeo autóctono. La maestría de su dibujo tiene su paralelo en la facilidad que posee para la narrativa gráfica, que a lo largo de su carrera demostró en infinidad de ocasiones con páginas realmente antológicas. Un reputado artista, una leyenda en el mundo de la historieta española, un hombre tremendamente inteligente, trabajador y talentoso.
Basta con observar cualquiera de los números del Hijo de las Galeras para ver confirmado cuanto decimos. Gago firma un trabajo, donde su dinámico dibujo y acertada narrativa atrae hacía su lectura incluso al más reacio de sus detractores. No soy, desde luego, ningún experto, sino un simple aficionado, pero creo que para cualquiera que se asome a la lectura de este autor, le resultará evidente su dominio del medio
Gago es ante todo un soberbio narrador, que sabe encontrar siempre la planificación de la página más adecuada para cada escena, manteniendo a la vez el ritmo a pesar de las premuras a la que se veía obligado en su realización.
Por mas que se quiera ignorar, la década de los 50 supuso un notable paso hacia delante para la historieta española. Gracias a artistas como Manuel Gago que supieron ofrecernos unos trabajos dignos y de una calidad muy superior a la media decuanto se venia publicando anteriormente.
El Hijo de las Galeras supone una más que interesante y original aportación a la ya larga serie de títulos de este autor. Habrá, quizá, quien critique lo trepidante de la acción, pero eso es algo que no puede evitarse. Los personajes del tebeo son un espacio que marca sus límites contra el resto del espacio. Su vida consiste en figurar y su supervivencia depende de seguir destacando sobre el entorno. Por lo tanto la frecuencia de enfrentamientos y confrontaciones no suponen una tendencia particularmente morbosa de la historieta sino una adecuación a las posibilidades de la superficie sobre la que se desarrollan la mayor parte de sus ingredientes constructivos. Dichos tebeos fueron típicos y representativos dentro de la década de los cincuenta. Lo que sí me parece remarcable es la manera que tiene Gago de contarnos esta historia repleta de referencias, en la que todo recuerda a algo
ya visto y leído y que, sin embargo, deja un grato sabor, la lectura es tan fácil que todo se asimila con una sencillez que sólo las excelencias de un gran narrador pueden conseguir y Gago, sin duda alguna, era un excepcional narrador.
No sería justo terminar este breve comentario sobre el Hijo de las Galeras sin mencionar el a-

partado gráfico de las excelentes portadas de la serie que nos invitaban a la irremediable adquisición del cuadernillo.
Somos muchos los aficionados que echamos de menos a esos autores de los cuadernillos de posguerra, a pesar de según una critica elitista ha calificado a sus creaciones, salvo excepciones, como reaccionarias y portadoras de todos los ideales del régimen franquista.
A mí toda la ideología que se genero en torno a los tebeos de posguerra, llamados los cómics del franquismo, siempre me ha parecido un poco absurda en su momento. Ahora, ya desde la distancia, no se tiene mucho en pie.
Lo positivo de esto, es el que te obliga a estudiar con mucho más detenimiento los trabajos realizados en esa época con el fin de ser lo más ecuánime posible y no dejarnos influir por la nostalgia que aún hoy despiertan en nosotros.
Nunca me he planteado ser abanderado de algo, lo que reivindico es el tebeo como medio narrativo, co-
como lo hacían esos tebeos de posguerra, como lo hacían los dibujantes como Manuel Gago.
¡Pero no!, todo eso es silenciado y la única preocupación de quienes se ocupan de esos tebeos, es buscarles consignas facistoides, mientras tanto nos han ido invadiendo una pléyade de Superhéroes americanos o mangas japoneses, mientras la historieta autóctona yace en el panteón del olvido. No seamos ingenuos. La aversión a todo lo de una determinada época nos es más que una herencia USA. El país que produce los tebeos más fascistas y xenófobos del globo, se nos presentan como los waps, sin mancha alguna, como los guardianes de la democracia, su democracia por supuesto, en contra del fascismo y el comunismo. La globalización, aparte de la música, la comida, la ropa, la triste drogadicción imbécil, esta entrando a través de los tebeos. Y es que los tebeos, ni son fascistas ni son demócratas, son buenos o malos.
En resumen: "El Hijo de las Galeras" resulta una
obra a la que hay que prestar atención porque la elaboró un artista que en esta serie demostró, sobradamente, ser un gran historietista y porque leer un tebeo dibujado por Manuel Gago, es un retorno a las esencias perdida de la mejor historieta, se lee de un tirón y se disfruta.
Por supuesto, las valoraciones criticas e ideológicas son totalmente personales y no pretenden en modo alguno influenciar al lector, que es, evidentemente, libre de disentir plenamente con mi criterio.
Manuel López

domingo, 15 de marzo de 2009

Los tebeos de mi infancia

Siguiendo con la iniciativa que partía de aquí, de aquí, de aquí y de aquí, voy a mostrar algunos de los tebeos que me hicieron soñar en mi infancia. Los he colocado más o menos por orden cronológico. Los primeros los leí con 6 ó 7 años y los últimos con 13 ó 14 como mucho. El criterio seguido es puramente nostálgico. Faltan en esta lista cientos y cientos de tebeos que también me acompañaron. Si la lista fuera de los mejores cómics o de los leídos en la adolescencia o madurez, la lista sería radicalmente distinta.



Don Miki. De lo que más me acuerdo es del Tío Gilito bañándose en la piscina repleta de monedas de oro y de sus tres sobrinillos.


Pumby. Gracías Sanchis. La fantasía elevada a la enésima potencia

TBO. También dispuse de un montoncito. Bueno, también leí Mortadelos, Pulgarcitos, DDT, Tío Vivos, etc.


El Pequeño Luchador. Los niños todavía jugábamos a las películas del Oeste en la calle. Me enganchó esta edición porque fue la que conocí.


El Hombre Enmascarado. Otro tebeo que me encantaba, era de mis preferidos.


¿Qué voy a decir aquí del Guerrero del Antifaz? Todos ´conocéis mi devoción por Gago.


La Patrulla-X. Un nuevo concepto: los mutantes. Aún recuerdo cuando desapareció el montoncito que tenía de esta colección, hasta que buscándolos mi madre me confesó que se había derramado una garrafa de aceite sobre ellos y tuvo que tirarlos.


Spiderman. Desenmascarado por su peor enemigo. Gran historia pese a la cutre edición que sufrió. He puesto ésta pero podía haber puesto cualquier otra, ya que fue uno de los personajes que más seguí.


Mortadelo en el mundial 82. Junto a la máqina del cambiazo, las aventuras que más recuerdo y con las que más nos reímos en la panda.


La Patrulla x. La muerte de Fénix. Una aventura espectacular. Claremont y Byrne en su mejor momento.


Los 4 Fantásticos. Contra los Skrulls, que tan de moda están actualmente.


Superlópez y las mejores parodias de los superhéroes. Recuerdo comentar también los chistes de este tebeo con mis amigos.


La muerte del Capitán Marvel. Impresionante reflexión sobre la enfermedad y la muerte. Realmente me impactó.
Posiblemente haya sorprendido con esta lista a más de uno, que quizás esperaba encontrar tebeos de los años cuarenta y cincuenta (por la temática habitual del blog) pero esto es lo que leí de niño. Mi interés y mi labor de investigación por conocer este medio es lo que me ha llevado a senderos propios de personas de edad mucho más avanzada que la mía y a interesarme por los tebeos de que disfrutaron otras generaciones, cada vez más lejanas, aunque también sigo más o menos la actualidad y trato de estar al día con respecto a lo que se edita en el cómic en estos momentos.
Actualización.
Al contarlos me he dado cuenta de que se me habían quedado fuera estos dos que también tenía preparados.


Otro de Gago
Frank Miller reescribiendo la historia de Daredevil.