domingo, 11 de diciembre de 2011

100 razones por las que amo los tebeos



Por iniciativa de Pablo, me uno a esta entrada colectiva y aporto mi personal lista:

1. Por las sombras de Gene Colan.


2. Por las telarañas de Steve Ditko.

3. Por el hambre de Carpanta.

4. Por tener unos vecinos peores que los de 13 Rue del Percebe.

5. Porque soy igualico que el defunto de mi agüelico.

6. Porque todos los piratas de Iranzo tienen cara de malo.

7. Porque Pedrín es más descarado que Tintín.

8. Por los imposibles especímenes antediluvianos de Purk el hombre de Piedra y de Piel de Lobo.

9. Por la liberada Carolina que le arrebata a la sumisa Margarita el amor de El Pequeño Luchador.

10. Por Aixa y Zoraida, ¡voto a bríos!

11. Por los lúgubres callejones y la neblina londinense del Inspector Dan.

12. Por la angelical Gwen Stacy, que en paz descanse por mucho tiempo.

13. Por los cielos de Asgard.

14. Porque están locos estos romanos.

15. Por el maravilloso arte de Emilio Freixas.

16. Por Ambrós.

17. Por la estela del surfista que surca el cielo.

18. Porque Jack Kirby es Dios.

19. Por solidaridad con los acreedores de Vázquez.

20. Por el ibero de Darnís.

21. Por el arte con mayúsculas de Harold Foster.

22. Por el trazo suelto de Manuel Gago.

23. Por los rayos gamma.

24. Por la Zona Negativa.

25. Por la funesta Doña Urraca y por el tonto Caramillo.

26. Por las piscinas repletas de oro del Tío Gilito.

27. Porque Sí, Señor.

28. Por las batallitas del abuelo Cebolleta.

29. Por las bicicletas que nunca conseguían Zipi y Zape.

30. Por la invisibilidad de la zarpa de Blasco.

31. Porque es la hora de las tortas.

32. Por la puntería de Bullseye.

33. Por la familia Ulises.

34. Por los niños de Paracuellos.

35. Por Martínez el facha.

36. Por las gafas de Rip Kirby.

37. Por los indios de Yuki el temerario.

38. Por el pequeño Pantera Negra de Miguel Quesada.

39. Por los náufragos de Coll.

40. Por el masoquismo de los supervillanos que vuelven una y otra vez para ser apalizados por el héroe de turno.

41. Por Superlópez y su supergrupo.

42. Por los correos del Doctor Átomos.

43. Por el fantasma de Greenwich Village.

44. Por los puros de J. J. Jameson.

45. Por los disfraces de Mortadelo.

46. Por el amor de Belit.

47. Por las gafas de Clark Kent, que hacen milagros y evitan que nadie te reconozca.

48. Por los seguidores de un blog sobre tebeos.

49. Por los mares que surca Corto Maltés.

50. Porque Clara de noche es la mejor en su oficio.

51. Por las montañas de lectura pendiente.

52. Por la humanidad de Jiro Taniguchi.

53. Por Frank Miller antes de perder definitivamente la olla.

54. Por el grito mudo de Rayo negro.

55. Por el Monster de Urasawa.

56. Por Víctor de la Fuente.

57. Porque veo menos que Rompetechos sin mis gafas.

58. Por el terror de la E.C.

59. Porque “semos peligrosos” como Makinavaja.

60. Por Ventura y Nieto.

61. Por Frank Cappa, el reportero más duro.

62. Por el olor de los tebeos.

63. Por el placer de conseguir el ejemplar imposible.

64. Por los gritos de Tarzán.

65. Por la baticueva molona de Batman.

66. Por el Nueva York de Will Eisner.

67. Porque siempre soy bienvenido a Astro City.

68. Por el tetris de las estanterías repletas de tebeos.

69. Por la minuciosa labor restauradora de Manuel de Caldas.

70. Por la saga de Fénix oscura.

71. Por los héroes más poderosos de la Tierra.

72. Porque Mafalda nos hace reflexionar siempre con sus ocurrentes viñetas.

73. Por el colorido y la fantasía del Doctor Extraño.

74. Por el recuerdo de las tiendas donde compraba tebeos de niño.

75. Por el exquisito trazo de Matías Alonso.

76. Por el impacto que me produjo la muerte del Capitán Marvel.

77. Por las siete vidas del Gavilán.

78. Por la sensualidad del arte de Miralles.

79. Por la irreverencia de Robert Crumb.

80. Por las praderas de Blueberry.

81. Por la inmortalidad del Hombre Enmascarado.

82. Por Anacleto, agente secreto.

83. Por las revistas de miedo ochenteras.

84. Por las horas y horas leyendo críticas sobre tebeos en los blogs.

85. Por el majestuoso realismo de Alex Ross.

86. Por los bigotes de Ming.

87. Por los maestros del TBO que me hicieron reír durante mis convalecencias infantiles.

88. Por el Comicguía y el Boletín, los dos veteranos fanzines que contra viento y marea, siguen dando guerra.

89. Por la sensación que aún me produce abrir un tebeo nuevo.

90. Por Christ Claremont y John Byrne.

91. Por Stan Lee.

92. Por las películas de superhéroes, algo impensable hace 15 años.

93. Por los tebeos que nos intercambiábamos durante mi niñez hace ya casi treinta años para poder leer lo máximo posible.

94. Por Terry y los piratas.

95. Por los trucos de Mandrake.

96. Por John Romita Sr y John Romita Jr.

97. Por Roy Thomas, John Buscema y Barry Smith.

98. Por Gil Kane.

99. Por las mil y una noches de Sergio Toppi.

100. Porque me gusta lleva la contraria y en mi entorno no hay nadie que los lea.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Piel de Lobo (Cuadernos de la Historieta española)

La colección Cuadernos de la historieta española se está convirtiendo, poco a poco, pasito a pasito y a medida que van saliendo nuevos ejemplares, en todo un referente para aquellos que amamos el tebeo español de todas las épocas y nos gusta profundizar e investigar sobre el comic clásico. En los tomos anteriores tuvimos ocasión de conocer con todo lujo de detalles la vida y obra de autores de la talla de Francisco Darnís, Enrique Jarnes “Jarber”  o Buylla entre otros y a los “héroes de papel” Diego Valor y el Jabato.


En esta ocasión, el nuevo tomo de la colección está dedicado a otra de las conocidas creaciones gráficas de Manuel Gago. Se trata de Piel de lobo, el héroe concebido en su parte literaria por el escritor Juan Antonio de Laiglesia, personaje a menudo ignorado, pero que tenemos la suerte de que, al menos en esta ocasión, y gracias a Fernando Bernabón y a este libro, salga del ostracismo revelándose aquí la trayectoria vital y creativa de este polifacético y prestigioso autor de obras de teatro, de literatura infantil y de tebeos.

El presente volumen consta de las siguientes partes:

Prólogo donde Fernando Bernabón nos relata vivencias nostálgicas personales en torno a su afición al coleccionismo de tebeos y al descubrimiento de Manuel Gago y sus principales obras.

Breve introducción a Piel de Lobo, donde durante 12 páginas nos informa sobre el argumento principal de la serie, las características de la obra, el ambiente, la atmósfera, la evolución y los valores que encierra esta genial e imaginativa producción tebeística.

Aproximación a la vida y obra del creador literario de Piel de Lobo (páginas 21 a 91).

Como en anteriores ocasiones, Fernando Bernabón realiza una exhaustiva labor de investigación sobre la vida y obra del actualmente olvidado, Juan Antonio de Laiglesia, y nos descubre a un escritor con una extensísima y variada producción literaria de toda índole que a lo largo de su dilatada trayectoria fue legándonos gracias a su tesón y a su esfuerzo. Autor de obras de teatro, guionista de colecciones de tebeo míticas tales como Huracán, Audaces legionarios, El Coloso, El Espíritu de la Selva y Piel de Lobo entre otras, y aclamado y reconocido escritor de literatura infantil con varias decenas de obras y multitud de premios a nivel nacional.

http://tebeosycomics.blogspot.com/2011/11/el-espiritu-de-la-selva-1962.html
http://corsariosinrostro.blogspot.com/2009/07/el-espiritu-de-la-selva-de-lopez-blanco.html





















Toda esta producción, así como los avatares de su vida, que sin duda, influyeron en su obra, algunas de sus anécdotas más significativas además de una relación detallada de los principales títulos del autor citado es expuesta en este apartado.

Suponemos que en el próximo volumen esta sección estará dedicada a Manuel Gago y a Alberto Marcet, ayudante acreditado de Gago en esta colección.

-Héroes, dioses, monstruos y magos. Un repaso a las aventuras prehistóricas de Piel de Lobo (primera parte) Páginas 92 a 188.


Este apartado constituye la guía de lectura de la colección. Fernando Bernabón nos resume todos los episodios de la serie agrupándolos por aventuras. Naturalmente, no son meros resúmenes, sino que están aderezados por multitud de detalles, la influencia externa de otros medios en esta obra, ya sean literarios, cinematográficos o de otra naturaleza, juicios de valor sobre determinadas viñetas, etc.

En definitiva, el libro supone  una inestimable aportación para el estudio de los tebeos. Ya esperamos ansiosamente el segundo ejemplar de “Piel de Lobo”.

jueves, 1 de diciembre de 2011

El Defensor de la Cruz, por Manuel López



Memoria sentimental en blanco y negro

En la posguerra española, todo era pecado, la sexualidad era un tabú. Ibas al cine y un beso ya era un pecado. El que los novios fueran cogidos del brazo era pecado. Las películas estaban censuradas y si ibas a ver una clasificada para mayores con reparos, ya era suficiente para que te quitaran la insignia de Acción Católica. Tal era la moral católica en la época de Franco. El placer para la mujer estaba vedado. La sexualidad estaba limitada a la función procreadora. Las familias numerosas recibían premios y salían en las noticias.

Eran tiempos que las jóvenes españolas de hoy ni siquiera pueden imaginar. Hasta 1975, las españolas solteras no podían abandonar el domicilio familiar sin autorización paterna, casadas o no, la ley les impedía hacer cualquier tipo de contrato (incluso abrir una cuenta bancaria) sin permiso del padre o el marido. El adulterio se castigaba penalmente: en el caso del hombre si era público; en el caso de las mujeres, siempre. Francisco Franco, como los monarcas de la Edad Media, hacía descansar su dictadura sobre dos pilares: el estamento militar y el clero.

Se prohibieron además las lenguas minoritarias (vasco, gallego, catalán) castigando con multas e incluso cárcel, a quien las hablara en público. El minucioso control desplegado con respecto al lenguaje, tuvo también inesperadas consecuencias: convirtió a Caperucita Roja en "Caperucita Encarnada", y a la vulgar ensalada rusa, en "nacional" o "imperial".

A finales de los cincuenta, España era un país pobre, atrasado y rural, al borde de la bancarrota. Estábamos atrapados en una especie de pozo: había que confesarse, ir al culto, en Semana Santa se cerraban los cines... Era muy sofocante. En el oscurantismo que se vivía nos evadíamos con los tebeos y el cine. Quizá por ello la relación emotiva que sostenemos con esos compañeros de la niñez

Estos tebeos nos llegaban por capítulos, en el típico cuadernillo de 10 o 12 páginas. Cada cuadernillo solía terminar de forma que provocara la apetencia de la adquisición del siguiente cuadernillo. Eran unos tebeos en los que se podía añadir en cada momento lo que se deseara, de ahí las frecuentes improvisaciones, con lo que la historia principiase cortaba continuamente en episodios secundarios para dar más interés y acción al relato, por lo que el propio autor nunca sabia como acabaría su obra. Eran básicamente historias de puro entretenimiento, a la manera de los viejos pulps seriales (y por eso las historias siempre terminan con un continuará…).

A consecuencia de la censura oficial y la auto-censura social, todo lo relacionado con el sexo se convirtió en una especie de tabú. El rol hombre- mujer viene marcada por la identificación con el héroe infatigable y la mujer pasiva y sumisa respectivamente.

Pero vayamos al Defensor de la Cruz un tebeo que en ningún momento se puede decir que nos encontramos ante un trabajo que permanecerá imborrable en nuestra memoria, pero al menos es incontestable el esfuerzo del dibujante por hacer realidad una historia. Nada está ni de mas ni de menos: todo encaja, así el trazo negro, inquieto, esbozado y sin embargo tan expresivo

Vaya por delante que, personalmente, considero que Manuel Gago es un autor que dominaba a la perfección los mecanismos de la historieta. El Defensor de la Cruz es, a mi modesto entender, el perfecto mapeo de una época y de un imaginario que no ha muerto, ni morirá por mucho tiempo.


El Defensor de la Cruz



Se dice que Diocleciano (245/313), emperador de Roma (284-305)  se caracterizó por la persecución sistematizada contra los Cristianos, gobernó del año 284 al 305. En su período, ordenó la destrucción de los templos cristianos y de los Libros Sagrados, odiaba a los que eran seguidores de Cristo y éstos eran llevados al Circo Romano, para ser despedazados por las fieras. Las matanzas de cristianos eran tan numerosas que los verdugos caían rendidos de cansancio y tenían que ser sustituidos por otros..

Durante los primeros veinte años del reinado de Diocleciano no se vieron molestados los cristianos. En el 303, como un lance imprevisto, se disparó la última gran persecución contra los cristianos. Obra de Galerio, el "Cesar" de Diocleciano, el puso término en el 303 a la política prudente de Diocleciano, quien se había abstenido, a pesar, no obstante, de abrigar sentimientos tradicionalistas. Cuatro edictos consecutivos (febrero del 303-febrero del 304) impusieron a los cristianos la destrucción de las iglesias, la confiscación de bienes, la entrega de los libros sagrados, la tortura hasta la muerte para quien no ofreciera sacrificios al emperador.

La persecución alcanzó su máxima intensidad en Oriente, especialmente en Siria, Egipto y Asia Menor. A Diocleciano, que abdicó en el 305, le sucedió como "Augusto" Galerio, y como "Cesar" Maximino Daya, quien se demostró más fanático que él.


Solo en el 311, seis días antes de morir por un cáncer en la garganta, Galerio emanó un airado decreto con que detenía la persecución. Con ese decreto (que históricamente marcó la
definitiva libertad de ser cristianos), Galerio deploraba la obstinación, la locura de los cristianos que en gran número se habían rehusado a volver a la religión de la antigua Roma; declaraba que perseguir a los cristianos ya era inútil; y los exhortaba a rezar a su Dios por la salud del emperador.



El Defensor de la Cruz


Editorial: Maga 1954-1955
Consta de: 54 cuadernillos
Guión: Pablo Gago
Dibujos: Manuel Gago
Protagonista: Sebastián Alcunio, el Defensor de la Cruz (Romano)
Época: Entre los años 284 y 305
Personajes históricos: Diocleciano (245-313), emperador de Roma (284-305)






Las aventuras de El Defensor de la Cruz se encuadran dentro de ese tipo de tebeo bien narrado, tan característico de la denominada Escuela Valenciana, donde prima sobre todo la historia y su desarrollo por encima de las florituras artísticas.

De entre la corte imperial romana emerge lleno de misterio, sagaz, sorprendente e intrépido, noble y de honradez inquebrantable, El Defensor de la Cruz.

Con evidentes reminiscencias de El Libertador, El Defensor de la Cruz, hijo de un centurión y de la hija de un Patricio y que oculta su personalidad, emerge aquí con el propósito de liberar cristianos destinados al sacrificio en el circo. La acción se desarrolla en el siglo III cuando en Roma gobernaba Cayo Valerio Aurelio Diocleciano, hijo de un liberto originario de Iliria y que fuera elegido emperador el 17 de noviembre del año 284.

Si bien, como ya hemos apuntado, la trama muy parecida a la del Libertador, se desarrolla aquí con mayor complejidad, abundando los personajes secundarios y las tramas paralelas al margen de lo que constituye la historia principal.

Como es costumbre en la obra de Gago, viste a los personajes secundarios con una personalidad destacada e incluso a veces superior a la del protagonista. Destacan en este apartado, muy especialmente dos de los personajes: Casiano Malino, general romano que su extrema maldad le lleva a perseguir y condenar al destierro, por su afiliación cristiana, a su hija y a su esposa y Braulio, personaje que pretende el amor de Cristina, la heroína enamorada del héroe.

Destaca, sobre todo en los primeros números de la colección, las repentinas apariciones y desapariciones del héroe enmascarado, desconcertando a sus enemigos. Destacan asimismo las escenas de lucha, en las que Gago luce su incomparable maestría. A tdestacar las atractivas portadas.

Magnífica secuencia de Manuel Gago"el rey del trazo  suelto".¿Qué hubiera sido de  este dibujante en unas mejores condiciones vitales y laborales?

Entre traiciones, pasiones, amores imposibles, nuestro héroe arriba a tierras vikingas donde reina Albak, otro de los secundarios destacados de la colección, quién traicionará ern más de una ocasión a El Defensor, y con ello la perdida de calidad de serie, el dibujo se torna apresurado, poco acabado, en ocasiones simples bocetos, bajando incluso la calidad de las portadas. Lo que nos lleva a disminuir considerablemente el interés que hasta entonces nos había deparado la colección.
Única página publicada a color. Una rareza.

Posiblemente la aceptación por parte del publico llevo a alargar de manera innecesaria la colección, que debería haber finalizado como mucho en número 44, ya que con ello sólo consiguieron empobrecerla, no obstante lo compensa la magnifica primera parte.

Concluyendo, puede que antes que a El Defensor de la Cruz haya que remitirse a otras obras más recomendables, pero es innegable que nos encontremos ante una colección especialmente indicada para degustar al autor desde todos los ángulos, ya que pese a todos los tópicos, la serie está muy bien escrita, la trama es entretenida y atrayente. Por su parte, Manuel Gago, una de las grandes leyendas de la historieta española. Puntal indiscutible y emblema paradigmático de la denominada Escuela Valenciana, nos demuestra, una vez más, su dominio del medio, dándonos una lección de narrativa visual.


Manuel López.

Puedes acceder a esta colección aquí.