domingo, 30 de noviembre de 2008

Los cromos del Guerrero del Antifaz





El Guerrero del antifaz
24.11.08 -
GARCÍA MARTÍNEZ


Será que cada tiempo trae y, lo que es peor, nos impone su afán. He pasado por la Feria del Libro de las casetas ambulantes -que viene, por cierto, más nutrida que la oficial-, y he comprado a los nietos, que para eso están las criaturicas, dos álbumes de cromos. Uno de Bambi, para la nena, y otro, de unos muñecos que se llaman Los Increíbles, pero que no tengo ni idea de qué madre sería la que los parió. Y se da la circunstancia de que me he frustrado un tanto, porque los cuadernos vienen acompañados de doscientos cincuenta cromos cada uno.
Está claro que el negocio, con esa modalidad, carece de emoción. Nos hemos acostumbrado a que a los niños de la democracia haya que dárselo todo masticado. Y así nos va, prisioneros como están de la tele. Ya sé que la tentación del viejo es añorar lo pasado. Pero es que las estampas de entonces no tienen que ver con estas de ahora. Los zagales de la postguerra lo pasábamos chanchi, coleccionando los cromos de El Guerrero del Antifaz, por poner un buen ejemplo. Y digo coleccionando. Moviéndonos de acá para allá, con la ilusión en el cuerpo, procurándonos unos céntimos para comprar siquiera un sobrecico de aquellos que se vendían junto a las chufas, los tramusos y las pipas. Y lo mejor de todo, hacíamos intercambios con los cromos que nos salían «repes», que no eran pocos.
Aquella era una actividad infantil en cierta manera educativa. Había que hacer al menos un pequeño esfuerzo, animados por estímulos ilusionantes y, por lo mismo, benéfico para el cuerpo y para el espíritu. Los cromos más apreciados eran los que traían la cabeza de los personajes en primer plano: Fernando, Zoraida, el Pirata Negro y, sobre todo, El Guerrero o Ali Khan, que eran los adalides de los dos únicos partidos que permitía Franco. Cada uno de estos cromos valía cinco de los otros. Y quienes lograban dos eran los reyes del mambo y de la felicidad suprema.
-¡Voto a Bríos! -gritaba el del antifaz, espada en mano.
Y nosotros contestábamos:
-¡Duro con ellos, que son de manteca!

Artículo extraído de aquí:
http://www.laverdad.es/murcia/20081124/opinion/guerrero-antifaz-20081124.html

sábado, 15 de noviembre de 2008

El avaro (cuento inédito) 2ª parte

Terminamos hoy con el resto de imágenes del cuento dibujado por Manuel Gago.






miércoles, 12 de noviembre de 2008

El avaro (cuento inédito)



El Avaro es un cuento ideado, escrito e ilustrado por Manuel Gago durante el verano de 1980, es decir, unos meses antes de su muerte, estaba previsto editarse en la editorial ISVAL que habia fundado el mismo.

Gracias a la colaboración de nuestro amigo Javier Selva de Barcelona os ofrecemos aquí todas las imágenes que componían el citado cuento.



Las imágenes del cuento:








Proximamente... el resto de las imágenes.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Antonio Lara y El Guerrero del Antifaz (3)

...Y terminamos el repaso al estudio sobre el Guerrero publicado en Bang:

JERARQUÍA SOCIAL

Eso de que todos los hombres son iguales es una falacia completa en el mundo de nuestro héroe. Si algo define a estas relaciones sociales, como corresponde al mundo que retratan, es la absoluta, total e irremediable desigualdad entre los hombres y mujeres.

La primera división es la que se establece entre nobles y plebeyos, la cual condiciona todas las demás. Es curioso observar como todos los protagonistas son nobles y que los que no han nacido aristócratas, como le sucede a Fernando, el escudero del caballero enmascarado, son finalmente asimilados y recompensados con la hidalguía. El hecho de estudiar una colección popular y sin pretensiones intelectuales nos permite creer en que este hecho sea espontáneo y no premeditado.

Después de esta separación entre nobles y plebeyos, y casi inseparable de ella, está la distinción entre soldados y ciudadanos pacíficos. Siguiendo una doctrina muy en boga en la época, parece que sólo se puede ser monje o soldado y que las demás opciones son degradantes o sucias. Aquí sólo algún viejo o inválido, algún comerciante o labrador deja de empuñarlas armas. El máximo honor está en la lucha y todo lo demás, en comparación, no vale nada.

En el fondo de esta actitud está, por supuesto, el desprecio de la inteligencia y de las facultades espirituales o intelectuales. En el mundo que se nos propone en las páginas de estas aventuras, cada hombre vale en la medida en que sepa luchar, en que sepa imponerse sobre los otros con las armas o con los puños. Nunca hay una apreciación de la astucia o de la inteligencia desligada de actividades bélicas.

Sin pretenderlo, los autores han elaborado una apología descarada y total del machismo ibérico, y han glorificado actitudes muy discutibles. Esta apología está templada, en cierto modo, porque los protagonistas carecen de bravuconería y no utilizan su fuerza para oprimir o torturar. Si es cierto que el enmascarado es capaz de despacharse solito a docenas y docenas de enemigos, sin dar un momento de reposo a su aguerrido brazo, también lo es que no se le ha contagiado el gusto por la sangre ni la satisfacción por el dolor ajeno.

Esta dominación de los padres sobre los hijos, especialmente sobre las hijas, está muy marcada en varios momentos de la colección, y es uno de los más poderosos motivos de la intriga. Por supuesto que esta intervención tampoco es gratuita y se corresponde con fidelidad, con ciertas realidades.

RACISMO

Como corresponde a unas aventuras desarrolladas en una tierra donde conviven pueblos de distinto origen, podría esperarse una mentalidad racista e intolerante. Sin embargo, el racismo no aparece por parte alguna, dicho sea en honor de la verdad (2). Existen árabes malvados –muy, muy malvaos-, pero también los hay bondadosos y honrados, todo lealtad y limpieza de miras. No se pueden encontrar rastros de intenciones malévolas, de situaciones o conductas traídas para desprestigio de los musulmanes. Muy al contrario, se podrán reprochar muchas cosas a estas historias, pero no es posible llamarlas racistas o maniqueas. La maldad y la bondad se encuentran bien repartidas entre los dos bandos en litigio, aunque los “buenos” sean, a veces, una pizca mejores de lo esperado, y los “malos” se distingan por una excesiva dosis de malignidad y vicios.

CONCEPCIÓN DE LA MUJER

La intervención de la mujer en las peripecias del Guerrero, bien como protagonistas sucesivas o como figuras secundarias, es decisiva. Ningún hecho, ninguna situación o problema se explicaría de no contar con la mujer, omnipresente bienhechora o ser malo y perverso. Desde la condesita Ana María y la madre del héroe, continuamente aparecen nuevas mujeres rubias, morenas, castañas, pelirrojas, de las más diversas y lejanas razas y costumbres, doncellas de damas nobles, favoritas de reyezuelos, mujeres pirata, reinas de países ignotos y damas de diversa extracción.

Estas mujeres que cruzan su destino con el virtuoso Guerrero pertenecen a los más diversos temperamentos y cataduras morales y todas –salvo escasos ejemplos- tienen una gran belleza física, muy parecidas entre sí, casi reducidas a un modelo único, con variaciones convencionales, de acuerdo con los rasgos imperantes en los modelo de belleza de los años cuarenta, con escasas alteraciones en el colorido de los cabellos y el vestuario. La cualidad que reúne a todas salvo contadas excepciones, es el estar perdidamente enamoradas de la apostura y gentileza del caballero del antifaz, el cual parece estar dotado de un atractivo erótico irresistible, pese a su máscara perpetua, o quizás, a causa de ella.

EROTISMO

La presencia de la mujer nos lleva, directamente, a la concepción erótica disuelta en todas las escenas, diálogos y tratamientos. Pese a las censuras de todo tipoy a la autorestricción de los autores, era inevitable la erotización masiva de la serie. Este carácter, auténticamente significativo en cuanto a la época en que nació la colección, se manifiesta en mil detalles, tanto literarios como gráficos. Algunos vestuarios femeninos son increíblemente avanzados, si pensamos en el tiempo en que fueron dibujados y en el público que se destinaba.

Todos los avances están marcadas por un ansia irrefrenable de posesión, y, a la vez, por una represión lacerante, desgraciadamente muy típica. Las relaciones hombre-mujer en las páginas de esta aventura son una muestra triste de represión sexual. Los enamorados llegan, en muy contadas ocasiones, a aproximarse, mirándose a los ojos, e, incluso, a cogerse las manos, pero nuca, jamás, se besan o acarician y, mucho menos, pueden llegar más lejos. Siempre hay un obstáculo inesperado que impide al reyezuelo lascivo, el único personaje que carece de principios, consumar sus apetencias con la jovencita inerme que acaba de arrebatar a sus padres o al prometido.

El Guerrero del Antifaz es aún más firme en sus actitudes morales. Rechaza sin violencia las insinuaciones de las mujeres guardando fielmente las ausencias a la condesita.

Todo esto nos remite a un estado de cosas en la sociedad española de la época filtrado en los cuadernos sin apenas disimulos ni sublimaciones. Las relaciones interindividuales que podemos encontrar en estas aventuras son tristes, traumatizantes y tortuosas, por no decir perversa.

La colección del Guerrero nos ofrece un muestrario completo de tipos femeninos desde este exclusivo ángulo de mira, de los que son resumen la mujer pasiva, prototipo idealizado, conformista y totalmente rechazable, representación de la vida “buena “ y “normal”, cendal de leve espuma que atesora todas las virtudes, y la mujer posesiva y sin pudor, que usa de los hombres, sádica y torturadora, que, al final, encuentra su justo castigo, pero no por la mano justiciera del héroe (obligado por una galantería convencional, a perdonar a la mujer, aunque fuera mala), sino por el destino implacable que dispone siempre a tiempo algún abismo inesperado o algún pozo lleno de trampas.

El erotismo, al no tener un objetivo simple y directo, al verse continuamente amenazado, se refugia –como en tantas creaciones artísticas de alta y baja calidad- en un tortuoso conjunto de alusiones y sugerencias, en imágenes y exhibiciones que permiten la única posesión legitimada siquiera sea parcial, la visual. De aquí la continua aparición de harenes, favoritas, doncellas que se ven obligadas cambiarse de ropa, etc., etc.

HOMOSEXUALIDAD

La pareja caballero-escudero, que tanto se presta a ser analizada bajo este punto de vista, no presenta más que un par de ocasiones bastante ambiguas, donde se pudiera suponer un punto de convivencia íntima (3). Es más lógico pensar que los escasísimos ocios del Guerrero y Fernando, se empleen en dormir y pulir las armas. Respecto a las ocupantes de los harenes, más propicias a juegos atrevidos, es muy posible que se dediquen a sutiles labores propias de su sexo y las lecturas de las obras completas del Profeta.

VIOLENCIA, SADISMO Y MASOQUISMO

Naturalmente sólo caben dos posturas: o nos dedicamos al amor o hacemos la guerra. Si el amor está negado, la guerra es cómoda y fácil. La realización humana a través de la pelea, el asesinato legal y la sangre, encuentra aquí una ejemplificación perfecta. El destino de los hombres es matar o ser muertos, embriagarse de sangre y muerte, enterar sus deseos insatisfechos en la pelea, repetida un día y otro.

Es curioso destacar que el encarnizamiento que pone el Guerrero en perseguir a Alí-Kan se enlaza con un complejo de Edipo, -sin resonancias cultas, por supuesto, y, por eso, mucho más interesante- que le aguijonea sin cesar.

De la violencia al sadismo o masoquismo –según los gustos- no hay más que un paso, que se recorre con frecuencia. Los “buenos” suelen preferir el masoquismo, revestido de virtuosidad, los”malos” optan por el sadismo, más cómodo y efectivo. Los verdugos, -funcionarios responsables y necesarios- tienen un papel muy amplio. En algunos momentos las torturas llegan a alcanzar un refinamiento tal que harían las delicias de algún sobrino espúreo del divino marqués.

GUIÓN, DIBUJO

A los cuadernos del Guerrero se les podrán criticar muchas cosas, pero no la incoherencia ni la gratuidad. El guión y los dibujos están inseparablemente unidos y complementados, rara cualidad en un arte, donde el divorcio entre espléndidos guionistas y malos dibujos, o al revés, es la regla común.

La calidad literaria de los guiones solía ser mediana, pero sin faltas ortográficas ni rotulación descuidada. Quizás abunden excesivamente las columnas explicativas y los textos de apoyo, pero los diálogos suelen ser oportunos, ajustados a la acción y, en algún momento, alcanzan gran brillantez.

DIBUJOS

Manuel Gago, sin llegar a ser nunca un artista de primera clase logró muy pronto –en poco más de medio año- poseer un estilo hábil y eficaz, de gran poder sugestivo, pese a su rudeza. Asimiló muy bien influencias muy diversas –Alex Raymond y Freixas, especialmente-, fusionándolas en un estilo propio, directo, sin preciosismos, muy apto para la ejecución rápida para la urgencia inaplazable de los talleres de grabado y las imprentas que no admiten demora. Este dibujante proporcionó a la juventud española de los años cuarenta unos prototipos físicos que tuvieron –tienen- honda influencia. Su estilo se caracteriza por la inmediatez, por la sencillez técnica, plumilla y pincel para los fondos y negros, por la simplicidad de soluciones, por la ausencia de documentación. De ahí su sabor “pop”, su modernismo, su ingenuismo, que hubiera envidiado el ilustre aduanero Rousseau.
Una serie de rasgos característicos han quedado como ejemplares y han influido, todavía, a artistas contemporáneos. Hasta él, nadie en España había destacado la musculatura masculina. (Freixas, uno de los autores que le inspiraron, había dado especial relieve a la apostura física, prestando especial atención a las características musculares, pero en un clima de idealismo que contrasta con los rasgos materiales, destacados por Gago). Por supuesto, que detrás de esta concepción artística, hay unas actitudes psicológicas y valores, cuyo análisis no podemos hacer aquí.

Manuel Gago se caracterizaba por una especial facilidad para planificar sencillamente, sin alardes, pero con eficacia, en la más pura tradición ingenuista, en las antípodas del academismo imperante en la época, con una frescura imposible de mejorar, ausente e contaminaciones culturales. Por supuesto, sería inútil buscar primores de montaje y de ritmo, que estarían fuera e lugar en el “estilo” de la colección. Es una pena que Gago perdiera la fuerza creadora y se encerrara (ya desde 1948-49) en un conformismo rutinario que nunca abandonó. Al menos durante dos ó tres años, 1945-48, su labor marcó toda una época del tebeo español y levantó una legión de seguidores. Su iconografía personal, sin embargo, era muy limitada, y las soluciones fáciles y corporales pasaban de un personaje a otro con mínimos cambios. Sus creaciones posteriores “Purk, el hombre de piedra”, el “Libertador”, el “Espadachín enmascarado”, mucho menos acertadas, no son más que repeticiones de la galería de tipos del Guerrero.

Las mujeres, igualmente, se reducen a una categoría visual única, esbelta, elegante, convencionalmente bella, con rasgos sexuales bien diferenciados, escasamente andróginas.

El ambiente arquitectónico, los animales, los objetos, están mucho peor resueltos, pero sin estridencias. Llega a elaborar un mundo visual propio muy cerrado y definido, inconfundible y curioso. No se puede decir lo mismo de muchos artistas gráficos.

CONCLUSIÓN

El tiempo ha convertido esta creación en un verdadero clásico de nuestra literatura popular y de la imagen. En estas pistas, donde todavía queda mucho por profundizar y desbrozar, queda claro, espero, que existen suficientes elementos de interés como para asegurar un atractivo en la lectura, desde luego muchos, muchísimos más que en la literatura “seria” de aquella época, que ya nadie recuerda y que nació ya muera.

(1) Para tener un conocimiento general de la situación del tebeo en España, consúltese “Apuntes para una historia de los tebeos”, 3ª parte, en Revista de Educación.
(2) Los mozárabes y el intercambio cultural entre moros y cristianos no parece en ninguna e estas historias, lo cual quizá se deba a desconocimiento, más que a propósito consciente de silenciar su existencia.Después de terminado este trabajo leo en el libro de Ramón T. Moix, Los cómics, arte para el consumo y formas “pop” Llibres de Sinera, Barcelona, 1968, varios párrafos en los que intento demostrar la presunta homosexualidad entre los dos colaboradores, pero, además de varios errores graves, en la cita, me parece totalmente gratuita.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Antonio Lara y El Guerrero del Antifaz (2)



Seguimos con la segunda parte del studio acerca del Guerrero del Antifaz publicó en la revista Bang nº1 (1969) el ínclito Antonio Lara.


EL GUERRERO DEL ANTIFAZ (BANG! Nº1)
Antonio Lara

SEGUNDA PARTE


PERSONAJES SECUNDARIOS
Uno de los mayores atractivos de la serie está en la riqueza y variedad de los personajes secundarios, que, sin sobrepasar excesivamente la superficialidad y el esquematismo inherente a su función, tienen un cierto sabor humano, algunas notas atractivas. Las mujeres sobre todo, tienen una especial fisonomía más las moras que las cristianas, quizás porque las cristianas, lógicamente, se limitan a ser seres pasivos y pudorosos, y las árabes luchan por conseguir al hombre que les gusta. Zoraida, la favorita de Alí-Kan, se dibuja con especial relieve, si tenemos en cuenta los extraños lazos que la unen al guerrero.

Los personajes secundarios masculinos son infinitos y es difícil destacar los más interesantes. Quizás el conde de los Picos, eterno rival amoroso del héroe, uno de los pocos terceros virtuosos y honestos de la historia del tebeo; el coloso Osmín y sus hermanos, Alhamar, maestro de armas y lugarteniente de Olián, Kadul, el Pirata Negro, la mujer pirata, etc., etc.


EL TRIÁNGULO PROTAGONISTA

La construcción héroe-escudero-forzudo o gracioso, transmitida a través de toda una tradición literaria, reforzada por el romancero y las innumerables piezas de teatro clásico que la utilizaron, se mantiene a lo largo de toda la serie, aunque, muy a menudo, el personaje del forzudo desaparece.

Sin embargo, el gracioso falta por completo en esta colección, igual que, cualquier nota humorística. Los guionistas han demostrado siempre una total carencia de sentido del humor. Osmín, que hubiera podido -conforme mandan los cánones- encarnar este sentido gracioso y divertido, no es más que un coloso malhumorado y autoritario, misógino, como es de esperar. Todas las aventuras del Guerrero se desarrollan en ambientes y situaciones trágicas, sin un detalle humorístico, sin una pizca de gracia. Los personajes se relacionan entre sí por el amor o la amistad –o bien por la traición y el odio- pero con una enorme seriedad, nunca aliviada con la risa o las carcajadas. El héroe enmascarado – que alguien me corrija si me equivoco- no sonrie más que en contadísimas ocasiones. También es cierto que nunca apreciamos en él emoción alguna, ni sentimiento de ninguna clase, aparte del odio y el amor sin correspondencia.

CARÁCTER DEL HÉROE. LA MÁSCARA

Es curioso lo poco que sabemos de la humanidad del personaje, de sus características, vicios, virtudes, preferencias y entretenimientos. Como es costumbre en este mundo del tebeo, los guionistas desatienden al protagonista de una forma lamentable. Es sólo el portador de una misión absorbente que nos le permite más que ser un luchador incansable, emblemático, más allá del bien y del mal., alejado de las miserias fisiológicas y de las exigencias del sueño o del descanso, al que no le gusta cazar, o jugar a tablas, retozar con las mozas de partido o correr una cañas. No hablamos de pasatiempos superiores, como leer o apreciar el arte, porque serían totalmente inesperados en tal personaje.

Su mismo cambio de árabe a cristiano se presenta como muy problemático y discutible, no como resultado de una toma de conciencia o de una conversión, siquiera fulminante, sino como consecuencia irracional de una confidencia de su madre. Podríamos llamarlo, crudamente, un simple renegado. Ni siquiera sabemos cuando fue bautizado, quién lo armó caballero, cuáles son sus creencias. Su religión, lo mismo que la del resto de los personajes, sean estos musulmanes o cristianos, es una componente sociológica, no está sentida en ningún momento.

La máscara, por último, de gran tradición en la literatura popular, es un elemento fundamental de su personalidad, porque contribuye a ocultarlo, no sólo físicamente, sino moralmente, convirtiéndole en un ser anónimo, inexistente. Ya está bastante en desuso, pero hacia los años 30 y 40 especialmente, era muy corriente encontrar héroes enmascarados o maestros en disfraces. Las razones de esta actitud son claras. La máscara es un recurso cómodo para ser impunes, para pasara inadvertidos, y poderse identificar sin riegos con los protagonistas.


REALISMO, SURREALISMO

Se ha insistido en el carácter realista de estas aventuras. Es cierto que no abundan los elementos fantásticos, directos, y que, a salvo de algún animal mítico en la última época, las narraciones se mantienen a un nivel realista. Los magos y hechiceros son aprovechados que usan poderes hinópticos, naturales, pero nunca de la magia negra.

Sin embargo, este realismo ibérico, innegable, se completa con una dimensión más sutil, que los surrealistas, en el improbable caso que leyeran estas aventuras, recibirían con alborozo. Existe un despliegue incesante de trampas, castillos rodeados por fosos donde aguardan animales feroces, cárceles, mazmorras, salas de tormento, cuevas escondidas, pasadizos y demás lugares donde la invención se presenta sin trabas ni barreras, que nos introduce, de golpe, en un clima surreal, alocado, donde todo es posible y válido, donde persiste una atmósfera mágica que sólo puede romper la fuerza invulnerable del héroe, el cual triunfa sobre serpientes, gorilas, leones, águilas y demás animalitos con la misma seguridad que domina a verdugos, eunucos, campeones y colosos de toda índole.

Por eso, es muy fácil y sencillo abominar de estas creaciones populares, y condenarlas en un par de frases brillantes. Frente a muchos defectos, simplificaciones y rudezas, existe un número amplio de aciertos, de hallazgos enternecedores, de invenciones delirantes, que valen, a menudo, por muchas obras más correctas y bien hechas, absolutamente insignificantes y aburridas, que a nadie interesan.

HISTORIA

Aunque los guionistas nos digan en el primer número que la acción se desarrolla en la época de los Reyes Católicos, esto no pasa de ser una referencia ocasional, sin ninguna relación con la trama. La época de estas aventuras es un tiempo mítico y convencional, más o menos perteneciente a la Edad Media, donde los personajes visten con extraños indumentos, sin correspondencia posible con la verdad histórica, lo mismo que las armas, arquitectura y ornamentación que se supone propia del tiempo de la acción.

No hay tampoco, por supuesto, un estudio, siquiera aproximado y esquemático de las auténticas relaciones entre cristianos y árabes, ni nada que sugiera autenticidad, documentación, verismo. Todo es artificial, recreado e inventado por completo, lo cual es perfectamente legítimo y admisible.

Los autores imaginaron un universo personal y original, sin referencias históricas, sin escrupulosidades de recreación o ambientación.

Mañana publicaremos el final del estudio de Antonio Lara.

martes, 4 de noviembre de 2008

Mortadelo disfrazado del Guerrero del Antifaz


Hacemos un breve paréntesis en los estudios de Antonio Lara para ver a Mortadelo disfrazado de El Guerrero del Antifaz. Un dibujo con el que Ibañez colaboró en una exposición homenaje a Manuel Gago en Albacete organizada por Valeriano Belmonte. Haced clic en el enlace para saber más sobre el tema:


Proximamente veremos en este blog unas cuantas imágenes e información sobre dicha exposición.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Antonio Lara y El Guerrero del Antifaz (1)



Antonio Lara (1939-2005), catedrático numerario de Teoría e Historia de la Imagen en la Universidad Complutense de Madrid, fue autor de uno de los estudios que se pueden considerar fundacionales sobre la historieta española, El maravilloso mundo de los tebeos, editado en 1968.
http://www.tebeosfera.com/documentos/documentos/el_apasionante_mundo_del_tebeo.html

Su tesis doctoral para licenciarse en la escuela de periodismo, presentada en 1965, versó sobre "El Guerrero del Antifaz".

Aquí podemos consultar toda su trayectoria pormenorizada a lo largo de toda su vida:
http://dreamers.com/cgibin/foros.cgi?foro=comic&leer=17302


También fue el comisario de la exposición: Los tebeos. Los primeros cien años.
http://www.elmundo.es/1997/01/20/cultura/20N0078.html




EL GUERRERO DEL ANTIFAZ (BANG! Nº1)
Antonio LaraDesde 1944 hasta 1967, los cuadernos con las aventuras del “Guerrero del Antifaz”han sido uno de los títulos más difundidos y leídos del tebeo español. ¿Razones? Muchas, aunque el éxito, por sí sólo, no signifique más que la aceptación mayoritaria y no prejuzgue nada de la calidad interna de la obra. Esto no quiere decir, por supuesto, que se desprecie, ni que carezca de importancia a la hora de valorar la validez de un producto artístico.

Es muy posible que los motivos que permitieron la increíble difusión de estas aventuras, fueron únicos e irrepetibles (1). En 1944, las especialísimas circunstancias por las que atravesaba el mercado del tebeo no facilitaban el desarrollo de una producción editorial masiva ni el estímulo de una competencia que hubiera promocionado las ventas. La falta de concurrencia con otros medios de comunicación de masas- el cine, el libro infantil y juvenil, la T.V., obviamente, fue otro factor decisivo.

Además de estas causas están otras comunes a la edición de tebeos de aquella época: la facilidad de las reproducciones, el uso de papeles de baja calidad, la ausencia de propósitos culturales y estéticos, todo lo cual facilitaba la oferta de unas publicaciones económicas, que no encontraban competidor, a precios muy bajos, adecuados a las posibilidades de los lectores y a la tónica general de recuperación económica del país.

Este cuadro genérico permitió la supervivencia de los cuadernos mucho tiempo después de que hubieran dejado de ser un negocio redondo, cuando la aparición de ediciones mejor preparadas y confeccionadas acostumbró al público a exigir más y más.




EL GUERRERO, PERSONAJE “POP”

Entre los personajes de ficción, “cultos” y los “populares”, hay una distinción previa, fundamental: el popular es siempre más agradable, más simpático y directamente accesible. Su personalidad puede ser –es- superficial y monolítica, pero por eso mismo resulta más atractivo, más propicio a la asimilación y a la identificación cara al público. El personaje “pop” no es un ser humano, sino el resultado de una abstracción sublimada, de encerrar en unos moldes vagamente heroicos las aspiraciones y frustraciones colectivas de una gran masa de lectores. Cuanto más integrados estén estas proyecciones en la contextura del ser de ficción, tanto más seguro será su éxito, su arraigo en el público.

Al margen de la acogida en espectadores y lectores escasamente preparados, ajenos a prevenciones y precauciones culturales o intelectuales, está su consideración a partir de las estéticas de moda. El Guerrero del Antifaz se presta, más que ningún otro personaje tebeístico, a ser tratado ditirámbicamente, como un ejemplo glorioso, “pop”,”camp”, o lo que sea, mucho más, desde luego, que “Dick Tracy”, “Fu-Man-Chú”, Anita la huerfanita o “The Phantom”.
Pero por muy sugestiva que sea una moda, cualquier moda, no podemos librarlas de su carácter provisional y efímero. Sirven, hoy, en determinados círculos, para los que aprecian el último grito, lo que se lleva, pero tienen una vida corta, hasta que la voluble orientación cambia y lo que hoy es ley se convierte en un simple recuerdo histórico.
Por eso, y aún a riesgo de hacer un estudio más seco y menor atrayente, creo que es necesario seguir los métodos habituales, de examen de páginas, acopio de información, análisis y síntesis, comentario de etapas, página y cuadernos significativos, procurando mantener una exigencia y un rigor mínimos que permitan al lector concordar con los resultados del estudio, al menos en el análisis y desglose de los elementos. Todo lo que se refiera a nostalgias más o menos entrañables, a recuerdos hermosos de infancia que nacieron junto a las queridas páginas vueltas a abrir, es muy legítimo, sin duda, pero no tienen nada que ver con el examen responsable y objetivo, y es más bien contraproducente y molesto.

GÉNERO

Alguien ha dicho que toda narración de aventuras es básicamente, una repetición de la Iliada y la Odisea.. Yo creo que es cierto.

Los dos modelos esenciales, la persecución eterna para vengar la afrenta y la búsqueda inacabable del hogar lejano, o sea, la aspiración a una inaprensible tranquilidad, a un reposo imposible, se repiten, con todas las variantes necesarias impuestas por el cambio de época, por las nuevas ideas, consideraciones y deseos filtrados, en todas las narraciones posteriores, con escasos añadidos a los dos célebres poemas homéricos. Desde luego, la fortuna de los resultados suele ser bastante inferior. Si analizamos a fondo, veremos que, tras las dos grandes creaciones épicas griegas, los mismo que en sus descendientes de toda época y país, está la apetencia del hombre medio por la aventura, lo insólito y lo inesperado, cualquier cosa que se oponga a la monotonía , a la opacidad de cada día, por los cambios incesantes, la acumulación de obstáculos fantásticos y la seguridad e un final feliz donde los contrarios sean castigados y el héroe, creación imaginativa del mismo lector, reciba el premio por sus hazañas. Se podrá objetar que el esquema es demasiado primario para ser creíble, pero la experiencia demuestra que estas creaciones monolíticas, totalmente simples y directas, sin fisuras ni matices, son las más aptas para convencer, a niveles subconscientes y primarios.

En la colección que nos ocupa encontramos una mezcla muy trabada de los dos tipos de épicas generales, aderezados con elementos netamente hispánicos, que son los que dan un estilo muy propio, original.

Esta serie, pues, caballerescopatriótica, con un gran éxito popular sobre sus espaldas, y sin ninguna acogida intelectual, se presenta como uno de los productos más interesantes y definitivos del tebeo español. Sus méritos y errores, sus defectos y virtudes son totalmente hispánicos y enormemente característicos de nuestro país. Es de los pocos tebeos que sólo se explican y comprenden teniendo en cuenta las especialísimas peculiaridades de nuestro carácter. Para mí, una de las principales causas de su permanencia prolongada en el favor del público fue este sabor racial, este ofrecimiento al niño español de su propia imagen hipertrofiada.

LAS FÓRMULAS NARRATIVAS

El esquema argumental desarrollado en los primeros números de la colección, se repetirá hasta el infinito, en un desarrollo que pudiéramos llamar laberíntico, puesto que cada acción parcial se entremezcla con otra nueva, la cual, a su vez, nos revela otro nuevo problema, cuyo desenlace nos retrotrae a un tercero... Estas miles de acciones secundarias se van entremezclando a través de personajes que van y vienen, sin que haya un momento de descanso en las aventuras.

El motor de la acción es simple, mecánico, elemental, representado en un ansia de venganza, al viejo estilo talmúdico, inapelable, fatal, donde los malos son castigados por la espada justiciera del héroe y los buenos ven aumentada, con el ejemplo ajeno, su exigua ración de buenos sentimientos.

Además del ajuste de cuentas a los malos, el Guerrero de ocupa de rescatar a las innumerables mujeres que lo necesitan. Su hoja de servicios está repleta de tales hazañas. Tanto si se trata de la sempiterna Ana María –la cual, candorosamente, parece salir ilesa de las viles acometidas de su honor y doncellez- como de innúmeras mujercitas, nobles y plebeyas son salvadas por el Guerrero de un destino peor que la muerte-. Los raptores no son exclusivamente moros lujuriosos o bandoleros cristianos degenerados, sino que, con el paso de los años, intervienen nobles tártaros, venecianos, chinos, japoneses, etc., etc.

En el escaso intervalo que le queda libre entre rapto y rapto, el Guerrero se ocupa de llevar mensajes vitales para los caudillos cristianos, protege a las viudas, libera a los inocentes súbditos de sus tiranos, etc., etc.

Pero el tiempo no pasa en vano y el inevitable destino de los héroes es el casamiento con sus eternas prometidas, a quienes los años respetan su inmarchitable belleza y encanto. Por eso, tras cientos y cientos de cuadernos donde quedan patentes su bravura indomable y su arrojo, tras recorrer todas las partes del mundo y alguna más, llega la recompensa de tantos esfuerzos.

Después de tanto tiempo de incertidumbre, de incomprensión frente a unos pecadillos de juventud, los nobles cristianos aceptan la incorporación de Don Adolfo de Moncada, conde de Roca, ennoblecido y confirmado por los Reyes Católicos, en una fausta ceremonia. Se casa con la bella y siempre dulce Ana María y tienen un bello heredero, Adolfito, que, después de los inevitables raptos, puede descansar tranquilo en la morada familiar, recuperada después de tantos trabajos.

El malvado Alí-Kan –el malo más malo de todos los malos que pueblan los miles de páginas consagradas a cantar la saga de nuestro héroe, después de un contradictorio pasado en el que hay de todo, (desde asesinatos y torturas crueles hasta una extraña época como ermitaño cristiano arrepentido) muere al fin.

Nadie queda descontento porque, en el último número de la serie –equiparando, con una inocencia que da escalofríos la felicidad con el matrimonio,- el guionista decide el casamiento de Fernando con Sarita y el de Don Luis, conde de los Picos, con sigfrida, princesa nórdica que se adueña de su corazón, largos decenios prisionero de la condesita cristiana.

El estudio que hoy ofrecemos dedicado al Guerrero del Antifaz está extraído de la revista Bang nº1 publicado en 1969.

No fue la última ocasión en que se ocupó del personaje. En el año 2002 colaboró con el estudio: "El Guerrero del Antifaz, repaso del cuaderno nº 26: “El crimen de Harúm” (1946)", Antonio Lara en el libro “Historietas, cómics y tebeos españoles”

En la próxima entrada... el resto del estudio de Antonio Lara en Bang. Continuará.