Antonio Lara (1939-2005), catedrático numerario de Teoría e Historia de la Imagen en la Universidad Complutense de Madrid, fue autor de uno de los estudios que se pueden considerar fundacionales sobre la historieta española, El maravilloso mundo de los tebeos, editado en 1968.
http://www.tebeosfera.com/documentos/documentos/el_apasionante_mundo_del_tebeo.html
Su tesis doctoral para licenciarse en la escuela de periodismo, presentada en 1965, versó sobre "El Guerrero del Antifaz".
Aquí podemos consultar toda su trayectoria pormenorizada a lo largo de toda su vida:
http://dreamers.com/cgibin/foros.cgi?foro=comic&leer=17302
http://www.tebeosfera.com/documentos/documentos/el_apasionante_mundo_del_tebeo.html
Su tesis doctoral para licenciarse en la escuela de periodismo, presentada en 1965, versó sobre "El Guerrero del Antifaz".
Aquí podemos consultar toda su trayectoria pormenorizada a lo largo de toda su vida:
http://dreamers.com/cgibin/foros.cgi?foro=comic&leer=17302
También fue el comisario de la exposición: Los tebeos. Los primeros cien años.
http://www.elmundo.es/1997/01/20/cultura/20N0078.html
EL GUERRERO DEL ANTIFAZ (BANG! Nº1)
Antonio LaraDesde 1944 hasta 1967, los cuadernos con las aventuras del “Guerrero del Antifaz”han sido uno de los títulos más difundidos y leídos del tebeo español. ¿Razones? Muchas, aunque el éxito, por sí sólo, no signifique más que la aceptación mayoritaria y no prejuzgue nada de la calidad interna de la obra. Esto no quiere decir, por supuesto, que se desprecie, ni que carezca de importancia a la hora de valorar la validez de un producto artístico.
Es muy posible que los motivos que permitieron la increíble difusión de estas aventuras, fueron únicos e irrepetibles (1). En 1944, las especialísimas circunstancias por las que atravesaba el mercado del tebeo no facilitaban el desarrollo de una producción editorial masiva ni el estímulo de una competencia que hubiera promocionado las ventas. La falta de concurrencia con otros medios de comunicación de masas- el cine, el libro infantil y juvenil, la T.V., obviamente, fue otro factor decisivo.
Además de estas causas están otras comunes a la edición de tebeos de aquella época: la facilidad de las reproducciones, el uso de papeles de baja calidad, la ausencia de propósitos culturales y estéticos, todo lo cual facilitaba la oferta de unas publicaciones económicas, que no encontraban competidor, a precios muy bajos, adecuados a las posibilidades de los lectores y a la tónica general de recuperación económica del país.
Este cuadro genérico permitió la supervivencia de los cuadernos mucho tiempo después de que hubieran dejado de ser un negocio redondo, cuando la aparición de ediciones mejor preparadas y confeccionadas acostumbró al público a exigir más y más.
EL GUERRERO, PERSONAJE “POP”
Entre los personajes de ficción, “cultos” y los “populares”, hay una distinción previa, fundamental: el popular es siempre más agradable, más simpático y directamente accesible. Su personalidad puede ser –es- superficial y monolítica, pero por eso mismo resulta más atractivo, más propicio a la asimilación y a la identificación cara al público. El personaje “pop” no es un ser humano, sino el resultado de una abstracción sublimada, de encerrar en unos moldes vagamente heroicos las aspiraciones y frustraciones colectivas de una gran masa de lectores. Cuanto más integrados estén estas proyecciones en la contextura del ser de ficción, tanto más seguro será su éxito, su arraigo en el público.
Al margen de la acogida en espectadores y lectores escasamente preparados, ajenos a prevenciones y precauciones culturales o intelectuales, está su consideración a partir de las estéticas de moda. El Guerrero del Antifaz se presta, más que ningún otro personaje tebeístico, a ser tratado ditirámbicamente, como un ejemplo glorioso, “pop”,”camp”, o lo que sea, mucho más, desde luego, que “Dick Tracy”, “Fu-Man-Chú”, Anita la huerfanita o “The Phantom”.
Pero por muy sugestiva que sea una moda, cualquier moda, no podemos librarlas de su carácter provisional y efímero. Sirven, hoy, en determinados círculos, para los que aprecian el último grito, lo que se lleva, pero tienen una vida corta, hasta que la voluble orientación cambia y lo que hoy es ley se convierte en un simple recuerdo histórico.
Por eso, y aún a riesgo de hacer un estudio más seco y menor atrayente, creo que es necesario seguir los métodos habituales, de examen de páginas, acopio de información, análisis y síntesis, comentario de etapas, página y cuadernos significativos, procurando mantener una exigencia y un rigor mínimos que permitan al lector concordar con los resultados del estudio, al menos en el análisis y desglose de los elementos. Todo lo que se refiera a nostalgias más o menos entrañables, a recuerdos hermosos de infancia que nacieron junto a las queridas páginas vueltas a abrir, es muy legítimo, sin duda, pero no tienen nada que ver con el examen responsable y objetivo, y es más bien contraproducente y molesto.
GÉNERO
Alguien ha dicho que toda narración de aventuras es básicamente, una repetición de la Iliada y la Odisea.. Yo creo que es cierto.
Los dos modelos esenciales, la persecución eterna para vengar la afrenta y la búsqueda inacabable del hogar lejano, o sea, la aspiración a una inaprensible tranquilidad, a un reposo imposible, se repiten, con todas las variantes necesarias impuestas por el cambio de época, por las nuevas ideas, consideraciones y deseos filtrados, en todas las narraciones posteriores, con escasos añadidos a los dos célebres poemas homéricos. Desde luego, la fortuna de los resultados suele ser bastante inferior. Si analizamos a fondo, veremos que, tras las dos grandes creaciones épicas griegas, los mismo que en sus descendientes de toda época y país, está la apetencia del hombre medio por la aventura, lo insólito y lo inesperado, cualquier cosa que se oponga a la monotonía , a la opacidad de cada día, por los cambios incesantes, la acumulación de obstáculos fantásticos y la seguridad e un final feliz donde los contrarios sean castigados y el héroe, creación imaginativa del mismo lector, reciba el premio por sus hazañas. Se podrá objetar que el esquema es demasiado primario para ser creíble, pero la experiencia demuestra que estas creaciones monolíticas, totalmente simples y directas, sin fisuras ni matices, son las más aptas para convencer, a niveles subconscientes y primarios.
En la colección que nos ocupa encontramos una mezcla muy trabada de los dos tipos de épicas generales, aderezados con elementos netamente hispánicos, que son los que dan un estilo muy propio, original.
Esta serie, pues, caballerescopatriótica, con un gran éxito popular sobre sus espaldas, y sin ninguna acogida intelectual, se presenta como uno de los productos más interesantes y definitivos del tebeo español. Sus méritos y errores, sus defectos y virtudes son totalmente hispánicos y enormemente característicos de nuestro país. Es de los pocos tebeos que sólo se explican y comprenden teniendo en cuenta las especialísimas peculiaridades de nuestro carácter. Para mí, una de las principales causas de su permanencia prolongada en el favor del público fue este sabor racial, este ofrecimiento al niño español de su propia imagen hipertrofiada.
LAS FÓRMULAS NARRATIVAS
El esquema argumental desarrollado en los primeros números de la colección, se repetirá hasta el infinito, en un desarrollo que pudiéramos llamar laberíntico, puesto que cada acción parcial se entremezcla con otra nueva, la cual, a su vez, nos revela otro nuevo problema, cuyo desenlace nos retrotrae a un tercero... Estas miles de acciones secundarias se van entremezclando a través de personajes que van y vienen, sin que haya un momento de descanso en las aventuras.
El motor de la acción es simple, mecánico, elemental, representado en un ansia de venganza, al viejo estilo talmúdico, inapelable, fatal, donde los malos son castigados por la espada justiciera del héroe y los buenos ven aumentada, con el ejemplo ajeno, su exigua ración de buenos sentimientos.
Además del ajuste de cuentas a los malos, el Guerrero de ocupa de rescatar a las innumerables mujeres que lo necesitan. Su hoja de servicios está repleta de tales hazañas. Tanto si se trata de la sempiterna Ana María –la cual, candorosamente, parece salir ilesa de las viles acometidas de su honor y doncellez- como de innúmeras mujercitas, nobles y plebeyas son salvadas por el Guerrero de un destino peor que la muerte-. Los raptores no son exclusivamente moros lujuriosos o bandoleros cristianos degenerados, sino que, con el paso de los años, intervienen nobles tártaros, venecianos, chinos, japoneses, etc., etc.
En el escaso intervalo que le queda libre entre rapto y rapto, el Guerrero se ocupa de llevar mensajes vitales para los caudillos cristianos, protege a las viudas, libera a los inocentes súbditos de sus tiranos, etc., etc.
Pero el tiempo no pasa en vano y el inevitable destino de los héroes es el casamiento con sus eternas prometidas, a quienes los años respetan su inmarchitable belleza y encanto. Por eso, tras cientos y cientos de cuadernos donde quedan patentes su bravura indomable y su arrojo, tras recorrer todas las partes del mundo y alguna más, llega la recompensa de tantos esfuerzos.
Después de tanto tiempo de incertidumbre, de incomprensión frente a unos pecadillos de juventud, los nobles cristianos aceptan la incorporación de Don Adolfo de Moncada, conde de Roca, ennoblecido y confirmado por los Reyes Católicos, en una fausta ceremonia. Se casa con la bella y siempre dulce Ana María y tienen un bello heredero, Adolfito, que, después de los inevitables raptos, puede descansar tranquilo en la morada familiar, recuperada después de tantos trabajos.
El malvado Alí-Kan –el malo más malo de todos los malos que pueblan los miles de páginas consagradas a cantar la saga de nuestro héroe, después de un contradictorio pasado en el que hay de todo, (desde asesinatos y torturas crueles hasta una extraña época como ermitaño cristiano arrepentido) muere al fin.
Nadie queda descontento porque, en el último número de la serie –equiparando, con una inocencia que da escalofríos la felicidad con el matrimonio,- el guionista decide el casamiento de Fernando con Sarita y el de Don Luis, conde de los Picos, con sigfrida, princesa nórdica que se adueña de su corazón, largos decenios prisionero de la condesita cristiana.
El estudio que hoy ofrecemos dedicado al Guerrero del Antifaz está extraído de la revista Bang nº1 publicado en 1969.
No fue la última ocasión en que se ocupó del personaje. En el año 2002 colaboró con el estudio: "El Guerrero del Antifaz, repaso del cuaderno nº 26: “El crimen de Harúm” (1946)", Antonio Lara en el libro “Historietas, cómics y tebeos españoles”
En la próxima entrada... el resto del estudio de Antonio Lara en Bang. Continuará.
nice post. u can do good work in ur blog. keep it u.....
ResponderEliminarAntonio Lara hizo un gran trabajo. Pena grande su prematura muerte, recién jubilado y lleno de ganas de emprender varios estudios sobre nuestros tebeos. Tuve ocasión de conocerle, estaba entonces muy ilusionado con dedicar su nuevo tiempo libre a historiar la revista Chicos... Tengo en mi poder un estudio suyo sobre el Guerrero, analizando un solo número creo recordar, aparecido en una publicación de una universidad francesa sobre el comic español... lo busco por el Desván y si no lo conoce, Corsario, y le interesa, se lo envío escaneado... Ya me dice usted algo.
ResponderEliminarMuchas gracias por el ofrecimiento, abuelito, pero tengo ese libro, el cual se me deSparpajó para escanear el artículo de Antonio Lara. Cuando tenga ganas y tiempo transcribiré dicho artículo para ponerlo aquí. ¿Historiar la revista Chicos?¡QUÉ LÁSTIMA MÁS GRANDE!Por cierto, abuelito, muchas gracias por sus comentarios. Cada día alucino más con las sorpresas que usted nos depara en su desván. La paena es que con sus artículos me entran ganas de buscar el material reseñado y es prácticamente imposible encontrarlo.
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