Memoria sentimental en blanco y negro
Era un tiempo en el que no existían ordenadores ni videoconsolas, eran los años en la que los niños jugábamos en la calle y lo hacíamos en pandilla, contábamos historias y leíamos tebeos, eran juegos propios de un pueblo pobre.
Habitualmente los chicos y las chicas jugábamos por separado. No obstante, ocasionalmente se organizaban juegos conjuntos y aprovechábamos esas ocasiones para… perseguir a la chica que nos gustaba. Desgraciadamente, ya no nos es posible regresar a ese momento mágico, en el que éramos mucho más auténticos de lo que somos ahora. Es una época que ya no volverá, pero que conservamos en nuestra memoria.
Esos años quedan ya muy atrás, pero muchos de los que la vivimos siguen siendo más o menos, un tema delicado. Como niños que éramos, nuestra visión del mundo no capta todas sus causas, pero no por ello dejaron de percibir su dramatismo.
En la década de los 50 y 60, los que terminamos la escuela, a los trece o catorce años, pasábamos a trabajar para ayudar a la economía familiar, las escuelas estaban separadas por niños y niñas. En los primeros años 50, herederos de las miserias de la posguerra, imperaban unos modelos morales y sociales dignos de una tardía inquisición. La dictadura franquista fue un régimen terriblemente autoritario, en el que imperaba el inmovilismo y el conservadurismo. Un sistema que influía fuertemente en las relaciones sociales, relegando a las mujeres al papel tradicional, el cual se mantuvo a lo largo de todo el periodo. A las niñas se les regalaban muñecas, escobas, cocinitas y todo tipo de utensilios para que se fueran entrenando para su vida futura, mientras que a los niños se nos regalaban coches, pistolas, etc.
La idea de lo que es natural en la mujer estaba profundamente marcada en la conducta social. Los libros escolares de los primeros años de aprendizaje, si los analizamos, podemos observar que la mujer siempre aparece cosiendo, lavando o cocinando. El hombre se le ve leyendo el periódico, jugando con el hijo varón o realizando algún trabajo en exterior.
En la década de los 50 y 60, los que terminamos la escuela, a los trece o catorce años, pasábamos a trabajar para ayudar a la economía familiar, las escuelas estaban separadas por niños y niñas. En los primeros años 50, herederos de las miserias de la posguerra, imperaban unos modelos morales y sociales dignos de una tardía inquisición. La dictadura franquista fue un régimen terriblemente autoritario, en el que imperaba el inmovilismo y el conservadurismo. Un sistema que influía fuertemente en las relaciones sociales, relegando a las mujeres al papel tradicional, el cual se mantuvo a lo largo de todo el periodo. A las niñas se les regalaban muñecas, escobas, cocinitas y todo tipo de utensilios para que se fueran entrenando para su vida futura, mientras que a los niños se nos regalaban coches, pistolas, etc.
La idea de lo que es natural en la mujer estaba profundamente marcada en la conducta social. Los libros escolares de los primeros años de aprendizaje, si los analizamos, podemos observar que la mujer siempre aparece cosiendo, lavando o cocinando. El hombre se le ve leyendo el periódico, jugando con el hijo varón o realizando algún trabajo en exterior.
Como fuente imprescindible para el acercamiento a la historieta en el franquismo, un punto de referencia casi obligatorio lo constituyen los condicionamientos sociales y políticos y, particularmente, la censura: no hace falta ninguna visión preconcebida o parcialidad «politizada» para ver que el franquismo ha dejado en la historieta una impronta no sólo accidental, sino que ha determinado y encauzado su historia totalmente. En España, hasta bien entrados los años setenta, la Iglesia y el Estado se preocuparon de imponer una moral sexual manifiestamente rigurosa, y así fueron educados también los jóvenes autores de historieta.
Lo expuesto refleja facetas de una época que la mayoría de los lectores actuales no conocieron, facetas de la juventud de los años cuarenta y cincuenta.
Y paso ahora a escribir sobre lo que realmente quería escribir
A modo de introducción.
El llamado peplum.
La frecuencia de obras épicas menores de tema mitológico -baratos epilia del siglo veinte- había popularizado el término. Peplum en principio se refería precisamente a estas obras tan abundantes como populares. Hoy día la usan como sinónimo de película histórica más o menos anterior a la edad media. Para los críticos es un peplum, por ejemplo Sodoma y Gomorra. Lo son también Sinhué el egipcio y -digamos- Las cruzadas. Hay autores que usan conceptos como peplum medieval. La palabra nunca ha servido para gran cosa. Algunos comentaristas hablaban de la épica griega menor como películas de "túnica corta" y a sus personajes "héroes de túnica corta".
El peplum nace a finales de la década de los 50 como género cinematográfico de difusos contornos en el que amor, guerra, aventuras y exotismo se engarzan indisolublemente. El tebeo valenciano no fue ajeno a la moda del peplum, las huellas del glorioso pasado de Grecia y Roma son numerosas.
El peplum en el tebeo Valenciano
Si seguimos la publicación de la historieta valenciana en los 50, nos encontraremos muy diversas colecciones que intentaron reflejar los escenarios de una historia y mitología que el hombre escucha desde niño y cree conocer y en las que López Blanco demostró, con su Coloso, que la fantasía de los seres mitológicos griegos podía seguir atrayendo la atención de los lectores de cualquier época o Ayax de José Luis Macías. Pero, sin duda, en el imaginario colectivo fue la Roma de los emperadores, con su surtida colección de intrigas y desmesuras, del que quedó como referencia principal de aquellos tebeos Coraza de López Fajardo o los publicados unos años antes: El Libertador y El Defensor de la Cruz de Manuel Gago-
El peplum es uno de los géneros que más contribuyeron a poblar de fantasías heroicas los sueños de de lectores, pero los tebeos, al igual que en el cine, fueron perdiendo poco a poco el tren de la modernidad hasta desaparecer del todo de los kioscos.
Coraza
Coraza 1962
Guión: Pedro Quesada.
Dibujo : Pérez Fajardo (los 13 primeros números) Jesús Serrano el resto de la colección
Editorial Maga : 64 números (formato 17x24)
En los primeros números de la serie, el dibujo de Pérez Fajardo presenta, en un inicio, cierta rigidez y algunos problemas con la expresión de los personajes que a medida que ésta avanza, tanto en el movimiento como las diferentes posturas las resuelve con soltura. Narrativamente es correcto y el dibujo, con mas detalle de lo habitual en este tipo de tebeos, tanto en la documentación de la época histórica como en los personajes, se adecua con notoriedad a la época representada, la historia parte de un planteamiento completamente clásico, que se desarrolla deforma correcta por medio de un lenguaje narrativo que es exponente claro de la Escuela Valenciana, sin intelectualismos, sin complicaciones, si se quiere con un evidente maniqueísmo, que hace que los malos sean muy malos y los buenos muy buenos.
Es esta una historia que se fundamenta en el cine del período clásico de las grandes productoras americanas que se veía en esos años y muy especialmente en Quo Vadis, adaptándolas al lenguaje de la historieta. La presencia de estas influencias es visible de un modo más que evidente en Coraza.
El asesinato de la familia del héroe y su conversión al cristianismo, constituye la línea argumental de todas estas aventuras cargadas de situaciones violentas. Las tortuosas aventuras de Coraza por recuperar a su amada y vengar la muerte de su familia, devanen en una carrera de obstáculos donde el miedo, el hostil territorio y la superioridad numérica del enemigo son simples pruebas a superar.
Naturalmente la lucha del bien contra el mal, ambos definidos por la particular mentalidad de la época representada: Los albores del cristianismo. En este sentido parece, más bien, que asistimos al desarrollo de una tragedia griega cuyo resultado final los personajes parece desconocer y ser incapaces de evitar.
Fuga y seguimiento son las reiteraciones de Coraza, donde los personajes de ambos bandos se van dando caza unos a otros obstinadamente, donde la joven Fabiola, dechado de virtud, está tanto en poder de los contrarios como en compañía de los suyos. Este ceremonial de demora hace de Coraza una continua prórroga de situaciones alternantes; siendo esto, posiblemente, una de sus conquistas más decisivas.
En Coraza, como en casi todos los tebeos de la época, la mujer tiene sus esquinas más ejemplares, y aparece la mujer angelical como aparece también la mujer demoníaca, la bondadosa y la malvada. Buenos y malos, malos y buenos en persistente relevo como vigilantes de la presa.
Coraza es el arquetipo del héroe por excelencia, superior en fuerza e inteligencia a sus adversarios, no duda en ponerse al servicio de cualquier causa noble que necesite su ayuda, según el código moral acorde con los valores sobre los que hay un acuerdo universal, la lealtad, el coraje y la amistad.
Muchos y variados son los entrañables personajes que se han quedado grabados en nuestros recuerdos, en nuestra memoria, Coraza no era una de ellas, por lo que estábamos, en el fondo, predispuestos a que no fuera de nuestro agrado. Poco a poco se derrumbaba la barrera de rechazo que nos habíamos formado, su relectura nos evidencia, una vez mas, el que no se debe jamás despreciar una saga genéricamente.
Bajo nuestro punto de vista no se trata de una obra que se pueda considerar redonda, quizá la principal cualidad de Coraza, mezcla de Quo Vadis, Espartaco y demás "peplum Made in Italia", al igual que la mayoría de las publicaciones valencianas, radique en ser poseedora de un carácter de tebeo popular y en el de ser, posiblemente, el único héroe de los tebeos hispanos que encuentra la muerte, junto a su amada, en el último cuaderno de la colección.
En ocasiones centramos nuestra atención en determinadas series olvidándonos otras, por lo que al echar la vista atrás sobre aquellas obras que en su momento, nos pasaron desapercibidas, no podamos evitar un proceso de significación y reconocimiento en nuestra valoración. Si bien es cierto que la exaltación a los valores del cristianismo y a sus mártires, que desprende la saga, puede llegar a resultar irritante en algún momento, no se puede terminar este recorrido de la serie, sin recordar que en un país en que la religión estaba estrechamente ligada a todo el ámbito de la cultura, es lo que garantizaba su subsistencia frente a la férrea censura de la época.
En definitiva, podemos hablar de un tebeo que tiene los suficientes atractivos como para hacerlo recomendable.
M. López
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