El Guerrero del Antifaz no está.
Tente iracundo otomano. Título al que hace referencia José Payá Nicolau en su escrito. Sobre el mismo podemos leer un estupendo análisis a cargo de nuestro amigo Mariano Bayona:
Artículo de José Payá Nicolau.
En muy poco tiempo he visto que en diferentes publicaciones, al citarse nominalmente los distintos héroes de los tebeos españoles del franquismo, los articulistas omiten nombrar al Guerrero del Antifaz. El más famoso personaje del prolífico dibujante que fue Manuel Gago no está en esas listas, pero sí que están, en cambio, Roberto Alcázar y Pedrín. Me parece demasiada la coincidencia entre los comentaristas de aquellos nuestros tebeos, y creo que sé lo que está pasando. (Hace unos años, cuando, por fin, se editó un sello de Correos con el Guerrero..., pudimos comprobar que el dibujo era más paródico que otra cosa por la cara de cretino que le pusieron al personaje, además de no haberse elegido el icono de entre los dibujados por el lápiz de Gago, cosa muy fácil de obtener).Esta señalada ausencia del Guerrero del Antifaz en los listados aludidos me parece que obedece, finalmente, a una autocensura que se han impuesto algunos escritores y comentaristas tan señalados como Fernando Savater, y nada me tranquilizaría más que saber que la referida omisión se debió a una mera casualidad o a un lapsus. Pero yo no creo que se tratara de eso. Ya hay demasiados textos en los que el personaje del Guerrero sale criminalizado por su contextualización con sucesos de la Historia Social de los españoles que nos disgustan. Muchos autores, incluso los que jamás siguieron esa serie aventurera, se han atrevido a denostar al personaje a lo largo de veinticinco años...Algunos se han devanado los sesos para encontrar una condena con que borrarle del imaginario colectivo de cientos de miles de muchachos que en la posguerra vivieron entusiasmados –y casi alimentados físicamente, se diría- por aquel torrente de emotivas aventuras, vinculación perentoria para ellos y mecanismo ¿inconsciente? para salir del grave acoso de la hambruna ambiente y de otras desgracias infames de la autarquía pepetrada por el régimen político de Franco.No voy a terminar aquí...porque deseo dejar constancia de un arrebato que se permitió hace unos años el catedrático granadino Sopeña Monsalve, el autor de mi admirado libro "El florido pensil" como del que tituló "La morena de la copla". Ese desafortunado e injusto arrebato le llevó a publicar un compendio de viñetas de Gago ("¡Tente, iracundo otomano") extraídas de diferentes cuadernos del Guerrero del Antifaz, de modo y manera que, descontextualizados los actos del personaje, cualquier lector que visualizara el desdichado trabajo acabara avergonzándose del que en su niñez fuera su ídolo señero en las viñetas. Este catedrático ya había tenido ocasión de mostrar su flamígera furia -desaforada, según mi entender- hacia la escuela franquista. Lo hizo en una entrevista que le practicaron en Canal 9, y de cuyas respuestas se dedujo que la escuela nacionalcatólica española le había dejado con resabios fácilmente catalogables como excesivos..., aunque lógicamente respetábamos sus amarguras. Y era el caso que, cuando, un mes antes, leyó mi librito "Crónicas del Guerrero del Antifaz" (Alicante : Instituto de Cultura "Juan Gil-Albert", 1994), me escribió con alabanzas -¿pudieron ser insinceras?- dignas de tener en cuenta por mi parte. Lo mismo que habían hechos Luis Conde Martín, Savater, Luis Alberto de Cuenca...y otros escritores distinguidos. En fin...).No me parece proporcionado, ni sano, que se practique esa huida hacia adelante borrando al cristiano enmascarado de la nómina de héroes aventureros del tebeo, y menos del tebeo valenciano. Valencia, en esas cosas de la seriación de viñetas de aventuras –las del Guerrero inundaron toda España en los primeros meses de 1945-, fue un emporio de creación ilusionante, y gran parte de aquellas colecciones se debieron a Manuel Gago, aquel hijo de un republicano preso en las cárceles de Franco. Mientras que se enfatiza la figura de el Capitán Trueno, al cristiano del antifaz se le da de lado por aquello quizá de su existencia dibujada siendo coetáneo de los Reyes Católicos, la caída de Granada y el inicio del imperialismo español. Si el Guerrero luchó denodadamente contra los moros, no menos cierto resultaba que sus primeros aliados y verdaderos amigos fueron los hermanos Kir, y Zoraida, además de Aixa y otros personajes femeninos y masculinos adscritos al Islam. Y también es verdad que aquellas viñetas trepidantes registraron muchos más malvados en las tierras cristianas –el capitán Rodolfo, por ejemplo, y desde el principio-, abundando los personajes egoístas, taimados y hasta excesivos en su papel de ambiciosos y asesinos...No se explica, pues, cómo se acentúa tanto en los autores adversos al Guerrero la supresión de su existencia. Aunque sólo fuera para librarse de las inventadas adherencias raciales en él, la crónica de su existencia como héroe aventurero no resiste esa exclusión de los amurallados timoratos.
José Payá Nicolau.Tente iracundo otomano. Título al que hace referencia José Payá Nicolau en su escrito. Sobre el mismo podemos leer un estupendo análisis a cargo de nuestro amigo Mariano Bayona:
y una certera crítica escrita por José Antonio Molero: http://www.gibralfaro.uma.es/opinion/pag_1133.htm
Acerca de este libro escribimos hace tiempo:
Si queremos leer el primer capítulo completo del libro accedemos al enlace:
Esperemos tener pronto noticias de la continuación de Crónicas "Apenas sí se supo". En la columna de la derecha tenemos también el enlace al propio blog de Payá Nicolau donde podemos disfrutar de sus poemas y escritos, de donde he extraido éste que acabáis de leer. Desde aquí le deseamos a José toda la suerte del mundo en los proyectos que acometa.
Así como el libro de Payá Nicolau está hecho desde el recuerdo verdadero y el respeto, la obrita de Sopeña es una auténtica lección de falta de ética al dedicarse sistemáticamente a sacar de contexto frases y situaciones y falsearlas casi hasta el embuste. Un inmerecido montón de tonterías -por no decir otra cosa- servidas al gran público para confundirle más aún y contribuir a enterrar las creaciones de Gago. Arrenegado sea Sopeña Monsalve.
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