El próximo mes de octubre de 2024, coincidiendo con el 80 aniversario de la salida, por primera vez, en los quioscos, del personaje más emblemático de los tebeos españoles de posguerra; El Guerrero del Antifaz, la Editorial Dolmen ha tenido a bien publicar un tomo con las primeras aventuras del héroe.
Se incluyen los 13 primeros cuadernos de la serie, además de las dos primeras páginas del número 14, con la intención de no dejar ninguna aventura colgada por la mitad, para ofrecer una aventura completa.
Sin duda, es un motivo de celebración para todos los seguidores del personaje y del tebeo clásico español en general.
Pero...¿vale la pena adquirir esta nueva edición? Es la pregunta que algunos se hacen. ¿Qué elementos diferenciales podemos encontrar en esta publicación con respecto a anteriores reediciones de la colección?
Vamos a tratar de enumerarlas. Los habituales compradores de esta editorial saben y conocen de sobra el mimo con que Dolmen trata el material clásico en sus distintas líneas editoriales.
Lo primero a destacar es el tamaño. Se trata de un tomo de tapa dura de 22 x 28,5 cm, con unas dimensiones, por tanto, mucho más grandes que el original (17 x 24 cm.). Esto va a permitir al lector el poder disfrutar, por primera vez, de los dibujos de la mejor época de Manuel Gago de una manera nunca publicada, ya que tanto la edición "Homenaje a Manuel Gago", de la propia Valenciana como la de Editorial Planeta se hicieron al tamaño original, mucho más pequeño que el de Dolmen.
Otro aspecto a tener en cuenta es la restauración que se ha realizado de todas las páginas, una a una. Se han escaneado a alta resolución, se han realzado los grises para que se puedan ver mejor, se han limpiado innumerables motas que ensuciaban las planchas.
Ahora un ejemplo de una página antes de ser restaurada:
y despues:
Otro aspecto que se ha cuidado mucho en este volumen, y que nunca se había tenido en cuanta en ninguna edición anterior, es la ortografía. Un corrector profesional ha corregido todos los errores ortográficos que presentaba la edición original, y no eran pocos, precisamente.
Hay que destacar también el apartado de contenidos extras que lleva esta edición. Se reproduce el cuaderno "El juramento sagrado" que originalmente fue publicado un año antes que el Guerrero del Antifaz y que muchos aficionados consideran que es una especie de número cero de la serie. Un articulo incluido en el tomo trata de ponerlo en contexto.
Debido a que la razón de ser del libro, es conmemorar el 80 aniversario del inicio de la colección, como antes dijimos, se incluye el articulo de investigación que establecía el 24 de octubre de 1944 como la fecha oficial del nacimiento del personaje, con nuevos datos encontrados en la Administración General del Estado.
El resto de contenidos de la sección de extras también valen la pena, puesto que nunca han sido publicados anteriormente, pero los dejaremos sin desvelar. Algo hay que dejar para la sorpresa.
Los admiradores de la obra de Manuel Gago estamos de enhorabuena. ¡Voto a bríos!
Hace unos meses salió a la luz un nuevo tomo de la colección CUADERNOS DE LA HISTORIETA ESPAÑOLA, en este caso, dedicado de manera monográfica a Boixcar, uno de los Grandes de la historia del tebeo español, conocido, sobre todo, por Hazañas Bélicas, la serie que durante la posguerra española narraba episodios ambientados en la Segunda Guerra Mundial, aunque la producción de este autor no se limitó a esta colección, sino que sus lapices dieron vida a otras no menos recordadas series.
En este ejemplar podemos encontrar unos apuntes biográficos, fruto de una concienzuda investigación, que nos ayudarán a conocer la grandeza de su figura.
Como es habitual, se desgranan, episodio tras episodio de todas las series, por lo que este ejemplar puede considerarse también como una obra de consulta imprescindible.
Esperamos con ansiedad el próximo tomo de CUADERNOS DE LA HISTORIETA ESPAÑOLA.
Enhorabuena, Fernando Bernabón. Poco a poco esta colección se está convirtiendo en todo un referente para todos aquellos que amamos la historieta.
EL GUERRERO DEL ANTIFAZ. ORIGEN. Publicado por Dolmen Editorial. 2023
La novela parte de la base del argumento que en 1944 creara
don Manuel Gago García, padre de la autora de la obra que vamos analizar.
El argumento, a grandes rasgos, de la historieta, era el
siguiente: Un guerrero árabe, hijo del reyezuelo Alí Kan, destacaba como un
gran luchador en las contiendas contra los cristianos. Esta circunstancia
contrariaba a su madre, cristiana, que había sido raptada por Alí Kan siete meses
antes de nacer su hijo, para formar parte de su harem. Un día decide contarle
la verdad; le dijo que en realidad era hijo del conde de Roca, y por tanto, de
ascendencia cristiana. Alí Kan sorprendió a la madre del protagonista revelando
el secreto y le dio muerte. El presunto hijo intentó vengar a su madre y huyó,
convirtiéndose en un proscrito para los musulmanes. Desde ese momento luchó al
lado de los cristianos e intentó congraciarse con su verdadero padre, el conde
de Roca. Al haber dado muerte a tantos cristianos en el pasado, tuvo que cubrir
su rostro con un antifaz.
Este es el origen del Guerrero del Antifaz, narrado por
Manuel Gago en unas pocas viñetas en un cuadernillo publicado en octubre de
1944. Marisa desarrolla la conocida historia creada por su padre dándonos a
conocer detalles desconocidos del pasado. Los acontecimientos que se van sucediendo
van a determinar, en gran parte, las motivaciones, personalidad y deseos de los
personajes más relevantes de los primeros cuadernos de la serie.
En la novela Origen encontramos algunos detalles que
divergen ligeramente del tebeo original, por ejemplo, el secuestro de la madre
del Guerrero, pero que encajan perfectamente en las líneas trazadas
por la autora. Los giros argumentales ideados por Marisa Gago van a sorprender,
en determinados momentos, al lector. Sin
embargo, esas diferencias con respecto al tebeo original se irán aminorando,
poco a poco, cobrando sentido, hasta llegar a una situación final bastante
parecida a la conocida por los seguidores de la serie. No van a faltar tampoco
situaciones que calificaría de polémicas, teniendo en cuenta a donde lleva a
algún determinado personaje.
Sin embargo, el resultado final, al menos en mi opinión, es
muy satisfactorio. He disfrutado con la lectura. Tengo que confesar que abordé
la lectura de la novela “El Guerrero del Antifaz: Origen” con cierto
escepticismo. Sin embargo, todos mis temores se fueron disipando a medida que
avanzaba en su lectura. Una trama bien urdida que te engancha, no puedes parar
hasta terminar. ¿Qué otro sentido puede tener un libro para un lector si no se
lo pasa bien leyéndolo?
Para concluir, considero relevante recordar que hace unos
años, Marisa publicó una novela que, a la postre, le sirvió como banco de
pruebas para la obra que estamos analizando. Se trata de “Cautivos del destino (2012)”.
Sobre la misma, Marisa comentó en su momento lo siguiente:
"La novela surgió porque se me ocurrió hacer una especie de
guión para una posible película del Guerrero del Antifaz, simplemente por
entretenerme. Lo hice, incluyendo la juventud de Alí Kan y la niñez del
guerrero. Intenté justificar por qué Alí Kan se había vuelto tan malvado. En
lugar de la continuación me decidí a escribir una novela, pero sin saber ni
cómo, empezaron a surgir en mi cabeza situaciones y personajes que no tenían
nada que ver con el Guerrero del Antifaz. De hecho la novela que me ha salido
no se parece en nada. El protagonista (el que hubiese sido Alí Kan) se
convirtió en Muntassir ben Alí, un joven árabe de origen humilde que se ve
convertido en visir por una serie de circunstancias, como el incendio de su
vivienda en la que mueren sus padres, mujer e hijo a manos de un poderoso noble
cristiano”.
En definitiva, recomiendo la novela “El Guerrero del
Antifaz: Origen” tanto a los aficionados al personaje como a los que nunca han
leído nada de él. Es una lectura entretenida, que te atrapa, y terminas el
libro con la sensación de querer seguir leyendo. Ojalá Marisa se atreva a
escribir la continuación. Aquí estaremos esperándola.
El pasado 21 de abril se publicó este reportaje en el Diario El Mundo en su edición impresa. Lo rescatamos aquí para que todos aquellos que no lo adquirieron puedan leerlo integramente.
La resurrección de El guerrero del antifaz. "Es un personaje maldito".
El justiciero dibujado por Manuel Gago regresa con nuevas aventuras tras 40 años de olvido y un largo conflicto judicial. "Hay prejucios hacia él que ya no tienen razón de ser", asegura el editor que ha propiciado su vuelta
Su sola mención evoca una infancia de quioscos y espadazos de papel. O espolea una adultez en la que la cota de malla se ve con bastante más interés aventurero que nostalgia. Incluso pone en guardia a gente de piel extremadamente fina. En cualquier caso, parece claro que El guerrero del antifaz sigue generando cualquier cosa menos indiferencia entre los aficionados autóctonos a la historieta y sus alrededores. Sobre todo ahora que Adolfo de Moncada, conde de Roca, protagonista de una de las sagas más emblemáticas del cómic español, acaba de volver por sus fueros. ¡Voto a bríos!
"Necesitaba tener estos tebeos porque me faltaban en mi colección", bromea Vicente García, responsable del sello especializado en el rescate de clásicos del noveno arte que ya es la nueva casa del popular enmascarado: Dolmen Editorial. "Es curioso, en Francia es imposible ir a cualquier librería o centro comercial y no encontrar los álbumes de Astérix o Lucky Lucke. Aquí con El guerrero del antifaz no pasa lo mismo. En cierto modo, es un personaje maldito atrapado en un continuará que ha durado 40 años".
Los motivos de tal ausencia se corresponden con los adversarios con los que se ha batido dentro y fuera de las viñetas el justiciero creado por el legendario Manuel Gago (Valladolid, 1925-Valencia, 1980). El principal ha sido la apropiación y explotación del personaje por parte de la editorial que publicó por primera vez sus peripecias el 24 de octubre de 1944, hecho que derivó en un proceso judicial a propósito de los derechos de autor y de propiedad intelectual no resuelto hasta hace una década a favor de los herederos de Gago.
También jugaron en su contra el retrato del conde de Roca como ariete de la propaganda franquista, la propia censura del régimen o el infortunio derivado de la temprana desaparición de su dibujante y guionista. Pues bien, a todos estos rivales ha terminado imponiéndose el desfacedor de entuertos de la Reconquista para presentarse en el siglo XXI con las armas y el bagaje del héroe clásico reinventado, en plan Mandalorian ibérico.
Y todo gracias a un ambicioso plan de relanzamiento diseñado por Dolmen que incluye la reedición de Las nuevas aventuras de El guerrero del antifaz -la serie publicada entre 1979 y 1981 que Gago dejó inconclusa-, la salida al mercado de álbumes concebidos desde cero por un equipo creativo reunido para la ocasión, el acercamiento del personaje a las nuevas generaciones de lectores en formatos como el manga... y alguna sorpresa más. "Es el único superhéroe del cómic español que no tiene película", deja caer Marisa Gago.
La hija del historietista ni siquiera había nacido cuando debutó El guerrero, pero participa en el relanzamiento como autora de la novela Origen, que llega en plenos fastos del Día del Libro. En ella, y a modo de precuela, ofrece claves sobre la crianza de Adolfo de Moncada como príncipe musulmán en la corte de Alí Kan y su posterior conversión al cristianismo y enfrentamiento con las huestes de la cimitarra.
"Es un personaje transversal y multigeneracional, por eso impactó tanto en su momento y ha pervivido hasta nuestros días", comenta García a propósito de un superventas que llegó a tener tiradas de hasta 800.000 ejemplares a mediados del pasado siglo, cuando rivalizaba junto a su fiel escudero Fernando con Roberto Alcázar y Pedrín o El capitán Truenopor el favor de la chavalería.
Lo recuerda Carlos Giménez, el no menos mítico autor de Paracuellos y Barrio, en la introducción del primer tomo reeditado y a todo color: "Para los que éramos niños entonces y vivíamos en aquel mundo triste y tremendamente sobrio de la posguerra española, estos cuadernillos en blanco y negro -los mismos tonos imperantes en el devastado país en que habíamos nacido-, significaban un tesoro, una ventana al mundo de la aventura, de la fantasía y de lo exótico".
García y Gago son dos de las cinco personas que han propiciado el regreso de El guerrero a través de eso que los anglos llaman full disclosure. El tercero es el restaurador estadounidense Allan Harvey, uno de los mayores expertos del mundo en su campo. "Encontré que las páginas originales parecían haber sido mejor impresas que las historietas de EEUU o Reino Unido en las que había trabajado anteriormente", admite el especialista, nominado hace dos años al Eisner, los Oscar del cómic.
Por último están el guionista Eduardo de Salazar y el ilustrador Miguel Quesada Ramos, hijo del también dibujante Miguel Quesada Cerdán y sobrino del propio Manuel Gago. Ellos son los verdaderos responsables de haber liberado al caballero del continuará que lo engrilletó en el número 110 de Las nuevas aventuras, publicado póstumamente el 7 de febrero de 1981. Costaba 30 pesetas.
Desde entonces, los seguidores del azote de cristianos primero y de moros después sólo habían podido entretenerse con las sucesivas reimpresiones del material ya conocido, incluidos extras o almanaques. Y, ya más recientemente, con la puntual colaboración de De Salazar y Quesada en varios boletines para la Asociación de amigos de El guerrero del antifaz (AAGA), germen del retorno. El impostor, que llegó a las librerías en diciembre de 2022, y El tesoro de Motamid, que lo hará en el último cuatrimestre de 2023, son los nuevos álbumes en los que la pareja ha trabajado hasta la fecha.
En El impostor, que busca atraer tanto al lector de toda la santa vida como al comiquero sin canas, el superhéroe medieval reaparece en plena forma. "En la primera página ya está a castaña limpia, y en la segunda, y en la tercera...", desvelaba García en la presentación del volumen en Madrid.
"Me lo paso estupendamente dibujando escenas de mamporros", le secunda en conversación teléfónica Quesada, un veterano del storyboard y la preproducción de películas de animación como El Cid: la leyenda que ahora cumple el sueño infantil de convertirse en autor de tebeos. "Que haya mucha acción y sea movidita", es su premisa. "No he intentado imitar el estilo de mi tío, igual que ahora no se podría rodar una película como las hacía Douglas Fairbanks. El lector actual ya está acostumbrado a unos encuadres que en su época no existían. Digamos que antes se trabajaba con una cámara y yo lo hago con dos o tres. Lo que sí he procurado es vestir a El guerrero con la misma ropa de opereta que llevaba, porque ésa es su imagen".
Quesada confiesa haber introducido un matiz diferencial más: "Así como mi tío dibujaba peleas pero no se había peleado en su vida, yo he practicado yudo, kárate y boxeo. Así que a veces me complico demasiado la vida...".
El último número de Gago se publicó en 1981 y costaba 30 pesetas
"El guerrero del antifaz presenta las bases de cualquier videojuego de acción", expone De Salazar, que tiene respuesta para quien quiera ver en el personaje más icónico del tebeo autóctono -con permiso de Mortadelo- a un apóstol del mandoble. "Es El guerrero del antifaz, no El pacifista del antifaz. Lo que no hay que hacer es recrearse en la violencia, si bien ésta forma parte de la aventura". Digamos que en las correrías de El guerrero no se verán las salpicaduras gore del cine de Tarantino. "No he dibujado ni una gota de sangre ni unas tripas por fuera, como se ve ahora en montones de películas", se desmarca Quesada, más aficionado al olor de la pintura que al aséptico color digital.
¿Y qué pasaría si en la era de lo políticamente correcto alguien viese este retorno con recelo? Por lo pronto, en El impostor, De Salazar y Quesada huyen del maniqueísmo de buenos y malos que impone la narrativa de la yihad. Ni todos los musulmanes son pérfidos, ni todos los cristianos lucen aureola angelical. Además, la pareja creativa coloca a varios personajes femeninos en el centro de la trama. Algunos, como doña Ana María o Sarita, son ya conocidos; otros, como Miriam, se estrenan.
Descartado lo religioso-identitario y la cuestión de género, falta por abordar lo ideológico. Al magistrado y teórico de la historieta Salvador Vázquez de Parga se le recuerda por haber zurrado de lo lindo a El guerrero en su ensayo Los cómics del franquismo (Planeta, 1980). En él, le señalaba como encarnación de virtudes aplaudidas por el Caudillo: pureza de raza, fortaleza, honestidad, castidad, nobleza, generosidad, amor a Dios y a su Patria. Una lectura, producto de un tiempo -plena Transición- que lógicamente ya no es éste.
"Hay que verlo más globamente, porque El guerrero es uno de los cuatro o cinco personajes que Gago hacía al mismo tiempo", matiza De Salazar a propósito de aquellos años estajanovistas en los que el autor también se afanaba en la mesa de dibujo para sacar adelante las colecciones de El espadachín enmascarado, Purk el hombre de piedra y El pequeño luchador. "Todo lo que Vázquez de Parga atribuye a El guerrero no lo hace con El capitán Trueno, y podrían intercambiarse muchísimas cosas. Simplemente le gustaba más El capitán Trueno, que era más ligero y permitía reírse con sus aventuras".
Experto en meterse en "proyectos arriesgados", García admite: "Publicarlo me ha costado algún disgustillo, pero no veo nada en esta historieta que pueda molestar a alguien. Respecto a El guerrero existen unos prejuicios que ya no tienen razón de ser. Sobran prejuicios en general, es uno de los grandes males de la sociedad actual. Hay una misteriosa tendencia a juzgarlo todo como blanco o negro".
A su juicio, tampoco las Nuevas aventuras remiten a las coordenadas a las que apuntaba Vázquez de Parga. "Son mucho más modernas y transgresoras, se gestaron en los años 80 y el autor hizo un trabajo mucho más personal con el personaje. Sorprende mucho lo avanzado de su mentalidad", resume el editor.
Manuel Gago fue el primogénito de un matrimonio formado una ama de casa y un capitán del ejército republicano. La familia, que residía en Madrid, se trasladó a Ontinyent (Valencia) tras el estallido de la Guerra Civil. Un año después, volvió a cambiar de domicilio y se estableció en Albacete. El padre fue encarcelado al finalizar la contienda por haber permanecido leal al Gobierno de Azaña. Estuvo en prisión tres años, en los que el mayor de cuatro hermanos y futuro historietista -con apenas 14 años- se vio obligado a abandonar los estudios y ponerse a trabajar en distintos oficios para procurarle sustento a su familia.
Su afición por los tebeos y los folletines, sin embargo, hizo que Gago dedicara las noches a practicar el dibujo. Sus mayores influencias eran Alex Raymond, padre de Flash Gordon, y Emilio Freixas, pionero en España del arte del bocadillo. Una tuberculosis al borde la mayoría de edad lo llevó hasta un sanatorio. Allí, con tiempo por delante para recuperarse y crear, pidió a sus hermanos que le llevaran un tablero. El libro Los 100 caballeros de Isabel la Católica que un primo le prestó le dio la idea del justiciero enmascarado. Lo demás, como reza el tópico, es historia.
"Estaba más preocupado por tirar para adelante que por cualquier otra cosa. En esos años de cartilla de racionamiento y Cara al sol, él se buscó la vida como pudo", interviene Quesada. "Pero mi tío fue comunista hasta el último día", revela el ilustrador, en un inesperado giro de guión.
Aunque murió joven, Manuel Gago dejó 27.000 páginas y un estilo único que lo proyectó como uno de los principales representantes de la escuela valenciana. Paradójicamente, con su personaje más popular mantuvo una relación de amor-odio, fundamentalmente al verse privado por su empleador de reconocimiento y ganancias. "Dio dinero a todo el mundo menos a la familia", recuerda Quesada. Marisa Gago cuenta que su padre no conservaba ningún ejemplar de El guerrero en su propia casa. Es hora de que, por fin, regrese a ésas y otras baldas con la espada en ristre.