(Dibujo dedicado a Silvestre)
Los Hermanos Pedro y Miguel Quesada.
Artículo escrito por Manuel López.
Miguel Quesada
En 1999 el Gran Premio del Salón de Barcelona fue para los Hermanos Quesada, dos grandes puntales de la Escuela Valenciana. Miguel, ha sido el dibujante de series tan populares como: La Pandilla de los siete, Pacho Dinamita, Tony y Anita y la, hoy, mítica Pequeño Pantera Negra entre otras.
Con estas líneas quiero rendirle mi particular homenaje a Miguel Quesada, con el que siempre me sentiré deudor de las horas y horas de evasión que me proporcionó con su arte.
Una profesión de galeotes
Soy consciente de que para que la sociedad cultural de este país otorgue autoridad a las palabras, se necesita de tres cualidades: el ser alguien muy reconocido, muy moderno y muy extranjero. Así que yo también quiero confesarles algo sobre lo que ocurre con los autores de historieta de los años cuarenta a sesenta aquí, en España. Es mi verdad, pero está sacada de una ya larga experiencia, y de un coraje con el que no ha podido ninguno de los actuales "popes" del medio.
Tal vez a ustedes, lectores de estas líneas, no les interese demasiado ese mundo onírico que es el que nos permitió ser algo más que animalitos viviendo. Quizás ese mundo interior, ese sueño que nos proporcionaron aquellos tebeos, no tenga lugar en este país. Hoy este país no quiere recordar…. por eso no se les trata con un mínimo de dignidad. Entonces se manipulan los contenidos, se generaliza diciendo que eran portadores de los mensajes fascistoides del Régimen. Lo que no se dice es que esos tebeos nos ayudaron a soñar a evadirnos de una triste realidad. No se dice que sus autores estaban abocados a un infierno para poder publicar. No se dice que trabajar en el medio era una profesión de galeotes. No se citan además, naturalmente, las conveniencias comerciales e industriales que exigían una estandarización de fácil asimilación. Y se alaba el Flash Gordon silenciándose su contenido fascista, se rinde pleitesía a la perfección artesanal de Caniff, y se es indulgente con la calidad de los Phantom y Mandrake de la época heroica.
La historia de los tebeos se cuenta por el esplendor o la decadencia de los mismos. Y si los "popes" actuales siguen alimentando la mediocridad y lo extranjero, la historia de la historieta española de los años cuarenta a sesenta se recordará por su inexistencia. Aunque hoy aquellos tebeos estén ya muy lejos de aquella prerrogativa que obtuvo en la edad dorada del género, sus conquistas siguen remitiendo a ese interior de la memoria que tan profundas significaciones genera.
La memoria imaginaria es la dueña de una sustancia muy peculiar de los recuerdos, no sólo de unos recuerdos distintos, sino de la pervivencia de una vida distinta que los nutre y preserva, salvaguardados, podríamos decir, en el placer y en la emoción de la palabra historieta: esa que se fragua en algún misterioso encuentro de la imaginación y la memoria.
Es un recuerdo de infancia, de ese tiempo mítico de las personas que, como decía Cesare Pavese, reproduce en la experiencia de cada uno el tiempo mítico de la humanidad. Se trata, pues, de un recuerdo significativo, si entendemos que todo lo que procede de esa memoria originaria, primordial, es particularmente revelador o elocuente. Con los años, por supuesto, otros ingredientes se fueron añadiendo. Junto con aquella adolescencia fueron creciendo también las búsquedas de la propia identidad.
Un viaje a la nostalgia
Las líneas precedentes me han hecho retroceder a unos años que se me fueron para siempre acercándome a un mundo conocido, el que se encuentra detrás de esas páginas llenas de dibujos y que quedaron, de forma imborrable, grabadas en mi memoria.
Como las de Miguel Quesada Cerdán (1933), Gran Premio del Saló del Còmic de Barcelona en 1999 y Medalla de Oro al mérito de las Bellas Artes en 2000.
Por medio de este extraordinario autor he pretendido retroceder en el tiempo, volverme a situar en la larga noche que significó la dictadura franquista, hacía aquellos años de oscurantismo, aquellos años en que amparándose en la arbitrariedad del poder eran muy comunes expresiones como: “No sabe con quien esta hablando”… A modo de un viaje a la nostalgia, a través de sus páginas he querido rememorar horas y horas de ilusionada lectura.
Miguel Quesada se convirtió por derecho propio en uno de los autores más interesantes del panorama de la historieta española. Cabe decir que (a mi juicio), aunque estemos viviendo los años de un nuevo modelo de cómic, más vanguardista y en ocasiones irreal, como el mundo de los superhéroes, la obra de Quesada continúa siendo de una actualidad vigente.
Quien más quien menos, cuantos fueron lectores habituales de sus historietas en los años de posguerra a buen seguro comparten la anterior opinión, y son hoy muchas de sus series las que deberían ser consideradas como "obras de culto", imprescindibles para el estudioso y el aficionado. Eran unos tebeos aparentemente sencillos pero presentaban una sólida estructura narrativa, ausentes de subterfugios argumentales tan absurdos como recurrentes en muchos tebeos actuales. Digamos que en ellos se manejaban con acierto notable las claves narrativas, y se hacía con un dibujo en el estado más puro, aparentemente sencillo pero efectivo.
Quizás el querer hablar de la vigencia de La Pandilla de los siete, Pacho Dinamita, Tony y Anita, o de Pantera Negra, parezca fuera de lugar. Se podrá aducir que eran portadores de un aspecto infantil, que las reacciones y comportamiento de los personajes en ocasiones resultaban excesivamente simplistas, quizá porque se dirigía a un público infantil o bien porque la censura de la época no le permitía entrar en sutilezas psicológicas por lo que iban al grano. Esa censura (que como buena estúpida) promovía una cierta complicidad entre el autor y sus lectores, de manera que los sobrentendidos actuaban a la perfección para los últimos, a veces mucho más allá de lo que se había insinuado. Pero sea como fuere, lo que nadie nos podrá negar, y es lo que destaca por encima de todo, es que la mayoría de aquellos tebeos nos dan una lección de economía narrativa y de como transmitir los sentimientos de los personajes en pocas viñetas.
Hablar de Miguel Quesada es, entonces, hacerlo de uno de los grandes del tebeo autóctono. La maestría de su dibujo tiene su paralelo en la facilidad que posee para la narrativa gráfica, que a lo largo de su carrera ha demostrado en infinidad de ocasiones con páginas realmente antológicas. Quesada no es un autor desconocido para el lector de posguerra, que tuvo la suerte de disfrutar de su obra. Obra que resiste el paso del tiempo ampliamente, ofreciendo aún hoy un producto que contiene la calidad suficientemente cautivadora como para poner los ojos en ella.
La Pandilla de los siete (El pequeño enmascarado)
Persecuciones, nobles y bondadosos personajes enzarzados en su lucha contra el mal en un universo maniqueo de buenos y malos… un esquema sencillísimo, a base de personajes extremos, en los que sólo cabe la bondad o la maldad totales.
Iniciada por Manuel Gago y continuada por Miguel Quesada, es una serie que despierta interés por su original propuesta, una pandilla de adolescentes que se verán inmersos en mil y una aventuras, no podía menos que interesar a la chiquillería de una época en la que soñar era una necesidad para evadirse de la triste realidad de la secuelas de nuestra guerra civil… esa guerra que dio al traste con promete-doras carreras artísticas. Pero el mundo del tebeo supo sobre-ponerse y ya en el periodo posbélico comenzó una etapa que sería mucho más fructífera que la anterior en el terreno de la historieta gracias a la eclosión de nuevos dibujantes.
La lectura de La Pandilla de los siete se inicia con agrado y mantiene el interés de la mano de esos aventureros adolescentes, con quienes recorremos los más exóticos rincones del planeta descubriendo tesoros, mundos olvidados o tribus remotas. Se trata de una serie entretenida, que se lee con agrado y que tiene suficientes atractivos como para hacerla recomendable. El trabajo de Quesada en ella viene a ser un proceso de formación como dibujante, el cual da como resultado un excelente dibujante: basta acudir a alguno de sus trabajos posteriores para verificar que estamos ante un historietista que inclina la balanza hacia el lado de los aciertos. Su labor aquí presenta buen ritmo y una magnífica elección de los encuadres, demostrándonos una capacidad especial para descomponer la acción en imágenes. Si buscáramos influencias sobre el trabajo de Quesada en esta serie, habría que destacar a Manuel Gago. Pero en ningún momento esta influencia supuso una pérdida de originalidad por parte de nuestro dibujante. Es notable observar el grado en que Quesada consiguió madurar su grafismo a medida que la colección va avanzando.
Pacho Dinamita
El dibujo de Quesada en Pacho Dinamita se muestra muy alejado de corrientes estéticas como las actuales características de las historias de superhéroes. La ausencia de imágenes a toda página, el uso de figuras que no se salen de los limites de sus viñetas, la abundancia de ilustraciones por pagina o el no reproducir sucesivamente el mismo dibujo sólo diferenciado por onomatopeyas, puede hacer pensar al lector actual de tebeos que se encuentra ante un material añejo y sin atractivo. Nada más lejos de la realidad, Pacho Dinamita conserva hoy una vigencia como muy pocas series de la época con mucho más renombre mantienen.
El guión, aparentemente sencillo, presenta una sólida estructura narrativa. La perfecta sintonía entre el dibujante y elguionista (Pedro Quesada) es tal, que se hace difícil diferenciar los aspectos desarrollados por cada uno de ellos.
Destaca en Pacho Dinam
ita el tratamiento de la violencia. Una violencia que es siempre justificada, derivada de la ayuda a los demás.
Quesada consigue,no obstante, personajes humanos, y así logra reafirmar la credibilidad de sus historias.
En el dibujante hay una constante evolución de la primera viñeta hasta el fina
l de la serie, aunque en plena búsqueda y desarrollo de un estilo propio tiene suficiente calidad como para que se distingan en él los cimientos de lo que daráde sí en su obra futura.
Pacho Dinamita cumple sobradamente su objetivo: entretener al lector con una serie de historias de lectura fácil y bien presentadas.
Tony y Anita
Singulares aventuras de un joven trapecista en unión de la más valerosa y encantadora “ecuyere”. Unidos por lazos indisolubles de amistad y admiración mutua, luchan por el éxito despreciando el peligro y la ruindad de algunos seres.
Cuando tuve ocasión de leer completa la colección de Tony y Anita, lo hice con cierta impaciencia y al mismo tiempo cierta inquietud dado el desconocimiento que tenía sobre ella.
Inquietud: La lectura de estaserie podía significar una cierta decepción, ya que en mis retinas tenía aún presente la reciente lectura
de Exploradores del Universo, uno de sus primeros trabajos, y la que para mí es su mejor obra: Pequeño Pantera Negra. Tony y Anita es posterior a la primera y muy anterior a la segunda ¿Con que estilo me encontraría en esta colección? Con relación a la antes mencionada Exploradores del Universo el cambio es sustancial. Quesada supo combinar una serie de ingredientes que van desde la ambientación a la trepidante acción y que convirtió a
la serie en una de las más exitosas de la Editorial Maga. Otras mejoras eran la ambientación, planificación y montaje, al haber dotado al dibujo y a la propia historia de una serie de matices y características. A ello contribuye el asentamiento de un estilo más propio, alejándolo, un tanto, del estilo Gago que, paradójicamente,fue la clave que catapultó al autor en sus comienzos.
Miguel Quesada es muy consciente de los mecanismos que hacen funcionar este tipo de historias y lo pone en práctica de una manera fiel, ofreciendo una narración de ritmo sostenido, a veces trepidante, en el que se van concatenando con una relativa gracia las diferentes situaciones de peligro y los convenientes diálogos situacionales, manteniendo un ri
tmo uniforme sin caer en los siempre peliagudos tiempos muertos. Además, a la manera de las largas series de aventuras con personaje fijo, copa completamente su desarrollo, de forma que permanezca impertérrito independientemente de lo que haya ocurrido a lo largo de la serie; los protagonistas del principio y los del final son exactamente los mismos a pesar de lo que les acontece.
Tony y Anita es un tebeo escapista repleto de acción,exotismo y fantasía, con escasa preocupación por la verosimilitud pero con elegancia estilística digna de loa. Su fuerza reside en los argumentos, rebosantes de aventura e intriga, y la forma utilizada para desarrollarlos es funcional, ágil, moderna, revelándose como una serie capaz de reconciliar al más exigente lector con esta forma de expresión largo tiempo desaparecida de nuestro mercado.
Pantera Negra / Pequeño Pantera Negra
Los personajes de estas series se mueven entre lo fantástico y la más pura aventura. Cabe destacar la cuidadosa planificación, en la qu
e otros artistas de mayor prestigio e influencia no hubieran logrado mejores resultados. Los personajes se mueven como en el mejo
r y más prestigioso de los escenarios.
Lo cierto es que la saga de Pantera Negra no defrauda. Quesada mantiene la alegría y el vigor de su trazo, pero, además, nos depara algunas sorpresas: Uno quiere notar cierta simpatía del autor hacia su personaje, casi como si Quesada se identificara con ese muchacho que es Jorge, el Pequeño Pantera Negra.
lmente Pequeño Pantera Negra, fueron para la famélica generación de posguerra un universo mágico. Sus ave
nturas "leídas" en nuestra infancia nos evadían de la realidad. Desde el placer de su lectura nos ponía en contacto con otro significante, nuestros miedos, nuestra aún descodificada e incompleta noción del mundo, y nos ayudó a superarlos y liberarlos. Sus tebeos nos alimentaron de las palabras e imágenes necesarias para convocar o conjurar. Después, estaba la relación -con una enorme carga efectiva- que se establecía con el artista.
Un buen historietista sabe dosificar lo reconocible con lo insólito, el misterio con la broma, la tensión con el respiro… y nos seduce. Cualidades inherentes en el que fuera uno de los autores más admirados por los lectores de aquellos años: Miguel Quesada.
El haber citado solo alguno de sus títulos puede suponer menospreciar otros, por lo que el lector no debe dejar de acercarse a su obra completa, a pesar de que los gustos particulares establezcan diferencias entre unos y otros títulos, cualquiera de ellos justifica por sí solo la grandeza de uno de los más importantes autores de la historia de la historieta española. Sus tebeos son con mucha diferencia de los que más lectores consiguieron.
Hablar de Miguel Quesada lleva emparejado hacerlo de Pedro Quesada, guionista de la mayoría de los personajes que éste dibujara.
Pedro Quesada
Pedro Quesada Cerdán(1926-88), Gran Premio del Saló del Còmic de Barcelona en 1999 a titulo póstumo, se convirtió por derecho propio en uno de los guionistas más interesantes del panorama español de posguerra, sólo igualado en lo que a calidad se refiere por muy pocos autores. P. Quesada mantuvo una regularidad que le permitió crearse un público fiel.
Con estas líneas pretendemos analizar las constantes presentes en este guionista, e intentar comprender las razones de su éxito a través de dos de sus más celebradas obras. Nuestra idea es que tópico más extendido sobre P. Quesada, esto es, el de que era un autor que imprimía a sus guiones un gran sentido del humanismo, sólo es verdad hasta cierto punto.
Nuestra tesis es que Pedro Quesada era más bien un guionista camaleón, y que, por ello, entendía a sus personajes y a sus lectores mejor que nadie. Quesada conseguía,
así, adaptarse a cualquier circunstancia, con lo que sus historias discurrían de forma lógica, o al menos todo lo lógicamente que permiten las pautas del genero (y de la censura) en el que principalmente se circunscribía, el tebeo de aventuras.
Historias tópicas e historias con sensibilidad.
¿Qué aportó nuestro guionista a un personaje tan plano como podría haber sido Pacho Dinamita? Quesada consigue que las tópicas histo
rias de sus arquetípicos personajes se hagan más llevaderas. Y es aquí donde surge el “toque Quesada”: dale demasiado predominio a las situaciones dramáticas o una acción desaforada, y la colección se te escapa de las manos, llegando al cansancio y el hastío. Así, hábilmente intercalados en la historia, encontramos bromas internas, reacciones más o menos graciosas… Enumerar ejemplos podría ser prolijo.
Por lo demás Quesada era un guionista con una técni
ca bastante sencilla. Todas sus historias plantean el normal esquema de introducción – nudo - desenlace, aunque hay que agradecerle que no abusase demasiado de las tramas paralelas. Sin embargo, una vez más, esto se debía a que la historia lo requería. Cuando nuestro autor tuvo que recurrir a estructuras narrativas más complejas demostró su gran valía.
En Pacho Dinamita las historias son tópicas, el prota
gonista es un prodigio de nobleza, bondad y caballerosidad, sigue intentando hacer justicia deshaciendo entuertos, como todo buen héroe que se precie. Lo que cambia es la actitud general.
Lo que sí se le podría reprochar cierto moralismo demasiado evidente, aunque su gran acierto fue la forma en que supo integrarla en las aventuras de Pacho Dinamita.
Pantera Negra
Una de las mejores historietas tarzanescas realizadas en nuestro país. Dibujada inicialmente por José Ortíz, nos devuelve, a la española, el mito de Tarzán, pero con un sólido argumento que se mantiene a lo largo de toda la colección y en la que la situación "real" de los personajes va evolucionando en el transcurso de la misma.
Con el nacimiento de su hijo (Jorgito), esta obra adquiere carácter de saga, repleta de vueltas y de insistencias, situando al personaje en una mítica que le distancia
del burroughsiano en el que se halla inspirado. Uno de los puntos más diferenciales de su modelo original es su amistad con algunas de las tribus nativas y que ésta no es su selva, aunque son indudables numerosos puntos en común.
Por su parte, Pequeño Pantera Negra es una serie trepidante en la que brillan con luz propia una espléndida capacidad de evocación, un finísimo sentido del humor en muchas ocasiones, y un flujo ininterrumpido de imágenes sorprendentes. Mantiene en todo momento un equilibrio ejemplar.
En ambas series se nos ofrece un apasionante viaje por una selva real, lejos de la civilización y del mundo conocido, sombrías amenazas, trepidantes aventuras para quienes añoran ese género abandonado hace décadas; y, como queda dicho, una formidable recreación del mito tarzanesco para quienes disfrutan de esa vertiente historietística. Hay romance, amor, acción, intriga, misterio, humor, personajes imaginarios y reales.
Mucha de toda la fantasía e irracionalidad que pueden encontrarse en el imaginario de la época encontró en Pantera Negra y Jorgito un soporte insustituible. La gran difusión del tebeo y el enorme éxito que tuvieron éstos no hicieron más que aumentar la curiosidad y el interés del lector por aquellas regiones extrañas, en cuyos límites se terminaba la "civilización" y en donde "cosas raras" eran posibles. En una palabra, se convirtieron en otro de los tantos caminos de evasión.
Pedro Quesada fue posiblemente el guionista más regular del panorama de nuestro tebeo de posguerra. Si se eligiera a los mejores por la regularidad, él estaría entre los primeros.
Entretener por encima de todo
De otro lado, Maga fue, sin duda alguna, la más prolifera Editorial en cuanto a títulos en el mercado del tebeo español de posguerra. Entre toda aquella ingente cantidad de cuadernillos, con temas fácilmente intercambiables y con unos personajes que en la mayoría de ocasiones no eran más que el calco los unos de los otros, consiguió, no obstante, que muchas de sus publicaciones tuvieran una calidad intrínseca realmente notable para lo que se venia publicando en esos años.
Los tebeos de la Editorial Maga se encuadran dentro de ese tipo de tebeo bien narrado, tan característico de esos años, donde prima sobre todo la historia y su desarrollo por encima de las florituras artísticas. Eran unos tebeos que pretendían entretener por encima de todo. Manuel López.
Pequeño Pantera Negra
Recuerdos de quioscos llenos de tebeos que llegaban puntualmente cada semana con las aventuras y desventuras de nuestros personajes favoritos, son algo más que un recuerdo distorsionado por la distancia del tiempo.
El tebeo en España
Entre los años 40 y los 60, el tebeo se erigió en el exponente principal de la cultura del ocio en España. Fue también la época en que alcanzó su máximo nivel literario y artístico, con guionistas
y dibujantes de muy apreciable calidad. En muchos sentidos puede afirmarse que el tebeo en España fue equiparable a la de otros países occidentales, incluidos los mitificados “tebeos” italianos.
Injustamente despreciado como propio de lectores semianalfabetos, ha sido objeto de escasísima atención por parte de la crítica culta (sic). Del mismo modo que en otros países de nuestro entorno se están recuperando todas las expresiones de la cultura popular deberíamos en el nuestro rescatarlos del olvido.
Muy contadas voces han reivindicado y defendido al tebeo. El caso español resulta cuanto menos singular. Quizá alguno de ustedes recuerde la existencia de la censura.
Censura y represalia llevaron a muchos notables escritores e ilustradores al alimenticio (aunque escaso) recurso del tebeo. Y aquí la singularidad española. Este tipo de literatura, habitual en toda Europa, alcanzó en España por tan tristes motivos una especial calidad que no tuvo en otros lares; y como este país sigue siendo diferente, mientras en esos otros países se recupera y estudia con especial atención la historieta grafica en España se le intenta condenar al olvido.
Pequeño Pantera Negra
¿Cuál es la imagen que convencionalmente tenemos de África? El sol poniéndose sobre una tierra árida o selvas verdes que difícilmente pueden ser penetradas probablemente sean las descripciones más recurrentes, y es que el imaginario narrativo en la literatura de Edgar Rice Burroughs ha sido el eje central de donde han emanado las representaciones globales que se tienen de África como un continente misterioso y agreste, lleno de civilizaciones perdidas, tribus salvajes, mujeres exóticas y parajes despoblados contradiciendo a espacios cerrados y fortalecidos por la fauna silvestre que se esparce por doquier.
Edgar Rice Burroughs creó el que, dicen, es uno de los principales iconos populares del siglo veinte: Tarzán de los Monos, el aristócrata salvaje criado entre los inexistentes simios del África misteriosa y colonial y la Editorial Maga publicó Pequeño Pantera Negra, en opinión de muchos (y yo me encuentro entre ellos) una de las mejores series del tebeo español de posguerra.
El dibujo brillante de Miguel Quesada lo enfrentará a improbables supervivientes todos de civilizaciones más o menos ocultas en fortalezas remotas, siempre según las entretenidas fabulaciones del guionista Pedro Quesada. El componente de aventura se alía con la fantasía heroica y el aire de novela popular
No creo que nadie se rasgue las vestiduras a estas alturas si reconocemos que Pequeño Pantera Negra bebe de las fuentes del Tarzán de Burroughs: Encuentros con dinosaurios, valles perdidos y las inevitables civilizaciones perdidas.
Con un estilo narrativo de dinámica ejecución y su habitual belleza plástica, Miguel Quesada consigue atraparnos con la belleza que transmiten todos los personajes, desde las reinas a los diversos guerreros, o los múltiples felinos o reptiles y dinosaurios
Citar a Pequeño Pantera Negra desata, por un mecanismo inconsciente, toda una serie de imágenes fascinantes: mujeres hermosas en peligro, paisajes exóticos, monstruos abominables y esforzados héroes. La Aventura en su química más pura.
Así era la aventura en los tebeos de antaño. Emoción no disimulada y el puro el placer de narrar: sentido de la maravilla en la mejor acepción del término. Se nota que los autores se divertían y se sorprendían tanto como los lectores con las andanzas de su héroe.
Una de las necesidades de los lectores de tebeos es la de especular. El famoso ¿qué pasaría si....? Pero una necesidad fundamental de cualquier lector es la de mantenerse interesado, evadido de la realidad. En una palabra, entretenido. Durante mucho tiempo esta función la cumplieron los tebeos de Pequeño Pantera Negra.
En Pequeño Pantera Negra el enfrentamiento con bestias selváticas, razas hostiles, cazadores desaprensivos, pronto dio paso a aventuras de corte fantástico que incluían animales antediluvianos y civilizaciones perdidas.
Sus aventuras se desarrollaban en el límite de la civilización, en aquellas áreas de África que aparecían en los mapas, que tenían nombre, pero que aún despertaban en nosotros fantásticas visiones, ya que el conocimiento que teníamos de las mismas era lo suficiente nebuloso e incompleto para ello. Las selvas africanas eran los escenarios eran los escenarios más frecuentes para encontrar civilizaciones perdidas. Son unas aventuras trepidantes, quizá sin ton ni son, ni falta que les hace, capaces de alargar una trama y dotarla siempre de atractivo. Alguna de las mejores aventuras de Pequeño Pantera Negra llegan a durar varios números, lo cual permite a sus autores expandir el argumento y alterarlo a placer.
Pequeño Pantera Negra tiene como cualidad fundamental el sentido épico de su relato. En lo que concierne a su estrategia narrativa, busca la máxima atención por parte del lector y para ello, como ya hemos dicho, prolonga situaciones peligrosas, poniendo en vilo su resolución. Al igual que los antiguos seriales cinematográficos, donde cada episodio concluía con el mayor de los riesgos para el protagonista, resolviéndolo en la siguiente entrega.
En cierto modo, un tebeo como Pequeño Pantera Negra, acredita el modo en que el género de aventuras sirve una mezcla de temas e incluso de géneros. No en vano, la historia de aventuras selváticas diseñada por Pedro Quesada, reúne, incluso, ingredientes de Ciencia-ficción.
Las aportaciones gráficas que Miguel Quesada nos ofrece semana a semana son espectaculares, y su capacidad para fabular monstruos y mezclar biologías y culturas exóticas sorprende y encandila. En ese aspecto, la capacidad de encadenar situaciones trepidantes y dejar sin aliento al lector se convierte, prácticamente, en una constante y que otros dibujantes como Jesús Herrero o Miguel Roselló supieron mantener al abandono de la serie por parte de Quesada.
Pequeño Pantera Negra es un tebeo donde el sentido de la maravilla, la fantasía y la aventura lograron dar vida a un tebeo imprescindible, lleno de pasión y de arte. Un autentico clásico.
La necesaria recuperación
Tantos tebeos maravillosos, pero que sin embargo ya no atesoran la misma ilusión que antes. Lo que como niños nos resultaba fascinante, ahora como adultos, posiblemente, nos resulte aburrido y sería una temeridad arriesgarse.
Así piensan muchos de los que en su día fueron lectores de tebeos, pero en ocasiones, casi por casualidad llega a sus manos una de esas pocas publicaciones que tratan de los tebeos de su niñez. Unas publicaciones que sólo pretenden ser un reencuentro con unos tebeos, más concretamente, sobre el placer de la lectura de tebeos, sobre el descubrimiento de viejas obras y el acercamiento a antiguos autores. Nada cambiará en las grandes estructuras, pero es posible que algo cambie al nivel de unos pocos individuos que hagan de estas publicaciones su punto de partida para futuras exploraciones.
Estas publicaciones aportan su granito de arena a invertir la situación descrita al principio de estas líneas. Son diversos apuntes sobre tebeos diversos, que permiten abrir el panorama y ofrecernos visiones de otros tebeos que quizá nos pasaron desapercibidos en su momento.
Son unas publicaciones que no pierden nunca su objetivo: mostrar la infinita fascinación de cierta forma de entender la historieta. Es seguro que el lector encontrará entre sus páginas la descripción de algún tebeo que le apetecerá leer y que será el punto de inicio de un fructífero paseo por senderos historietísticos que hasta entonces desconocía.
La asignatura pendiente española sigue a la espera, no existe un verdadero caldo de cultivo formado por editores osados, aficionados que impulsen fanzines y lectores con menos ideas preconcebidas que ayuden a su promoción y desarrollo. Desgraciadamente la triste realidad, muchos de los fanzines dedicados a la historieta posbélica han ido cayendo, paulatinamente en cascada, tragados por el desánimo y el desinterés general, apenas queda algún fanzine de los muchos que nacieron impulsados, generalmente, por aficionados solitarios y con pocas expectativas de vida.
El tebeo fue un fenómeno nuevo, ligado a nuevas formas de negocio editorial. Tuvieron un gran éxito durante toda nuestra posguerra en la que se produjeron miles y miles de tebeos. Las tiradas de cada entrega alcanzaban miles de ejemplares, lo que supone una altísima cifra en una sociedad que no contaba con los medios modernos de publicidad y comunicación de masas actuales.
Manuel López
Enlaces de interés:
Páginas originales de Miguel Quesada para el mercado británico.
Biografía por José Gregorio Jiménez.
Breve biografía con acceso a multitud de fichas sobre la obra de Miguel Quesada en TEBEOSFERA.
Galerías de portadas de Silvestre.
Galerías de portadas de Mario Martínez Montesinos.
Existe también un especial sobre Miguel Quesada que puede comprarse aquí.
Muchas gracias Manuel por poner el dibujo que me dedico Miguel, pues como tu sabes es uno de los dibujantes que mas admiro porque Pantera Negra y Pequeño Pantera e Isabelita, Mingo, Punchi y Dalila, siempre han estado con migo a mi lado, en un lugar preferente de mi casa y Susana, llena de encanto también, y otros personajes como Tony y Anita, preciosos, estos hermanos han sido de lo mejor que ha tenido el tebeo español, y cuando tu escribes de ellos, todo se convierte en algo fantástico y se elevan a lo que se merecen.
ResponderEliminarUn Abrazo.
¡Fantástico estudio!Digno de aparecer en el apartado "El artículo leído recientemente que más me ha gustado".
ResponderEliminarSilvestre, he sido yo el que ha puesto ese dibujo dedicado de Manuel Quesada.Manuel López me envía sus trabajos para que yo los suba al blog y por el camino los "adorno" un poquitín.
Un buen articulo sobre dos grandes dibujantes que no merecen caer en el olvido.
ResponderEliminarUna buena entrada muy documentada sobre el bueno de Miguel Quesada.
ResponderEliminarSaludos
Perdona Corsario pensaba que era Manuel el que había puesto el dibujo, pues te doy las gracias a ti
ResponderEliminary de paso decirte que cada día visito Voto a Bríos, pues me encanta tu bloc y te agradezco que tengas mis enlaces y dibujos que tengo tanto cariño, de esta manera compartimos lo nuestro con todo el mundo.
Un Abrazo
Carlos:
ResponderEliminarPedro era, sobre todo, guionista.(Aunque no sé si llegó a dibujar algo)
Sebas:
El mérito es de Manuel López.
Silvestre:
Enhorabuena por tu entrada sobre Manuel Gago en tu blog, sobre la que me haré eco próximamente en Voto a Bríos.
Tienes razón, me equivoqué al poner a Pedro como dibujante.
ResponderEliminarSaludos.
Un paso más en lña necesaria reivindicación de un pasado gráfico que el prejuicio y la desmemoria querrían enterrado... ste es el camino: abiordar el estudio del pasaado de nuestros tebeos, labor que en España se realiza siempre a contra corriente. Tengo un gran proyecto al respecto del que pronto podré comentar cosas....
ResponderEliminarEl dibujante es Miguel, su hermano era el guionista.
ResponderEliminarSaludos
Abuelito:
ResponderEliminarMe muero de ganas por saber más de ese gran proyecto.
Carlos y Sebas:
Efectivamente Miguel era dibujante y Pedro guionista.
Como puede vivir la descendencia del Sr. Miquel Quesada Cerdán en la indigencia..., el Sr. Pedro Quesada es una persona excepcional y con un gran corazón como el que ya quisieran muchos...
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