lunes, 20 de julio de 2009

YUKI EL TEMERARIO


















¿Qué es la vida?
Es el destello de una luciérnaga en la noche.
Es el resuello de un bisonte en invierno.
Es la diminuta sombra que corre por la hierba
y desaparece cuando se pone el sol".
Pie de cuervo, jefe pies negros
(1821-1890)

Estudio elaborado por Manuel López.

En 1492, cuando Cristóbal Colón puso pie sobre el Nuevo Continente, se hallaba convencido de haber llegado a la India. Por ello dio a los indígenas de América el nombre de indios. Más tarde los blancos los llamaron "pieles rojas", pero en realidad el piel roja no tuvo jamás la piel roja, sino que se untaba todo el cuerpo con el jugo de una planta que aún en nuestros días se llama en América del Sur el "rucu". Esta planta de notables propiedades produce un jugo del más bello color rojo. Como vivía medio desnudo en la naturaleza el indio necesitaba proteger su piel contra los ataques de todo tipo, entre los cuales no era despreciable el de los mosquitos. Las repetidas aplicaciones del rucu, mezclado con grasa animal, consiguen en parte cerrar los poros, impidiendo a ciertos parásitos poner sus huevas bajo la piel. El rucu evitaba a los pieles rojas algunas de las fiebres que padecían los blancos.
Esta denominación designa aun hoy a los nativos de Norteamérica.


Yuki, el temerario
Ficha Técnica.
Yuki el Temerario.
Editorial: Valenciana 112 cuadernos 17x24 + 3 extras
Año de edición del primer número: 1958
Dibujantes: José González Igual (1-20; 31-42; 63-112)
Vicente Ibañez Sánchis (21-30; 43-62)
Guionista: F. Amorós


Aunque en los cuadernos de Yuki se nos dice que su tribu, los Chiricauas, forman parte de la gran nación de los Siux, lo cierto es que los Chiricauas eran apaches y su último Jefe fue Gerónimo fallecido el 17 de Febrero de 1909.

Un poco de historia (1)
Los apaches guerrearon contra los españoles 300 años y después 50 contra mexicanos y estadounidenses. Hoy los descendientes de Gerónimo viven en Oklahoma.

¡Son una leyenda viva!, lo que no es extraño, porque todo empezó también con otra leyenda: la de las siete ciudades de Cíbola.
La leyenda dice que cuando los árabes invadieron la península, siete obispos españoles huyeron a América: 500 años antes que Colón. Allí fundan las siete ciudades de Cíbola. Los conquistadores identificaron los relatos sobre los indios Pueblo con esas ciudades fabulosas junto a minas de oro…. ¡La fiebre del oro!
Se suponía que Cíbola podía estar en Nuevo México y buscándola, Vázquez de Coronado se encuentra en 1540 con los apaches de las llanuras. Les llaman "apachu" porque los zuñi les llamaban "apachi" (enemigos).
Las cargas de caballería y arcabuzazos de los conquistadores someten a los indios pueblo, pero no encuentran oro por ninguna parte, aunque sí maíz… Y tomaron posición, para la corona de España, de ¡el Gran Cañón del Colorado!.
En 1650, los apaches ya han aprendido a domar y montar los caballos de España y, aunque los pueblo ya se han sometido, las siete tribus apaches perseveran en su rebeldía. Chiricauas, navajos, mescaleros… Mientras, los franciscanos han conseguido que los pueblos identifiquen los sacramentos del matrimonio, bautizo y funerales con sus ceremonias ancestrales. Un éxito… ¡Pero no tienen equivalente católico para la danza de la lluvia!.
Tras la sangrienta rebelión de los pueblo y la represión de Diego Vargas en 1692, los conquistadores llegan a la astuta conclusión en 1786 que es más rentable alimentar a los indios que guerrear contra ellos. Les entregan cada año raciones, mantas y ropa. Además, tras el viaje del marqués de Rubí I Sant Climent, se alían con los comanches contra los apaches. Y así pacifican la frontera hasta la independencia de México.

Pero los apaches siguen sin someterse. La independencia de México trae el caos económico y la suspensión del subsidio a los indios. Los apaches se rebelan y arrasan el país.

Y llega la caballería.
A mediados de siglo, los anglos avanzan por Arizona, Nuevo México y California e inician su propia colonización y heredan "el problema" apache.
Para empezar, el gran jefe Cochise propina una dura lección de guerra moderna a la inexperta caballería de Estados Unidos.
Cochise colgaba a sus prisioneros vivos boca abajo en un árbol sobre una hoguera durante días de interminable tueste. El dolor para ellos tenía un significado muy diferente del que se tiene hoy para nosotros. Hay que conocer los valores apaches para comprender el fundamento moral y el alcance ético de sus acciones de combate.
Por otra parte, conviene no olvidar que la caballería estadounidense torturó con bayonetas al rojo vivo al jefe Mangas Coloradas durante jornadas que suponemos que para él también fueron interminables…
Con Cochise, la caballería estadounidense lo pasó mal. Los Chiricauas eran auténticos señores de la guerra. Su táctica de brigada ligera con incursiones a caballo y retorno al refugio inexpugnable y siempre móvil les hizo invencibles ante un ejército estadounidense mediocre y desmotivado. No obstante los americanos aprendieron pronto una táctica en la que los españoles habían sido maestros: los "scouts"", como los cipayos o los jenízaros.

Reclutaban apaches como exploradores al servicio del Ejército. Ellos fueron una eficaz inteligencia militar y los únicos capaces de rastrear a los guerreros apaches hasta sus refugios. Cochise al final acabó firmando un tratado que no era nada malo, incluso era bueno, pero duró poco… Entonces, ante las nuevas humillaciones, su hijo, Naiche se rebeló contra el gobierno… La suya fue la última rebelión apache. Naiche levanta una partida de rebeldes animados por el indomable Gerónimo. Al final un grupo de apenas 40 guerreros logra burlar durante meses la persecución de 3000 soldados y varias compañías de "scouts".
Los apaches son de la familia de los navajos. A la llegada de los blancos, y tras haber aprendido a domesticar el caballo, la tribu de los Chiricauas se separó de sus hermanos, los navajos, y se convirtió en vagabunda, adoptando el modo de vida apropiado a esta nueva situación.
El campamento apache es de un descuido abrumador. Hombres y mujeres aparecen mugrientos y vestidos con andrajos; no se lavan, y reconocen de buen grado que deben algunas de sus
victorias a su aspecto feroz y repugnante. Esta suciedad no excluye su gran valor en el combate y su destreza ecuestre.
El apache debe estar siempre dispuesto a huir y por eso su vivienda no pasa de ser un amontonamiento de ramas que, aunque permeable al agua, constituye un camuflaje ideal en caso de ataque por sorpresa.

(1) Resumen extraído de la entrevista efectuada a Edward K. Flagler en La Vanguardia del 23.03.2002



Yuki, el temerario
Después de la lectura de los dos apartados precedentes, es fácil comprobar que los Chiricauas de los cuadernillos de Yuki, el temerario, nada tiene que ver con la realidad histórica de los apaches, licencias de los tebeos.
Yo empecé a comprarme este tebeo atraído por sus espectaculares portadas. El guión, acompañado de unos excelentes dibujos, era también sumamente atractivo. Yuki, nuestro héroe se veía acosado por un militar empeñado en acabar con él a toda costa. Lo que no podíamos imaginar, era que en realidad eran Hermanos.
Tebeo en el que, rompiendo el tópico de colecciones anteriores, se trata a los indios de manera diferente. Las guerras contra el invasor blanco parecen haber llegado a su fin. Sin embargo la conducta de las tropas estadounidenses hace cambiar de opinión a Yuki, un hombre hasta entonces pacífico y partidario de pactar con los blancos. Ahora, convencido de que la fuerza es el único modo de defender sus derechos y los de su tribu, se lanza a la guerra, desencadenando a su paso el pánico y la destrucción, iniciando de nuevo una campaña bélica en la que se suceden los más feroces enfrentamientos.
Yuki, el temerario, como muestra del género es ejemplar: Oro-codicia, egoísmo - deseo, dignidad, amor, pero también sobre la ambición y su poder corruptor, sobre la sociedad, sobre la discriminación y la integración, sobre la amistad, la tentación, la traición y la vergüenza. Cuestiones universales de ética sobre las que no se discursea, sino que están encarnadas en la peripecia dramática que viven unos personajes en una historia que se nos cuenta ciñéndose a lo esencial, con orden y serenidad, con exaltación, con tensión y ternura, con delicadeza y violencia.
Yuki, el temerario es, uno de los últimos coletazos de cierta forma de entender la historieta, una perfecta ilustración de las virtudes del tebeo clásico autóctono en su momento máximo de esplendor y de madurez, poco antes de emprender el descenso, Yuki el Temerario es un excelente tebeo

José González (Valencia 1938-1985) y Yuki el Temerario
Por lo general, los tebeos de los autores del tebeo valenciano comparten entre sí características comunes, que las hacen reflejo de la capacidad creativa y de la forma de expresión de un estilo determinado. En el caso de José González, estas características comunes son la importancia de la figura en movimiento que priva sobre los paisajes naturales o de los escenarios urbanos. En el di-
bujo de este autor se aprecian distintas influencias ajenas, es un dibujo deudor de los clásicos estadounidenses como Foster, Raymond, etc. No obstante, le confiere un estilo muy personal.

Vicente Ibañez (Valencia 1938) y Yuki, el Temerario
Si bien su mejor trabajo en el tebeo autóctono fue El Sargento Virus (1962), destaca en Yuki su excelente montaje en la continuidad de las viñetas además del elegante dibujo.

Federico Amorós (Valencia) y Yuki el Temerario
No es Yuki, El Temerario, en sentido estricto, mi favorito, pero sí, sin la menor duda, uno de los que prefiero; además, me parece uno de los mejores trabajos de un guionista que cada día aprecio más. Desde la primera vez que le leí, hace ya muchos años ya, hasta hoy, siempre me ha producido el mismo entusiasmo, la misma emoción, idéntico placer e idéntica admiración.

A modo de conclusión
Lo expuesto hasta aquí puede dar una idea de la altura que alcanza esta obra. Estamos ante un trabajo en el que lo fundamental es el desarrollo perfecto de una narración en forma de historieta.


Los fotogramas de la memoria:
"Yuki, el temerario" y Las guerras indias

El tebeo va cambiando a medida que va cambiando la sociedad. Ahora no cumple la función que cumplía en nuestra infancia o adolescencia.
Los aspectos profesionales del medio en aquellos años nos ofrecen una imagen bastante sombría, los muchos y buenos profesionales españoles chocó con la ineficacia y cicatera política de los editores, lo que les llevó fuera de nuestro país, lo que ayudó a una paulatina caída del mercado ahogando con ello el crecimiento de nuestra historieta. Así el mundo de la historieta, tal como la conocimos, ha desaparecido hace ya muchos años.
Y como dice Antonio Martín, que nadie pregunte qué se ha hecho de los cientos de profesionales españoles de la historieta que existían y trabajaban en décadas anteriores... Su sentencia se firmó el día en que las empresas españolas se dedicaron a comprar baratos y en cantidad los derechos editoriales de los cómics de otros países...

LOS AÑOS DIFICILES
A finales de los años cincuenta se hizo evidente que la historieta ya no se vendía como en sus mejores tiempos, a pesar de que la oferta, a mi juicio no dejaba de ser interesante.
Los héroes del tebeo nacen, se hacen y desaparecen. Los menos consiguen dejar huella en la historia de la historieta. Los personajes de los tebeos son así. Algunos serán recordados de o-
tros nadie se acuerda. Lo cierto es que a finales de la década de los 50, en 1958 a lo largo de 112 cuadernos y 3 tres números extraordinarios, con guión de F. Amoros y dibujos de J. González y Vicente Ibañez, apareció en los Kioscos el personaje que hoy recordamos: Yuki, el temerario.

YUKI EL TEMERARIO
La historia de un jefe piel roja que Luchó por su honor y por el de su tribu
LOS CHIRICAUAS
Defendiendo sus derechos y tradiciones


Es desde la perspectiva estética de sus portadas, lo que me llamó primeramente la atención hacía Yuki, el temerario. Serie que no alcanza el tono mítico de "El Pequeño Luchador" - tampoco lo pretendía - , pero no es una a obra menor sino muy al contrario, es una excelente historieta, que no resulta en ningún momento aburrida, que sin ser una obra maestra, es un tebeo altamente recomendable.
La acción transcurre sobre 1870/1876, durante las guerras indias. Yuki el temerario es un tebeo en el que la épica, (donde nos deleitan con espléndidas secuencias de luchas y persecuciones), prevalece en principio sobre los sentimientos y el estudio de las personalidades, si bien no falta la intriga romántica, representada por el Capitán Kid Lane y su prometida Diana, y Agua Plateada, india enamorada de Yuki. Y, por supuesto está llena de una galería de
personajes secundarios, tan común en las series centenarias de la época.
En los tebeos de Yuki dibujados por José González, se puede observar su evolución formal número a número y en los que encontraremos cuadernos excelentes, en cuanto a dibujo, y otros de corte más irregular, aún así, unas más que interesantes historias de lectura muy recomendable. Son unos tebeos próximos a nosotros pero con peculiaridades diferenciadoras del tebeo actual. El dibujo de J. González, es deudor de los clásicos norteamericanos, no sólo del dibujo, incluso de un sin fin de viñetas, si bien, y eso es innegable, confiriéndole su propio estilo.
Para el lector actual, Vicente Ibañez es un completo desconocido. Sin embargo, es uno de los mejores historietistas que ha dado la historieta autóctona, con un dibujo elegante y un sentido del montaje y lo narrativo excepcional.
No es mi intención hacer aquí un estudio sobre el malogrado José González ni Vicente Ibañez, remito al lector a los diferentes estudios que sobre los mismos han hecho otras plumas más cualificadas que la mía.
Las guerras indias

Entre 1869 y 1890 se llevaron a cabo las denominadas "guerras indias". Por aquellos años, es posible señalar -en términos generales- dos grandes grupos de indígenas propensos a defender violentamente la supervivencia de su cultura: en las llanuras del norte, los sioux, comandados por Toro Sentado y Crazy Horse; en los desiertos del sur, los apaches, con sus jefes Jerónimo y Cochese. Estos últimos también hostigaban a las haciendas del norte de México.
Hasta 1868, los conflictos con los indígenas de la llanura fueron solucionados mediante tratados provisorios. Pero en dicho año se firmó en Fort Laramie el último de dichos convenios con los sioux, pues a medida que el avance de los colonos se hacía cada vez constante, el choque violento se hizo inexorable. El gobierno de los Estados Unidos adoptó, entonces, oficialmente una política de sujeción violenta de la cultura aborigen de las llanuras, que no se detuvo ante la posibilidad misma de su exterminio físico.

Entre 1869 y 1876 se libraron más de 200 combates.

En 1876, el poderío indio llegó a su apogeo: en la batalla de Little Big Horn, el jefe sioux Crazy Horse destrozó a las divisiones del general Custer (un ex veterano de la Guerra Civil), en un encuentro que en los libros de historia norteamericana se recuerda como La Masacre.

Pero el éxito sería efímero. Los apaches de Jerónimo fueron finalmente derrotados en 1886. Los sioux, por su parte, dieron su última batalla en 1890, en un trágico episodio que generó una última masacre de indígenas. El hecho se desató cuando el gobierno federal prohibió a Toro Sentado y a los escasos sobrevivientes de su tribu, (por entonces encerrados en una reserva aborigen) la realización de los rituales de la Danza del Sol. La prohibición estatal obedecía a que, amén de la tradicional adoración del bisonte, la Danza del Sol había adquirido un carácter milenarista y de cerrado rechazo hacia la cultura occidental. Cuando el anciano líder sioux desoyó la advertencia de los agentes federales, las tropas del ejército irrumpieron en la reserva. Los indios intentaron escapar y, al ser alcanzados, se libró el último gran combate de las guerras indias: la batalla de Wounded Knee, en la que perdió la vida Toro Sentado.

El hombre blanco acabaría irremediablemente destruyendo un complejo cultural que se remontaba hasta 10.000 años antes de Cristo, cuando los primeros paleoindios cazaban mamuts y bisontes, en los tramos finales de las glaciaciones.

A modo de conclusión
Lamentablemente a causa de la poca importancia de ciertas manifestaciones del arte, tenemos cientos de tebeos que van directos al olvido. Miríadas de historietas, colecciones enteras son así condenados a la nada, luego de haber cumplido con su función de entretener por algún tiempo a un eventual lector en busca de un pasatiempo. Aquellos tebeos que nos proporcionaban la sensación de aventura….

Yuki, el temerario conserva todos los ingredientes que nos hacían soñar con aventuras. Una lectura, en resumen, francamente recomendable y que puede servir como rápida introducción para la obra de un guionista verdaderamente valioso, de los que demuestran que la calidad en el estilo y el buen trato del argumento están lejos de suponer dificultad en la lectura o monotonía en la narración. Si la acción se desarrolla por cauces relativamente previsibles, no por ello pierde el pulso. Los personajes están perfilados con tino. Con estas premisas es comprensible que el lector quede atrapado en la red tejida por F. Amoros.
L. Porras

-Los indios tienen un modo muy curioso de atacar a los “rostros pálidos”: Su táctica consiste siempre en un ataque frontal donde son blanco fácil para los rifles de sus enemigos y, una vez han llegado al objetivo, se dedican a dar vueltas y vueltas alrededor de sus pobres víctimas.
-Los caballos nunca se escapan, aunque el vaquero de turno tan solo apoye las riendas sobre un palo.


Galería de portadas originales (cortesía de Mario Mártinez Montesinos):

Galería de portadas de la reedición vertical de los años setenta:

3 comentarios:

  1. Grandiosa entrada, sin duda. Muchas gracias.

    Un saludotee

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  2. Yo tengo la colección completa y encuadernada. De niño era uno de mis tebeos favoritos, sus viñetas son espectaculares, sobre todo, a mi parecer, las de José González.
    Tremenda obra, siempre me gustó mas que El pequeño luchador.
    Un saludo.

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  3. Podeis encontrar la coleccion completa en www.tebeosclasicos.es
    Te enviamos la colección directamente a casa sin gastos de envio.

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